Borrar
Imagen del incendio de la Asamblea Regional, el 3 de febrero de 1992.
«Pudo haber ocurrido una desgracia ese día»

«Pudo haber ocurrido una desgracia ese día»

Tres exdiputados y un representante de los trabajadores rememoran para 'La Verdad' cómo fue la protesta del 3 de febrero de 1992 que culminó con el Parlamento murciano en llamas

Marta Semitiel

Viernes, 3 de febrero 2017, 01:01

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Las imágenes fueron mucho más impactantes que la realidad. Es algo en lo que están de acuerdo los cuatro entrevistados: Juan Ramón Calero, exdiputado y portavoz del Partido Popular en la Asamblea Regional hace 25 años; Ramón Ortiz, que ocupaba el mismo cargo para el PSOE en el Parlamento murciano; Pedro Antonio Ríos, exdiputado y portavoz de Izquierda Unida, y José Luis Romero, entonces secretario de CC OO en la ciudad de Cartagena y expresidente del comité de Bazán, una de las industrias afectadas.

Cartagena se hallaba inmersa en una crisis ''tremenda'', según recuerda Ríos: ''Aquel año se habían perdido casi 15.000 empleos directos y la ciudad se encontraba en plena reindustrialización. Cartagena se entristeció y se cayó al destruirse tres pilares básicos de su industria''. Los cierres y despidos se sucedían en Metalúrgica Peñarroya, la empresa de fertilizantes Fesa-Enfersa y Bazán, dedicada a las construcciones navales militares. Los exdiputados recuerdan que las protestas reivindicativas de los trabajadores y las propuestas de los sindicatos y comités de empresa se alternaron durante dos años consecutivos. ''Aquella era una manifestación más, como las que habían celebrado en otras ocasiones'', asegura Ríos.

Romero confirma esa versión: ''Era algo que hacíamos con frecuencia y no habíamos tenido ningún problema hasta entonces. Yo aquel día iba con los trabajadores de Bazán, porque habíamos pensado ir al Inem todos juntos a pedir una compensación salarial, como protesta. Pero entonces nos enteramos de que Carlos Collado iba a comparecer esa mañana en la Asamblea y que unos 50 trabajadores de Peñarroya iban a ir a manifestarse, y de rebote decidimos unirnos, para decirle al presidente de la Comunidad que nos había engañado con el tema del ERE de Bazán en Cartagena, pero no fue algo planeado''. Sin embargo, cuando los 200 obreros de Bazán intentaron acercarse al Parlamento, se encontraron ''con un cordón policial que no nos dejaba pasar. Nos encaramos con ellos y les dijimos que por qué no nos dejaban. Y entonces cargaron contra nosotros''.

Una decisión «equivocada y sobredimensionada»

''Ese despliegue policial era para actuar, estaba compuesto de antidisturbios y lecheras. No era como otras veces en las que el mando en cuestión hablaba con ellos para dejar que pasase un grupo de trabajadores a la Asamblea. Que era lo que se debía haber hecho'', puntualiza el exdiputado de IU. Pero Calero y Ortiz no están de acuerdo con él. Ambos creen que la decisión de Concepción Sáenz, entonces delegada del Gobierno y responsable de aquel despliegue policial, fue adecuada y consecuente con su cargo político. ''A mí me parece injusto culparla a ella y creo que a los mandos policiales les faltó experiencia para gestionar aquella manifestación'', asegura el socialista. Por su parte, el popular considera ''adecuada'' la toma de decisiones de Sáenz, ''puesto que nos habían rodeado y los policías estaban allí para protegernos''.

Los tres exportavoces parlamentarios y el secretario de CC OO coinciden, sin embargo, en que la carga policial del inicio fue el detonante del conflicto. ''Nosotros no íbamos allí con intención de pelearnos con nadie. Solo queríamos hablar con Collado. Si nos hubieran dejado pasar a dos o tres, pacíficamente, no habría pasado nada más'', asegura Romero. ''Pero nos dieron de palos. A mí uno me metió con la porra en la boca. Claro, eran más que nosotros y nos ganaron por goleada'', recuerda entre risas el representante sindical.

Fue entonces cuando los propios trabajadores de Bazán y Peñarroya que se encontraban en su jornada laboral acudieron al auxilio de sus compañeros: ''Todavía me acuerdo de ver a una caballería de 2.000 monos azules bajar por la calle, pertrechados hasta las orejas. Claro, habían escuchado que nos habían pegado y acudieron a defendernos con los bolsillos llenos de tornillos, de lo que pillaron en la fábrica'', recuerda Romero.

Un jamón con pan de molde

Las carreras, los disturbios, las pelotas de goma, las balas de humo, los golpes. Nada de aquello llegaba adentro de la Asamblea. ''A lo largo de la mañana nos habían rodeado y cuando acabó el pleno nos dijeron que no podíamos salir. Entonces los 44 diputados nos quedamos a comer allí'', relata el exdiputado del PP. ''Pero claro, aquello no estaba previsto, así que no había comida ni pan para todos. Le metimos mano a un jamón y nos tuvimos que conformar con pan de molde'', ríe Calero. ''Yo de aquello no me acuerdo'', secunda el socialista al ser preguntado por la anécdota, ''sí es cierto que nos quedamos sin pan, pero no recuerdo el jamón... Nuestra angustia era diferente, porque era nuestro partido el que estaba en el gobierno''.

Sobre las seis de la tarde, todavía con diputados en el interior del recinto, ''alguien no identificado lanzó un cóctel molotov por una ventana rota del salón de actos, justo bajo el despacho del presidente de la Cámara'', relató para 'La Verdad' el historiador Luis Miguel Pérez hace unos años. Nunca se supo quién lanzó aquel artefacto a las ventanas del primer piso de la Asamblea Regional, pero los cuatro entrevistados están convencidos de que fue algo que sucedió ''por error y sin querer''. Ríos recuerda que las investigaciones posteriores concluyeron que había sido ''alguien externo a la manifestación, porque no lograron encontrar pistas'', y Calero deja en el aire la duda de que pudiera ser ''un error'' de la propia policía, pues no se explica ''cómo pudo llegar al primer piso un artefacto lanzado a mano''.

Romero fue el único que vivió aquel 3 de febrero de 1992 desde fuera del Parlamento. El sindicalista reconoce que en un primer momento, ''la primera reacción que tuve fue 'que se jodan', porque no te imaginas la paliza y las corridas que nos dieron los policías. Luego ya cuando pasó un tiempo me dio pena, porque fui consciente de que podría haber ocurrido una desgracia ese día, y porque la sensación era que habíamos tenido que llegar a eso para que nos escucharan''. El representante de CC OO y los exdiputados de la oposición creen que en aquella protesta estuvo el germen del Plan de Recuperación Económica para Cartagena.

Tristeza, frustración e impotencia

La quema de la Asamblea Regional produjo en todos los parlamentarios una mezcla de tristeza, frustración e impotencia. ''Lo que estaba pasando allí era una pena, habían incendiado el Parlamento en plena democracia... sentimos mucha frustración y nos preocupamos mucho por la imagen que íbamos a dar en España'', reconoce el portavoz socialista.

''Yo no recuerdo haber tenido miedo ni experimentado sensación de pánico en ningún momento. El incendio fue más escandaloso por el humo que otra cosa'', asegura Calero. Sin embargo, las imágenes de la Asamblea Regional en llamas dieron la vuelta al mundo. El exdiputado de IU, que había conseguido salir del edificio y ya iba de vuelta a Murcia cuando se enteró de la quema, asegura que ''el problema fue que la sala donde cayó el cóctel estaba forrada de moqueta y aquello prendió en seguida. Volví a Cartagena en cuanto Miguel Navarro me llamó para decírmelo. Y cuando lo apagaron y entramos a verlo, recuerdo que la cara de Miguel reflejaba un inmenso dolor... Aquel fue un día que todos vivimos con tristeza e impotencia''.

El 3 de febrero de 1992 se saldó en Cartagena con 40 heridos, varios contenedores y furgones de la Policía quemados y un parlamento en llamas; aunque todos reconocen que el de la Asamblea fue, tal como describe Calero, ''un incendio muy poquito''.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios