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Ruinas de la ermita de San José del Lentiscar, que todavía conserva en pie la cúpula.
La ermita del Lentiscar sufre nuevos destrozos y la profanación de sus tumbas

La ermita del Lentiscar sufre nuevos destrozos y la profanación de sus tumbas

Gamberros rompen los enterramientos del siglo XIX que había en una sala del templo de Los Beatos y esparcen los restos humanos por el suelo

Gregorio Mármol

Lunes, 21 de julio 2014, 00:34

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El paisaje típico del Campo de Cartagena está jalonado de elementos inconfundibles que conforman un rico patrimonio etnográfico con cientos de años de historia. Uno de esos valores es la ermita de San José, en la diputación del Lentiscar, cuya inconfundible silueta aún se puede apreciar muy cerca de la AP-7, a la altura de Los Beatos. Pero, probablemente, por muy poco tiempo. La Liga Rural del Campo de Cartagena ha denunciado nuevos destrozos en ese templo del siglo XVIII y la profanación de las tumbas de su interior.

Un portavoz de esa asociación cultural que vela por la conservación y el mantenimiento de los valores patrimoniales del Campo de Cartagena, Javier Lorente, denunció que el abandono del edificio puede tener efectos irreversibles en muy poco tiempo. «Se trata de un monumento del siglo XVIII, contemporáneo de las iglesias más antiguas del Campo de Cartagena, que se está dejando caer sin que nadie haya movido un dedo para evitar el desastre», denunció a 'La Verdad'.

Nichos de vecinos

Una reciente visita de miembros de la Liga Rural a la ermita permitió comprobar que, a los efectos del paso del tiempo y la falta de mantenimiento, se suma la acción de vándalos y gamberros. Lo más grave ocurrido últimamente, a juicio de este colectivo, es la profanación de la cripta y de unas tumbas anexa al templo. En esta habitación, los ataúdes han sido sacados de los nichos y abiertos uno por uno. Como consecuencia de ello, hay huesos humanos esparcidos por toda la estancia.

Los ataúdes llevan inscritos los nombres de los fallecidos y el año de enterramiento. Casi todos son de mediados del siglo XIX y corresponden a familias que habitaban los caseríos cercanos en aquellos tiempos.

Investigadores e historiadores destacan el papel de la ermita de San José como lugar de oración frecuentado por los pastores trashumantes que conducían sus ganados por la vereda cercana. Hasta 1920 estaba adscrita a la parroquia de La Palma y asistía a una población de más de 1.500 personas de La Puebla, Los Beatos y La Aparecida.

El presidente de la Liga Rural, el historiador y antropólogo José Sánchez Conesa, recuerda que la ermita estuvo abierta al culto hasta hace medio siglo, con una misa dominical. En ese tiempo se hicieron trabajos de restauración. Pero poco después se suspendió el culto por la escasez de feligreses, la segregación de la iglesia de La Puebla de la parroquia de La Palma y la construcción de un nuevo templo en Los Beatos. Su abandono permitió el asentamiento de transeúntes, así como el robo de retablos, imágenes, cuadros y ajuar litúrgico.

Ahora, el edificio tiene varias cubiertas hundidas y sus muros derribados. En las capillas, los retablos e imágenes religiosas han sido sustituidos por dibujos de grafiteros y pintadas de gamberros.

Lo peor es el peligro que ofrece a quienes puedan adentrarse entre los escombros de la antigua iglesia. «Se encuentra en un estado de ruina y de peligro ante la gente que entra a hacer pintadas o destrozar y que un día les puede caer la cúpula en la cabeza, pues está a punto de desplomarse», destacaron desde la Liga Rural del Campo de Cartagena.

El estado ruinoso del antiguo templo del Lentiscar se suma al de otros baluartes del patrimonio histórico y religioso de Cartagena, como son el monasterio medieval de San Ginés de la Jara y las cercanas ermitas del monte Miral. «No nos damos cuenta de lo que tenemos, pero esa ermita tiene tantos años de historia como los Estados Unidos de América», insistió Javier Lorente.

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