Borrar
Un nido de procesionaria en un paraje de El Saladillo
Qué hacer si tocamos una procesionaria

Qué hacer si tocamos una procesionaria

Esta oruga aparece principalmente entre abril y junio y puede producir problemas dermatológicos en humanos e incluso la muerte en animales, en casos excepcionales, si se la comen

sergio conesa

Lunes, 1 de mayo 2017, 09:21

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Con la llegada del calor, uno de los seres que se desarrollan y que pueden afectar a nuestro bienestar es el de la oruga procesionaria, llamada así por su costumbre de desplazarse en fila de un árbol a otro. Es más frecuente que aparezca entre abril y junio y puede causar problemas dermatológicos y oculares en humanos y en animales, por contacto con los pelos urticantes de sus larvas dando lugar a una potente reacción inflamatoria prolongada. Los inconvenientes para las mascotas pueden ser de mayor importancia, ya que si se comen las larvas pueden llegar, en casos excepcionales, a morir por este motivo.

Según explica Jorge Martínez, dermatólogo del Hospital Virgen de la Arrixaca: La dermatitis puede ocurrir por contacto directo con los nidos o con las larvas, o por dispersión a través del aire de los pelos, especialmente favorecida los días de viento. Añade que una vez producido el contacto, la erupción ocurre entre una y doce horas después y se caracteriza por un picor muy intenso y persistente, y granos rosados y blanquecinos sobre una base inflamada. Suele afectar principalmente a áreas del cuerpo descubiertas: cara, cuello, manos, muñecas o antebrazos.

Como consecuencia del picor, el doctor señala que también son frecuentes las lesiones de rascado producidas por el propio paciente. No obstante, no suelen durar más de tres o cuatro días y luego pueden dejar una pigmentación marrón que desaparece en unas semanas. También hay que tener en cuenta que puede afectar a los ojos y las vías respiratorias.

Si no hemos podido evitar que la procesionaria nos intoxique, el tratamiento básicamente se centra en aliviar o calmar los síntomas que produce. Antihistamínicos orales, para aliviar el picor, y cremas antiinflamatorias. También puede ser útil un calmante como el mentol, apunta el dermatólogo. En algunos casos, hay que tener en cuenta que se trata de una enfermedad que puede ir de la mano de ciertas profesiones como guardas forestales o jardineros. Afecta con frecuencia también a personas que hacen acampadas por el monte.

Formas de ayudar a los animales

El perro es el más afectado, aunque también puede ocurrir en los gatos, por el contacto con la procesionaria. Debido a su carácter explorador y curioso, el contacto más frecuente es el oral, que puede dañar la lengua y los labios. También, al igual que en los humanos, pueden verse afectados a través de los ojos y la nariz.

Para evitar intoxicaciones, no se debe pasear por zonas en las que abundan los pinos, salir con el animal con un bozal para que no se coma las orugas o llevarlo atado con una correa para controlar lo que hace y lo que olfatea.

El secretario del Colegio Oficial de Veterinarios de la Región de Murcia, Manuel Zapata, indica que los síntomas más comunes que muestran los animales son nerviosismo, que se toque mucho la boca con las patas (por el dolor) o actos de deglución rápida e hipersalivación son algunos de ellos. Prosigue explicando el veterinario que si no se trata, en pocos minutos aparecerá el edema y la inflamación de la lengua y los labios, que puede llegar a hacer que el animal no pueda cerrar la boca.

Más grave puede ser la situación si se ha tragado la oruga: Pueden aparecer vómitos, edema laríngeo y dificultad para respirar. Tras una hora empezarán las consecuencias de un mal retorno venoso y la cianosis (falta de oxígeno, que da lugar a que la lengua aparezca de un color entre azul y violeta) y finalmente la muerte de las células y el tejido afectado. Incluso si no se pone remedio a los síntomas que produce la procesionaria, el proceso continúa con fiebre, convulsiones, respuesta inflamatoria sistémica, fallo circulatorio y muerte, según indica Manuel Zapata.

Para evitar que la intoxicación siga su curso y que las consecuencias sean graves para el animal, podemos tomar varias medidas. Tras un paseo por zonas en las que abunden pinos y se aprecie alguno de los síntomas anteriormente mencionados, debemos de acudir inmediatamente al veterinario. En caso de no llevar a nuestra mascota de manera inmediata a una consulta, podemos empezar a ayudarlo en casa. Hay que lavar la lengua o la zona afectada con agua caliente, ya que la toxina que deja la procesionaria se desactiva con el calor, pero sin frotar para no romper los pelos. También se puede utilizar agua caliente con vinagre o jabón, explica el veterinario.

No obstante, pese a los cuidados en casa es necesario acudir a un veterinario que trate al animal de la manera más adecuada tras observar su estado. El tratamiento se basará especialmente en la aplicación de corticoides de acción rápida, protectores gástricos y antibiótico. Incluso si el animal llega con síntomas de un 'shock' anafiláctico será necesario el uso de epinefrina o adrenalina, señala el veterinario. Dependiendo de la importancia de la intoxicación, una vez tenga el alta, añade Manuel Zapata, que deberemos seguir tratándolo en casa para evitar así la aparición de secuelas graves, siguiendo las instrucciones del profesional que trate al animal.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios