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José Manuel Lorca Planes dibuja en su terraza del Palacio episcopal, frente al imafronte catedralicio. Martínez Bueso
«No me cabe en la cabeza que en una sociedad globalizada alguien busque el aislamiento de un pueblo»

«No me cabe en la cabeza que en una sociedad globalizada alguien busque el aislamiento de un pueblo»

El obispo de Cartagena, José Manuel Lorca Planes, quien en unos días presenta su nueva carta pastoral, condena el terrorismo y aboga por acoger a los inmigrantes

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Lunes, 18 de septiembre 2017, 08:10

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De Espinardo. De la Senda de Graná. No hay nada, ni mucho menos, que lo defina más. Y luego vienen sus títulos académicos y religiosos, sus dignidades y la terraza con mejores vistas de la ciudad. Que es donde acostumbra a dibujar, tableta en mano, las ilustraciones que adornan sus comentarios pastorales. Que es también donde crecen naranjos y limoneros que, como huertano de nacencia, cultiva. Por eso le encanta que lo llamen murcianico. Pero le entristece el separatismo catalán, la crisis de valores, el terrorismo... Anda estos días el obispo de Cartagena, José Manuel Lorca Planes (Espinardo, 1949), ya recuperado de una operación. Estrena carta pastoral. En ella defiende la concordia, la unión entre las personas, el derribo de los muros que nos separan. Y sí, también el del AVE a su llegada a Murcia.

-¿Qué se puede hacer para combatir el terrorismo islamista?

-(Suspira) Me causa una tristeza inmensa. No sé qué razones tienen. No soy un analista político ni tengo como oficio andar buscando los argumentos últimos de las personas. Tampoco soy filósofo. Pero no necesito serlo para saber, como cualquiera, que no se alcanzan cosas buenas a través de medios violentos.

Sus opiniones

  • Inmigración «A mí no se me olvidan los inmigrantes porque mi familia lo ha sido»

  • Traslado de la Sede «Da igual que la sede episcopal esté en Cartagena o Murcia. En definitiva, el servicio y la atención son iguales»

  • Infraestructuras «El AVE debe llegar soterrado, aunque tarde más en hacerlo. Los muros que separan no son buenos»

  • Terrorismo Los terroristas son personas descentradas de la condición humana. ¡Me da mucha tristeza! Ideología de género

  • Ideología de género «La Iglesia debe tender la mano a todos, siempre en el respeto»

-Más bien buscan el terror.

-Y el terror lleva a cabo la multiplicación del dolor. ¡Eso nunca arregla nada! Son personas descentradas, especialmente de la condición humana. Quienes originan estas cosas son un signo de la sinrazón. ¡Con lo extraordinario que es vivir en paz y ayudar a la gente a que viva en paz¡ ¡Con lo bueno que es ver sonreír a un niño, a una familia, a los jóvenes que van por la calle! ¡Ver gente feliz! Una sociedad en paz y armonía, de convivencia... Pensar en otra cosa me da pánico.

-¿Y qué hacemos con los inmigrantes y los refugiados?

-La Iglesia cree en la persona antes que en las etiquetas. Dios no pone etiquetas y un hijo de Dios debe vivir de igual forma. Recuerdo que el Papa Francisco nos hace caer en la cuenta de muchas cosas que pasamos de largo, entre ellas la importancia del ser humano y su respeto y valoración. Las personas que viven momentos trágicos y van buscando una vida mejor tienen todo el derecho del mundo a que se les pueda acoger.

-¿Cree que eso sucede en España y en la Región?

-Aquí hemos sido también emigrantes y, en el fondo, la idea era buscar un estatus mejor, más tranquilo. Buscábamos hallar los medios para vivir en mejores condiciones. A mí no se me olvida porque en mi familia ha habido emigración. Lo hemos vivido en primera persona.

-En cambio, usted 'triunfó' en su tierra natal cuando lo eligieron obispo. No es algo frecuente.

-(Risas) Fue algo inesperado. No me cabía en la cabeza que me llamara el Papa para eso. Cuando repaso la película, tampoco me encajan las piezas. Pero por eso, por ser de aquí. Aunque sepa que no es extraña la práctica. El de San Sebastián, por ejemplo.

-Bueno, no sé si es el mejor ejemplo que se puede poner.

-¿Por qué no? (Risas). Y Mario Iceta, el de Bilbao. También el de Las Palmas está en su tierra. Para mí fue una sorpresa y tenía un temor: ¿Estaré a la altura de la expectativa? Ahora puedo decir que la acogida fue fantástica. Los sacerdotes han sido muy generosos. Me emociono a veces cuando alguien me llama murcianico. Es el mejor piropo que pueden decirme.

-Acaban las fiestas con la romería. ¿Cómo valora los muchos aniversarios celebrados estos días (Virgen de los Peligros, riada de Valencia, coronación de la Fuensanta)?

-Es necesario recordar fechas, pues te identificas con la historia y con quienes entonces tuvieron esas ideas luminosas, como la significación de la Fuensanta como Patrona de la ciudad. Estas cosas te vinculan con la historia de fe de un pueblo, que es muy mariano.

-La crisis de vocaciones, ¿cómo afecta a la Región? ¿Cómo andan los seminarios?

-Estoy muy feliz. La respuesta de los chicos es bastante grande. La Diócesis no está a la zaga en el panorama nacional. Creo que por la grandeza de los jóvenes murcianos. Han aprendido a vivir la experiencia de alegría y de gozo que da el encuentro con Cristo y responden muy bien. En el Seminario Mayor, incluido el de San Fulgencio y Redemptoris Mater, hay casi 70 seminaristas. Este año accederán entre diez y doce. En una población de un millón y medio pueden parecer un número insignificante, pero es un regalo.

-Tenemos la generación de jóvenes más preparada, pero con menos empleo y acaso más desesperanzada. ¿Qué les puede ofrecer la Iglesia Católica?

-Hace un tiempo leí un libro de un jesuita de la Europa del Este titulado 'La suerte de haber nacido en este tiempo'. Para él no son extrañas las circunstancias actuales, lo que lleva a preocupaciones, angustias o desesperanzas. Aunque añade que no es un problema tan grave que nos quiten la paz y la alegría de vivir en un tiempo con muchos retos. Hay dificultades, pero son retos que plantean el valor y la esperanza. Hay que tender puentes, ayudar a los necesitados.

-¿Y qué retos cree que tiene la Región o la Diócesis?

-Veo una etapa de mucha serenidad. Hay hombres y mujeres muy grandes. Me quedaría solo con un dato que entra por los ojos. Se lo digo para no estar debatiéndome en teorías: la cantidad de voluntarios que hay para todas las obras de Cáritas, tanto en las Cáritas de todas las parroquias como en instituciones como Jesús Abandonado, que cuenta siempre con muchas personas, generosas y que hacen todo lo posible para que la gente sea feliz.

-Dicen que le está dando las últimas puntadas a su carta pastoral.

-¡La tengo ya cerrada! Son las líneas de trabajo para el año.

-¿Ha sido complicada?

-La verdad es que he tenido una intervención quirúrgica y he estado en el dique seco por obligaciones de la naturaleza, pero no he perdido el tiempo. Lo aproveché para trabajar. La carta, que saldrá en unos días, tiene un fin específico: estar incorporada al proyecto pastoral del año pasado y para cuatro años. Este sería el segundo. Responde a una cita de Pablo a los Colosenses: El cristiano debe estar enraizado en Cristo, edificado en Cristo y firme en la fe. Conocerlo, seguirle y anunciarle son los ejes de nuestro trabajo.

-¿Qué sentimientos le despierta la cuestión catalana?

-Es incomprensible. Me da mucha tristeza. Creo que cada región tiene sus particularidades, que enriquecen a todos, y eso es positivo. Mire, aquí en Murcia no son iguales los que viven en la Costa que los del Altiplano o los de la huerta. Somos distintos, pero es una gran riqueza. Murcia es genial en este sentido: la riqueza de su variedad.

-En otros lugares parece que no lo tienen tan claro.

-Pues en el resto de España debería ser igual. Teniendo esto en cuenta, cuando alguien dice que no quiere pertenecer aquí, lo entiendo menos. En una sociedad globalizada, ir buscando el aislamiento no me cabe en la cabeza. Nos necesitamos todos.

-¿Por eso da igual que la sede episcopal esté en Murcia o Cartagena? Hay quienes piden el retorno a su lugar de origen.

-En definitiva, el servicio y la atención son los mismos. Hay una razón histórica que está ahí: se llama de Cartagena porque allí comenzó la aventura. Hace ocho siglos que se trasladó. Curiosamente, Cádiz celebra el traslado de la diócesis de Medina Sidonia a la capital. Me han invitado a las celebraciones. Fue en la misma época que en la nuestra.

-¿Tan peligrosa resulta para la Iglesia la ideología de género?

-Todos los casos y situaciones deben ser respetados. En la Iglesia no hay ningún distanciamiento ni rechazo hacia nadie. Todos son acogidos en sus gustos, en sus maneras de ser.

-Hay quien dice que la libertad religiosa debe tener límites si se permite discutir cuestiones acerca de la condición del ser humano.

-No es nada nuevo, no crea. Benedicto XVI ya abordó la cuestión del relativismo, hoy tan presente. Creo que la condición humana es mucho más rica y hay muchas más cosas de las que preocuparse. La Iglesia no puede desatender a nadie y debe tender la mano a todos, en el respeto. Pero es evidente que hay cuestiones discutibles. Cada uno tiene sus argumentos.

-¿Qué personaje bíblico le despierta admiración?

-San Pablo, sin duda. Un hombre intrépido. Me encanta el capítulo once de la segunda Epístola a los Corintios. Es un hombre apasionado.

-¿Y del antiguo testamento? ¿Job?

-¿Por la paciencia? ¡Qué va! (Risas). Con cualquiera de los profetas. Vivieron épocas difíciles e iban contra corriente.

-Lo que gusta en esta Región sacar un trono a las calles. ¿Qué le parece? ¿No hay mucho 'postureo'?

-Las cofradías son un elemento muy importante de religiosidad popular. Miremos toda la intrahistoria que atesoran y cómo estas instituciones nacen desde una experiencia de fe. En la Diócesis veo a las cofradías con madurez. Conocen el sentido de su existencia. Es cierto que muchas personas viven experiencias muy grandes. Y otros más flojas, claro. Yo siempre pienso lo que dice la Biblia: el pabilo vacilante no lo pagaré. Igual hay algunos que vivan en otra historia. Pero no podemos entrar en el interior de nadie. La iglesia no es una inquisidora de cómo tiene que ser cada cofradía. Además, volviendo a los nacionalismos, mire qué variedad tienen las distintas Semanas Santas murcianas.

-¿Por qué no exponen los mantos de la Fuensanta?

-Se están exponiendo uno a uno. El museo es pequeño. Poco a poco, se mostrarán todos.

-¿Qué le parece a usted el soterramiento? Se lo comento porque a ver por dónde pasa la Patrona de la ciudad camino del santuario.

-No sé nada, la verdad. Ni siquiera sé como acabará lo del muro. Estas cosas son complicadas; siempre hay personas a favor o en contra. Espero que se cumpla la voluntad de las autoridades y de los barrios afectados: que entre soterrado. Eso será muy positivo para la ciudad. La propia vía ya es un muro, como lo es la autovía. Entiendo que construir estas infraestructuras lleva tiempo. Y más aquí, con el nivel freático. Cuando vivía en la senda de Graná, el nivel del agua del pozo llegaba a los dos metros. Había mucha agua. Ahora no sé. Pero aunque se requiera más tiempo, que entre soterrado.

-¿Qué sueño como pastor no ha conseguido?

-A nivel material son muchas cosas. Me rompe el corazón que haya iglesias cerradas, como la de la pedanía murciana de San Ginés. O cuando en Cartagena piden la restauración de Santa María la Vieja, la Catedral Antigua. Me gustaría acometer estas cosas. Pero estamos en tiempos en los que hay que discernir lo esencial, lo que puede esperar de lo urgente. Y trato de discernir y me asesoro y pregunto.

-¿Y en lo que no es tangible?

-Otra cuestión es la gran cantidad de gente que ayuda a los demás. Son testimonios de vida que me ayudan mucho. También me haría ilusión poder dar respuesta a los problemas que surgen de las necesidades espirituales. Hago lo posible por volcarme en los temas referidos a la caridad. Eso es lo importante.

-¿A cuántas familias atiende Cáritas en la actualidad en la Región?

-Cientos de miles de personas al día. Cáritas tiene las puertas abiertas todos los días. En Molina acabamos de inaugurar una ropería. Es algo parecido a una franquicia. Damos trabajo a personas y recuperamos ropa que, una vez limpia y planchada, se etiqueta. Lo de la escuela de hostelería es una maravilla. Tenemos que romper la dinámica de los denominados 'nini', que en realidad no lo son tanto. Mi ilusión es que las personas tengan esperanza y futuro.

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