Alá llega al rescate de las ovejas

La cabaña ovina murciana llega a las 600.000 cabezas. Es el triple que la caprina, que sin embargo es más famosa por su leche amparada con dos denominaciones de origen autóctonas. La oveja en la Región, en cambio, da casi exclusivamente carne, producto que se ha ido quedando paulatinamente fuera de la cesta de la compra española.

«El consumo de cordero está cada vez peor: apenas 1,4 kilos de carne por habitante al año». Vicente Carrión, responsable de Coag en Cartagena y ganadero, se lamenta del cambio de usos en la cocina que ha dejado fuera a un producto que necesita una cierta elaboración en guisos. Ahora, explica, ya solo se consume «fundamentalmente en celebraciones y barbacoas, y cada vez menos por ser cara frente a otros productos más industrializados».

De la oveja también se extrae leche, pero su producción anual no llega en Murcia ni a los 200.000 litros al año, frente a los 55 millones de las vacas y los 45 millones de las cabras. De hecho, solo existe una empresa lechera de ovejas en El Mirador, San Javier, entre el millar de explotaciones ovinas -número que a su vez es diez veces menor que el registrado hace treinta años-. «Las explotaciones disminuyen mientras ven aumentar su tamaño», explica Carrión, que se lamenta del nulo relevo generacional.

La lana tampoco anima el negocio. La raza segureña, de la que deriva toda la cabaña murciana, a pesar de que solo un tercio está reconocida en su Indicación Geográfica Protegida (IGP) -el que se cría lindando con las sierras del Segura y la Sagra-, no tiene una buena fibra. «Cuesta más esquilar una oveja, unos 80 céntimos, que lo que te dan por su lana, apenas 30 céntimos». Cada año se producen apenas 350.000 kilos de lana de ovejas murcianas para «alfombrillas de coches y otras industrias a las que les vale la fibra corta de estas ovejas».

Ante este panorama, el sector nacional se ha agrupado en la interprofesional Interovic para promocionarse e incluso formar a los carniceros en nuevos productos. «Aprenden cortes para hacer croquetas, para comer como torreznos determinadas partes, para extraer medallones de la pierna para hamburguesas e incluso para que la carne esté lista con sólo pasarla un poco por la sartén», explica. «De momento se ha conseguido parar el descenso del consumo, que iba en picado».

Pero el factor que realmente está manteniendo a flote el sector tiene raíz musulmana. «Nos está salvando la exportación, sobre todo a países árabes». Antes apenas se vendía fuera un poco en momentos muy puntuales, «como en Navidad y Semana Santa, y a países como Italia y Francia, y poco más». Pero hace unos años «se consiguió colocar el producto en el norte de África, donde no se consume porcino». Carrión calcula que ahora ya se exporta el 70% de toda la producción, principalmente a esos países. Incluso el consumo en España «también se está manteniendo por la cantidad de inmigrantes musulmanes que tenemos», concluye el líder agrario.