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Cayetano Ros, padre de la víctima, muestra una foto de la joven junto a sus padres.
«Beatriz será mía o de nadie»

«Beatriz será mía o de nadie»

Familiares y amigos de la cuidadora de Molina asesinada aseguran que «él estaba encaprichado» y que, al no querer ella tener una relación, «se sintió despechado». La investigación policial halla indicios de que José Antonio Jara preparó el crimen, eligiendo una noche en la que la joven trabajaba sola

Alicia Negre

Lunes, 18 de junio 2018, 11:08

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«Beatriz será mía o de nadie». Con esas seis palabras, cargadas de una terrible amenaza, José Antonio Jara resumió hace unos días una idea que ya había cobrado forma en su cabeza. El conserje del centro que la asociación Astrade tiene en Molina de Segura confesó ese terrible pensamiento a algunos allegados horas antes de acabar con la vida de su compañera, la joven cuidadora Beatriz Ros, según explicó a 'La Verdad' Cayetano, padre de la víctima y exconcejal del Partido Popular. Una frase que afianza la hipótesis que maneja la Policía Nacional de que el brutal asesinato, que ha conmocionado a la Región y ha destrozado varias familias, fue algo premeditado.

Beatriz, de 31 años, y 'El Jara', sobrenombre por el que el presunto asesino, de 48 años, era conocido en su Beniel natal, se conocieron hace ya un tiempo en el centro molinense. La joven llevaba trabajando en la asociación desde que levantó la persiana en Molina, en el año 2011. «Le encantaba su trabajo, aunque era muy difícil y le pasaban muchas cosas», explicaba ayer Miriam Mondéjar, una de sus mejores amigas, a las puertas del tanatorio. «El primer año venía destrozada moralmente».

Beatriz nació en Asturias, pero sus padres, Cayetano y Consuelo, la adoptaron cuando solo tenía un año y pasó toda su infancia y juventud en Molina. «Nunca se lo ocultamos», remarcó Cayetano. «La llevamos desde pequeña a Asturias para que supiese de dónde venía». La joven, hija única, estaba muy ligada a sus padres, con los que comía a diario. Recientemente, explicó su progenitor, se tatuó sus nombres en las piernas. «Ella decía que éramos los pilares de su vida».

Tras estudiar en el colegio Salzillo y en el CEU, esta joven guapa y vivaracha cursó el Bachillerato en el Instituto Goya, una etapa de la que conservaba buenas amigas. Formada como auxiliar de enfermería, tras realizar una retahíla de cursos, tocó a la puerta de la asociación, un trabajo que le apasionaba y que le llevó a conocer a su verdugo.

Sin denuncias previas

El delegado del Gobierno, Antonio Sánchez-Solís, aseguró ayer, a preguntas de los periodistas, que la cuidadora y el conserje habían mantenido una relación sentimental, motivo por el que el asesinato está siendo investigado como un presunto crimen machista. Descartó, además, que entre ambos hubiesen existido denuncias previas.

Los familiares y amigos de Beatriz negaron, sin embargo, que existiese tal noviazgo. «Él estaba encaprichado de mi hija», recalcó el padre de la víctima. «Le mandaba flores y escritos, pero ella no quería estar con él; la mató por despecho». Cayetano explicó que su hija estaba en trámites de separación de su esposo, Ramón, para el que solo tuvo palabras de elogio. Ambos son padres de un niño de cinco años.

Entre Beatriz y 'El Jara', recalcó la amiga íntima de la víctima, existía una profunda amistad que él había querido llevar a más. «Eran confidentes», recalcó. «Hablaban y se contaban las cosas. Ella decía que le gustaba desahogarse con él». Esa relación, sin embargo, según subrayan los allegados, no fue a más. «Él quería, pero ella no. Decía que era muy mayor para ella». Según explicó su amiga, el conserje ya aseguró hace meses a la joven que quería suicidarse ante su negativa a iniciar con él una relación sentimental. Una advertencia pese a la que habían seguido teniendo una estrecha relación. «Ella, de buena, era tonta», concluyó.

Beatriz pasó el sábado con su hijo y unas amigas en el parque de ocio Río Safari de Elche. «No me dijo que hubiese pasado nada, ni que tuviese miedo», explicó Miriam, que la acompañó aquella jornada. «Teníamos muchísima confianza». El domingo ambas habían hablado de la posibilidad de ir a la playa.

Ese fin de semana, como tantos otros, a la joven le tocaba el turno de noche. Entraba a las 23 horas y salía por la mañana. «Pasó por casa y nos dejó a su hijo», recordó su padre. «Antes eran dos cuidadoras por las noches, pero con los recortes estaba solo ella», precisó su amiga.

La sorprendió durmiendo

'El Jara' no tenía que acudir aquella noche al centro. Según precisaron algunos vecinos de Beniel, el hombre, que cuidaba habitualmente de su madre, ingresada en un centro hospitalario, pidió ayuda a un conocido para que le cubriese. La Policía Nacional ha recabado indicios que apuntan a la posibilidad de que tramase con tiempo el crimen. Los fines de semana son, además, el momento en que menos usuarios quedan ingresados en el centro, ya que muchos se marchan con sus familias para disfrutar de esos días.

Haciendo uso de sus llaves, según precisaron fuentes cercanas a la investigación, se coló en las instalaciones cuando la joven estaba dormida. Era en torno a las cuatro de la mañana. El presunto asesino preparó presuntamente la soga con la que tenía previsto quitarse la vida y luego se dirigió a la habitación donde estaba Beatriz. De manera sorpresiva, colocó un cuchillo en el cuello de la joven, que trató de defenderse, de acuerdo a los datos obtenidos inicialmente en la autopsia. Luego le asestó varias puñaladas por todo el cuerpo.

Tras acabar con la vida de la mujer, el asesino se encaminó al recibidor del centro, donde se quitó la vida. Según precisaron las fuentes, hizo hasta cuatro intentos antes de lograrlo. Una compañera que llegó poco antes de las siete y media de la mañana encontró los cuerpos. «Dos guardias nos despertaron por la mañana; nos dijeron que bajásemos al niño al sótano y nos lo dijeron», explicó Cayetano. «La gente trata de darnos ánimos, pero mi único ánimo sería volver a ver a mi hija».

Familiares, vecinos y amigos despidieron ayer a la joven en una misa que se celebró en la iglesia Nuestra Señora de la Asunción de Molina y a la que asistió, además, un nutrido elenco de políticos regionales. Prácticamente era imposible acceder a un templo abarrotado por cerca de un millar de personas, que quisieron arropar a la familia de Beatriz en este momento tan duro.

Por la mañana, vecinos y autoridades se congregaron ante el Ayuntamiento de Molina para dar lectura a un manifiesto. La alcaldesa, Esther Clavero, habló en nombre de todos los molinenses y dejó clara «nuestra más enérgica repulsa y condena a este cruel asesinato, que ha causado una gran conmoción en la población». La presidenta de Astrade, Soledad Guerrero, recalcó que «la entidad está profundamente trastornada. Eran dos trabajadores del centro, los queríamos mucho y eran muy buenos profesionales».

Tras la lectura del manifiesto, se guardó un minuto de silencio en recuerdo de Beatriz. Un mutismo compartido que se vio desgarrado por el llanto incontrolable de una familiar de la chica y por un grito que sonó alto y claro: «Ni una más».

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