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Blas, con su abogado, Armando Mira.
«Tengo que coger una cuerda y ahorcarme»

«Tengo que coger una cuerda y ahorcarme»

Blas, un agricultor que heredó seis fincas de su hermano, acumula hoy una deuda de más de un millón de euros

JORGE GARCÍA BADÍA

Domingo, 26 de febrero 2017, 08:37

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Después de pasarse toda una vida en el campo de sol a sol, Blas tuvo que dejar el trabajo para cuidar a su hermano enfermo de cáncer. Cuando este falleció, este vecino de Molina de Segura se convirtió en el único heredero de todo su patrimonio, seis fincas valoradas en 1.230.000 euros y una póliza de un seguro de vida por importe de 91.781 euros. «¡Tengo que coger una cuerda y ahorcarme!», clama sin consuelo este pensionista de 71 años. Blas aclara que no ha perdido la cabeza, toda la culpa la tiene su herencia: «¡Es una patata envenenada!». Este agricultor jubilado no ha ido a la escuela y cuando murió su hermano se fió de la prevaloración que hizo la Comunidad Autónoma de sus terrenos, firmó la escritura ante notario, y le giraron un Impuesto de Sucesiones que casi le provoca una taquicardia: 627.000 euros. «Va a seguir pagando hasta el fin de sus días», se lamenta su letrado, Armando Mira, del bufete Sinergia Abogados. «La Comunidad se aprovechó de la burbuja inmobiliaria», zanja.

  • Es más económico hacer

  • un testamento (de 36 a 40 euros) que una declaración de herederos (200 euros).

  • El número de herederos es directamente proporcional al coste del Impuesto de Sucesiones.

  • Cuanto mayor es el número de herederos menos se paga por el impuesto, y viceversa.

  • Cuanto menor es el grado de parentesco

  • (grupo 1, 2, 3 y 4) mayor es el coste del impuesto y viceversa.

  • Cuanto mayor es el número de propiedades

  • mayor es el coste del impuesto.

  • La Comunidad Autónoma hace prevaloraciones de las propiedades,

  • pero estas pueden ser más altas también que las peritaciones independientes y la valoración repercute en el importe final del impuesto.

  • El banco no permite tocar dinero heredado en una cuenta,

  • por ejemplo de ahorro o corriente del fallecido, hasta que se acredita el pago del Impuesto de Sucesiones. Solo permite tocar la cuenta cuando se justifica que es para pagar el citado tributo.

Blas perdió a su hermano en marzo de 2007 y, una década después, sigue tratando de sacudirse la herencia que se envenenó con el Impuesto de Sucesiones. «Pensé que podría vivir más desahogado y que solucionaría el futuro de mis hijos», recuerda. El estallido de la crisis económica impidió a este molinense encontrar comprador para las fincas dentro del plazo legal de seis meses que tenía para pagar el impuesto. «Tuvo que pedir una prórroga, pero no encontró compradores y al solicitar la segunda prórroga hipotecó las dos fincas urbanas a favor del Gobierno regional», resume el abogado. «Hemos llevado el caso a los tribunales, pero el problema es que firmó ante notario, y la Comunidad Autónoma ni siquiera acepta la dación en pago para saldar el impuesto con los terrenos».

Blas tampoco pudo cobrar ni un euro del seguro de vida de su hermano (91.781) porque lo adelantó para pagar una parte del impuesto. Sin embargo, con los intereses de demora, «la deuda, actualmente, supera el millón de euros».

Embargado

En la cuenta bancaria de Blas no puede figurar ninguna cantidad más allá de los 636 euros de la pensión con la que malvive, ya que la Consejería le embarga cualquier ingreso adicional. El año pasado le 'soplaron' 758 euros y, en enero, otros 12. «¡Metí ese dinero para pagar el teléfono móvil!», denuncia amargamente este agricultor jubilado. «Su pensión es inembargable porque es inferior al salario mínimo interprofesional», aclara el abogado. «Cuando fallezca no podrá dejarle herencia a ninguno de sus hijos porque les dejaría el activo (las fincas) y el pasivo (la 'púa' del impuesto)». Y la afirmación del letrado se clava como un puñal en Blas: «Esto es una canallada». Mientras no venda las fincas, seguirá entrampado. Armando Mira cree que este impuesto, al estar gestionado de forma distinta en cada comunidad, «genera una violación del principio de igualdad y habría que replantearlo para evitar que se generen responsabilidades tributarias tan altas que evitan que algunas familias puedan heredar».

De forma similar se pronuncia Ana Cristina Carrillo, de Carrillo Asesores, especializada entre otras áreas en ofrecer asesoramiento sobre herencias. «Se debería igualar el Impuesto de Sucesiones en todas las comunidades autónomas porque es inconstitucional y se están cargando el traspaso de bienes de padres a hijos», sentencia. De hecho, «la gente le ha visto las orejas al lobo y, antes de que se produzca el fallecimiento, vienen aquí para que les planteemos un escenario de tributación», subraya la letrada.

«Heredas y te arruinas»

«Mi madre está enferma y vamos a arreglarlo todo en vida, antes de que fallezca», reconoce Rosa, empresaria de Murcia. Su familia acudió a Carrillo Asesores porque atesoran una larga (y desagradable) relación con el Impuesto de Sucesiones. Primero, con la muerte de su padre, en el año 2007. Después, con la muerte de dos de los cinco hermanos, en 2015. Rosa, a pesar de no querer desvelar su identidad, no puede ser más clara: «Desde que murió mi padre estamos pagando: heredas y te arruinas». El patriarca les dejó la empresa de suministro industrial que fundó en 1960, sus sucursales, y el patrimonio que generó a lo largo de su vida laboral: diez propiedades, cuatro cuentas bancarias... «Uno de mis hermanos tenía una carpintería y se arruinó para pagar el impuesto y otro tuvo que malvender las propiedades porque la herencia le ahogaba».

Esta empresaria ha sufrido en su propia piel los vaivenes del impuesto, ya que el Gobierno regional ha modificado las deducciones de este tributo cuatro veces. «Tanto cambio normativo es vergonzoso», lamenta. Sus dos hermanos murieron entre el 6 y el 11 de julio de 2015, cuando no existía ningún tipo de bonificación en el Impuesto de Sucesiones. Así, Rosa todavía está pagando 11.000 euros por la herencia de uno y 12.000 euros por la del otro. Si hubiesen fallecido a partir del 8 de agosto de ese mismo año la familia se habría beneficiado de una bonificación del 50%. «Se muere un familiar y encima te generan un problema».

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