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Zona de comercios de la urbanización Camposol, en Mazarrón, donde viven más de 6.000 ciudadanos británicos.
«Esto no es Marbella»

«Esto no es Marbella»

Los británicos de la Región temen perder pensiones y asistencia sanitaria gratuita por el 'Brexit: «A la gente no le sobra el dinero aquí»

Pedro Navarro

Domingo, 9 de abril 2017, 00:51

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Lo que muchos votaron con la esperanza -fundada o no- de un futuro mejor para su país podría tomar para otros un cariz de tragedia griega. El inicio de las negociaciones para la salida del Reino Unido de la Unión Europea ha aumentado la sensación de incertidumbre para los casi 13.700 británicos censados en la Región de Murcia. No obstante, ante lo incierto del desenlace del camino emprendido por el Gobierno de Londres, y frente a las advertencias de los más agoreros, los 'guiris' residentes en la Comunidad han adoptado la actitud de los tres monos sabios del santuario japonés de Toshogu: «No ver, no oír, no decir».

Han decidido así resignar su destino a los 'dioses' de la diplomacia británica, confiados en que estos logren un buen acuerdo con las instituciones comunitarias o ibéricas que les permita continuar su vida en España como hasta ahora. Y dentro de dos años, ya se verá. De hecho, la mayoría no se plantea ninguna otra posibilidad. Eso es al menos lo que se palpa en el ambiente de Camposol, la urbanización mazarronera que concentra la mayor colonia de británicos en la Región. Un enclave de casi 6.000 habitantes plagado de jubilados que llegaron aquí persiguiendo el calor.

«Nadie sabe lo que va a pasar, ni siquiera la primera ministra, pero esperamos que no cambie nada», señala desde la terraza del campo de golf Barry, uno de los pocos habitantes del 'Little Britain' murciano que habla español. Este pensionista es un buen exponente de cuáles son los aspectos que más inquietan a este grupo de expatriados: el cobro de sus pensiones y la posibilidad de perder algo tan básico para ellos como la asistencia sanitaria.

«Por un lado, lo que recibimos ahora se revaloriza anualmente en función de la inflación española, y eso se podría perder; por otro, la mayoría de los que estamos aquí tenemos más de 65 años. Si tenemos que pagar el médico en efectivo, con las veces que algunos acuden a la consulta, se tendrían que marchar», se sincera Barry con la esperanza de que el peso demográfico de sus compatriotas en España permita un acuerdo de reciprocidad ventajoso.

Marilyn, una recién llegada a Mazarrón, estaría dispuesta a afrontar el pago de un seguro privado si se diera el caso. «Ya lo hice años atrás, pero llegado un punto me suponía un desembolso muy alto; si consiguiéramos un buen precio...», deja caer, al tiempo que bromea con la posibilidad de conseguir la nacionalidad escocesa, la misma de su marido, «si se las apañan para seguir en la Unión Europea».

Con disfraz de enfermera y en una orilla de la calzada, Jenny también pone de relieve lo importante que, para esta gente, supone tener a mano un médico amigo. Ella, que recauda fondos para mejorar la atención sanitaria a los residentes de la urbanización, todavía se frota los ojos ante el resultado del referéndum del año pasado. «Conozco a personas que ya se arrepienten de haber votado por la salida. No sabían lo que escogían», confiesa. Es la misma línea de opinión de Melissa, propietaria de una café bar en Camposol y residente desde hace 20 años en la Región. «El 'come out' es un error, por muchas razones, y es vergonzoso para los expatriados que vivimos en España; nos hace sentir como si fuéramos racistas y esto no es muy agradable. Además, puede afectar a algunos de nuestro derechos», remarca. «De aquí no me sacan, yo no volveré nunca al Reino Unido; mis hijos nacieron aquí, son más españoles que ingleses y tenemos un negocio», proclama cuando se le sugiere por la posibilidad de tener que retornar a su país.

Posturas contradictorias

La del desacuerdo y la de la inquietud son dos de las posiciones que asumen algunos de los vecinos de esta zona. No es extraño, sin embargo, encontrar otras posturas, en cierto modo, más contradictorias. Dawn, con 12 años de residencia en España, no pudo volver a las islas para votar en la consulta porque su marido estaba enfermo. No obstante, si hubiera podido, lo habría hecho por el 'Brexit'. «Marcharnos pude ser mejor, como los políticos nos dicen. y así evitamos cumplir con muchas normas comunitarias», piensa esta mujer que, como muchos de sus compatriotas, reconoce no sentirse europea. Ella espera regresar algún día a Inglaterra, pero por decisión propia y no obligada. «Nosotros podríamos afrontar el pago de un seguro, aunque también es posible que el precio de la sanidad hiciera que la gente deje de venir aquí». Aunque espera un buen acuerdo de reprocidad, Dawn plantea, sin embargo, un posible argumento a esgrimir desde España: la asistencia sanitaria a jubilados británicos podría ser más costosa que la prestada a jóvenes emigrantes españoles.

Jasmine y Vera tienen una posición similar. «Si hubiéramos vivido en Inglaterra, habríamos votado por marcharnos, porque creemos que el 'Brexit' supone más oportunidades para Reino Unido, para hacerlo grande de nuevo», señalan con un discurso en el que resuenan ecos de las políticas defendidas por Trump o Marine Le Pen. «Ahora lo importamos todo. Así se fabricarán más cosas en nuestro país, se pueden crear más empleos y podremos controlar quién entra y quién sale», apostillan. Asimismo, quieren y confían en que sus derechos en España no se vean resentidos. «No creemos que haya problemas, pagamos impuestos aquí», indican, a pesar de que el montante de las pensiones públicas británicas -no así otros ingresos- tributa íntegramente en Reino Unido, según los convenios vigentes.

Permiso de residencia

Hay que tener en cuenta que, aunque la mayoría de los que viven aquí ni se lo plantean, conseguir un permiso de residencia podría ser ahora también problemático para ellos. Tal y como establece la legislación, para obtener un visado permanente es necesario disponer de más de 2.000 euros mensuales para manutención y contar con el consabido seguro médico. Respecto a este segundo extremo, María Elena, comercial de una correduría de seguros ubicada en la urbanización, no ha visto movimiento. «Aquí nadie ha venido a preguntar sobre cuánto les costaría; en el fondo tienen miedo, pero prefieren no hablar del tema», explica. «Una póliza -si se les puede hacer, ya que algunos son muy mayores- puede salir entre 70 y 120 euros mensuales y muchos no se lo pueden permitir. Aquí te pelean un cambio de compañía hasta por dos euros», añade.

Esta cuestión enlaza, asimismo, con la dificultad de acreditar la renta o el patrimonio necesario. «Esto no es Marbella, a la gente aquí no le sobra el dinero. Muchos vendieron la casa en Inglaterra y con eso compraron una más barata aquí y tiran de la diferencia ingresada y de la pensión para vivir pero, como puedes ver, sus coches no son caros y su ropa tampoco es precisamente nueva», remarca. «Además, muchos, totalmente desarraigados, están aquí todo el año, pero otros van y vienen de su país sin dar cuentas y ahora tendrán que dar más explicaciones».

Con todo, y pese a las posibles dificultades que se avecinan, los británicos de la Región se encuentran en 'impasse' y no se percibe el interés por tomar medidas para salvar ciertas dificultades legales. Por ejemplo, apenas 26 personas en Murcia y cuatro en Alicante han pedido desde 2015 realizar la prueba de conocimiento necesaria para adquirir la nacionalidad española. De momento, deslumbrados por las luces, prefieren 'no ver, no oír, no decir', vivir el momento y lo que tenga que ser, ya se verá.

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