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Passaporte tomó en 1927 esta imagen de la dársena desde el parque.
El Parque Torres, un 'belvedere' sobre el mar y toda la ciudad

El Parque Torres, un 'belvedere' sobre el mar y toda la ciudad

La transformación en jardín público del cerro de la Concepción fue el primer proyecto como paisajista de Beltrí, que no respetó el castillo

LUIS MIGUEL PÉREZ ADÁN HISTORIADOR Y DOCUMENTALISTA

Sábado, 22 de noviembre 2014, 00:55

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Oculto hoy tras un espeso manto vegetal que impide su visión, el cerro de la Concepción, continúa ocupando un lugar emblemático en la orografía de nuestra ciudad. Su fortaleza medieval que se elevaba en su cima, figura en el escudo de Cartagena desde hace muchos siglos como el símbolo de poder y heredera de la alcazaba árabe y el templo romano.

Pero el protagonismo hoy se lo daremos al propio cerro y su transformación a partir de 1924 como parque público y al primer proyecto paisajístico nacido de los diseños de Víctor Beltrí, que supuso una de las realizaciones urbanísticas más importantes en Cartagena durante la dictadura de Primo de Rivera y de su hombre de confianza: el alcalde Alfonso Torres, de quien tomaría su nombre el parque.

El proyecto de Víctor Beltrí se fundamentó en el ajardinamiento de un cerro árido y sin apenas tierra vegetal, en donde todavía estaban los restos del castillo medieval, al que no se le tuvo el menor respeto como resto arqueológico; se trataba de convertir el conjunto del nuevo parque en un lugar de esparcimiento y mirador de la ciudad.

Las características del terreno impusieron una traza de caminos serpenteantes y escaleras para salvar desniveles. También se trazaron numerosas veredas que comunicaban, unos con otros, los diversos paseos escalonados. A distintas alturas se diseñaron terrazas formando extensos jardines con la utilización de plantas arbustivas de porte bajo tratadas como setos y topiarias con formas geométricas, destacando los círculos y los rombos. En todas las superficies restantes por ajardinar, sobre todo en taludes áridos, se emplearon plantas tapizantes.

Con el paso del tiempo esta obra de jardinería se devalúa paulatinamente, llegando hasta un estado de completo abandono, siendo sustituido por la plantación de más de 300 árboles de distintas especies que han cubierto definitivamente la seña de identidad de esta Plaza Fuerte: «Cartagena es su castillo».

Las fotos que publicamos forman parte de la colección Loty, muestran el parque recién estrenado y son obra del conocido fotógrafo portugués Passaporte, realizadas en 1927.

Como señala Pérez Rojas, el conjunto estaba bien trazado con diversos elementos como balaustradas, pérgolas, columnas, jarrones, estatuas, etc. Todo ello dentro de la características ambientaciones de la nostalgia clasicista de los años veinte, que tiene en este parque una versión refinada con aire algo provinciano o naif. La azulejería típica de estos años está abundantemente presente en bancos y fuentes, poniendo notas de color. Es en conjunto un escenario novecentista similar al que por estos años se levantaba en parques y plazas de muchos puntos de la geografía española, pero sobre todo en la zona mediterránea. La urbanización del Parque Torres está en relación con el urbanismo esteticista de los años veinte, cuyos hermanos mayores son las obras de la Exposición de Sevilla y Barcelona de 1929 y que Betrí debió observar y tener en cuenta.

Destacar la construcción de la escalinata real que conducía desde la plaza central al macho de la fortaleza y al estanque, habitado por numerosos patos. Lugar en donde casi todos los cartageneros de aquellos años se fotografiaron, hasta el punto de modificar el nombre del propio cerro por el del 'Castillo de los Patos'.

Desde un punto de vista estético eran similares del citado parque; el ajardinamiento de la Muralla del Mar y la urbanización de la calle Real, con sus fuentes, bancos y bordillos de azulejería.

Todo este conjunto de jardines, plazas y el propio Parque Torres cambiaron por completo la estética paisajística de una hasta entonces agreste Cartagena, sus contornos serian delimitados con elementos arquitectónicos y decorativos de reminiscencias neoclásicas, recreados en la nostalgia barroca de los años veinte. Una propuesta, plena de mediterraneidad, en una expresión más del sentimiento esteticista y artístico que en estas fechas se alía con la técnica urbanística y los numerosos arquitectos modernistas que desarrollan su actividad en Cartagena.

En 1930, terminan la obras en el parque, y uno de los muchos visitantes que acuden por entonces a la ciudad, escribe sus impresiones sobre esta obra e incluso se permite sugerir un remate para el inmenso pedestal que forma la torre truncada del castillo sobre la cima del cerro, idea que tuvo seguidores, pues fueron varios los proyectos para hacerlo, afortunadamente ninguno de ellos se realizó.

«En la meseta se levanta una escalinata y como remate un pedestal; el alcalde que creó el parque y al que se puso su nombre, tenía el proyecto de que en el pedestal figurase una estatua y todo el parque fuese un monumento.

Brava idea excelente, si es que se encuentre una personalidad cuyos méritos y conocimientos la hagan digna de que en bronce perpetué su nombre y todo un parque le sirva de pedestal. Difícil será encontrar entre nuestros contemporáneos españoles quien se halle investido de estas cualidades, y cuando quiera completarse el parque, habrá que buscar en las profundidades de la historia quien merezca el honor de figurar en el monumental remate».

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