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Pablo Artal, en el Laboratorio de Óptica de la UMU Nacho García / AGM
Pablo Artal: «Soy un candidato 'outsider' a rector»

Pablo Artal: «Soy un candidato 'outsider' a rector»

El catedrático de Óptica de la UMU, que se presentará a las elecciones a rector, cree que la entidad puede «entrar en el 'top 500' del Ranking de Shangai de universidades en cuatro años»

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Domingo, 17 de diciembre 2017, 08:05

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A la vanguardia de los científicos internacionales en Óptica y Oftalmología, los méritos académicos del catedrático de la Universidad de Murcia (UMU) y director del Laboratorio de Óptica Pablo Artal se ubican en otra dimensión: la beca Advance Grant (que supuso 2,5 millones de euros para proyectos científicos), la prestigiosa medalla Edwin H. Land (es el primer europeo en recibirla) y el premio Jaime I, entre otros. Con todo, se presenta a la carrera por el Rectorado de la UMU con un halo de 'outsider'. Sabedor de que no cuenta con el mullido apoyo de los «poderes fácticos y políticos de Universidad», el quinto candidato en los comicios ofrece a cambio ambición, pasión, su compromiso férreo con la universidad desde hace 24 años y su propio éxito, que se siente capaz de trasladar a la UMU para auparla, en cuatro años, hasta los primeros 500 puestos del Ranking de Shangai.

-Lamenta que la UMU ocupe posiciones modestas en todos los 'rankings', en el rango de las 700-800 del mundo. ¿Falta ambición o está donde le corresponde?

-La UMU ocupa una posición modesta, por no decir mala. Yo tengo ambición por mejorar, y por hacer las cosas mejor como institución. Entrar en el 'top 500' es mi objetivo. Si no estás entre esas, no estás. Tiene que haber una ambición, es fundamental. Sí, falta ambición.

«Podemos entrar en el 'top 500' del Ranking de Shangai de universidades en cuatro años»

-¿Y qué ofrece usted a la UMU?

-Esa ambición, y también el haber tenido éxito. Si has sido capaz de conseguir cosas, tienes opciones de conseguir más cosas. En mi caso, tengo el único ERC (European Research Council) de la Universidad, premios que no hay otros en la Región, como el Jaime I. El tener un currículo académico significa que has conseguido logros, y yo creo que esa es una base razonable para pensar que puedes seguir haciéndolo, jugando en ligas de primer rango. Hay otro vector fundamental que es la independencia. Durante toda mi vida actúo con criterios de independencia, hago lo que creo que es lo más adecuado. Eso es un lastre, no tengo apoyos de sectores clientelares. A mí no me gusta la universidad clientelar, me gusta la universidad meritocrática. Las cosas han funcionado mucho de forma clientelar.

-Es una de las críticas eternas que se hace a la Universidad, ese carácter clientelar...

-Para bien o para mal, yo no soy el candidato de los poderes fácticos. Otra cuestión que considero importante es que quien dirige una universidad debe tener prestigio académico, es fundamental. Ese prestigio significa que puedes hablar con los pares, que representando a la UMU tienes más capacidad de que te escuchen al mismo nivel. Da razonables réditos a la institución. En cualquier universidad del mundo de primera división, el comité que elige al rector valora dos cosas: la primera, el prestigio académico. Y la segunda que sea capaz de hacer cosas. No contratan a nadie si no tiene un prestigio académico. No quiero dar una sensación de elitismo, pero yo tengo ese prestigio académico y creo que es un plus. También ofrezco compromiso.

-Después de casi 30 años, sigue investigando en la UMU. Imagino que podría haber optado por otras ofertas, en lo personal, más ventajosas. ¿Es ese compromiso con la institución el que le retiene?

-El compomiso con la institución lo tengo. Llevo 29 años en la UMU, trabajando doce horas diarias, casi todos los fines de semana... Estoy comprometido desde siempre. Creo que se pueden hacer cosas aquí de primer nivel, hay gente que lo hace y puede haber más gente que lo haga. También creo que tengo capacidad de liderar equipos. Las personas solas no hacen nada. Si yo he tenido éxito es porque he tenido la suerte y la habilidad de rodearme de gente estupenda que es mucho mejor que yo.

-¿Cuáles serán sus objetivos, su programa de gobierno si llega al Rectorado?

-Yo me marco objetivos a corto plazo y otros grandes que están ahí siempre, como un faro. El objetivo estratégico es entrar en el 'top 500' a cuatro años. Es muy difícil, y para hacerlo hay que mejorar mucho en muchos aspectos. Si para llegar a eso tengo que mejorar tantas cosas que son fundamentales, ya estoy avanzando. Haría ese plan a cinco años, y otro plan a 20 años. Hay que pensar ahora qué universidad queremos en 2040, porque si no lo piensas ahora no te sale.

- ¿Ve factible escalar hasta ese 'top 500'?

-¿Por qué no? La Universidad Jaime I lo ha hecho este año, ¿qué tiene que no tengamos nosotros? Es más joven y pequeña, pero ha tenido un rector que en ocho años se ha metido ahí. Es posible, difícil, pero posible. Yo soy un tipo con los pies en la tierra, y estoy pensando en el futuro pero amarrando lo que tengo. No vengo a desmantelar nada. Hay que mejorar lo que tenemos, pero con los pies en el suelo.

-Hay voces críticas con esos 'rankings' que los asocian a una filosofía más mercantilista...

-Son excusas de mal perdedor. Hay muchos 'rankings', y en todos salimos mal. Es como decir que la primera división no está hecha para nosotros... ¿juegas al fútbol, o no juegas al fútbol? Querrás jugar en primera. Si no juegas para ganar, ya has perdido de entrada, y no tienes capacidad de mejorar.

-Ha sido muy crítico con la gobernanza de la Universidad... ¿Se siente capaz de acabar con prácticas arraigadas durante décadas?

-Se pueden hacer las cosas mejor, incluso con nuestro sistema de gobernanza. La endogamia y el clientelismo están tan imbricados que es difícil. Pero sí creo que los controles y las pequeñas acciones en contra de esa dinámica son importantes. La endogamia, aunque creo que es bueno airearse, no es mala 'per se' si esa persona es la adecuada. Lo que es un drama es el clientelismo. Es un doble daño: a la institución, que son las personas que la forman, y a quien hubiera sido mejor, que queda desplazado.

-Los límites a la tasa de reposición han envejecido las plantillas. ¿Cómo piensa encarar ese reto?

-Me preocupa el personal, mucho, y el envejecimiento, que es terrible. Tal y como estamos ahora, con infraestructuras buenas, la apuesta es el personal. Hay que consolidar el talento que tenemos, pero también hay que pensar en atraerlo.

-¿Y cómo piensa hacerlo?

-He ideado el Plan 30, que consiste en atraer a 30 investigadores jóvenes de cualquier sitio del mundo, si son españoles que están por ahí, mejor que mejor, que tengan la capacidad de ser líderes en sus áreas. Traerlos aquí, mimarlos, obligarlos a que consigan recursos y financiación por ahí. Haciéndolo bien, 15, serán los líderes en sus áreas. Se trata de combinar lo que tenemos con la atracción de otros.

-¿Y a los estudiantes, qué les ofrece?

-Creo que la institución es un pilar en la sociedad, una palanca social. Yo soy hijo de carpintero, y el primero de mi familia que fue a la Universidad. Eso está en mi ser, soy un obrero y un currante. En ese contexto, poder promocionar a chicos brillantes, vengan de donde vengan, es la función principal. Generar riqueza y distribuirla me mueve. Si yo fuera estudiante querría dos cosas: que el entorno de aprendizaje sea el más enriquecedor posible, y que esos años de esfuerzo tengan una valorización. Que cuando vaya a cualquier sitio con el título de la UMU, te valorice.

-Dedicó parte del Premio Jaime I a becar a diez estudiantes excelentes. ¿Debe hacerse más?, ¿hay que buscar dinero fuera de la Universidad?

-Una de las cosas que se puede hacer muchísimo mejor es valorizar nuestros activos, apostar por la creación de 'spin off' de base tecnológica. Que la Universidad apueste y juegue, y si alguien tiene un éxito económico, haya una parte que retorne a la Universidad. Nuestras élites deberían apostar por la Universidad, por el mecenazgo, no solo de palabra.

-¿Cómo se plantea cuestiones como la duplicidad de títulos con la UCAM y sus prácticas de Medicina en los hospitales públicos?

-Creo que nos hemos equivocado en la estrategia. La UCAM está ahí, son vecinos y ya está, nosotros, a lo nuestro. La competencia, bienvenida sea. Que entren y que compitan. La duplicidad de titulaciones no me parece preocupante. Si lo que tú ofreces es correcto atraerás a gente y podrás competir. Cuando te viene gente a pedir trabajo, tú miras de donde vienen. Uno tiene que preocuparse por mejorar él, y por supuesto defender lo suyo, no todo puede girar en torno a qué hacen los vecinos.

-¿Cómo ve la tabla rasa? ¿Establecería sueldos distintos?

-Es uno de los cánceres de la Universidad. Tiene que haber incentivos, y hay que premiar más allá de decir 'qué bien lo haces todo'. Nuestros sueldos son muy malos, y ya no hablemos de los de los asociados, que son infrasueldos. No puedes construir algo de calidad con miseria.

-Pero la financiación de la Comunidad es un punto recurrente de fricción, es la que es...

-La situación debería ser que los políticos favorezcan que la Universidad vaya bien. Yo creo que ahora los tiempos van a ser mejores, y en ese contexto lo puedes hacer mejor o peor. Con lo que tenemos, hay que priorizar. Hay un exceso de cursos, de reiki, de flamenco... No digo que estén mal, pero nos quitan energía de otras cosas, y por ahí se puede rascar dinero. Y hay que saber ir a por el dinero. Hay mucho dinero, y está disponible. Hay que ir a buscarlo, trabajarlo, y alguien decir: 'hacía allí', hacia allá'...

-¿Teme que le tachen de elitista?

-Ya le digo que vengo de un entorno social humilde, y humilde soy. Intento serlo lo menos posible desde el punto de vista intelectual, pero nada más lejos de ser elitista. Sí me calificaría más como un candidato 'outsider', fuera de las élites locales. No tengo relación ni apoyos de las treinta familias que piensan que siguen gobernando la Región, no soy su candidato.

-¿Tiene ya equipo?

-En modo estricto creo que no es obligatorio. Es mejor una competición de candidatos, y una vez alguien es elegido, puede hacer un equipo con los mejores, incluidos algunos de los contrincantes, que podrían ser buenos vicerrectores. Pero lo cierto es que he empezando a hablar con gente. Quien gane, sea quien sea, debería tener el apoyo. Si una vez que uno gana los otros meten palos en las ruedas es un desastre. Si yo ganara, esperaría que la comunidad universitaria dijera: 'vamos seguir a este tío, a ver dónde nos lleva'.

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