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Un policía, ante la vivienda donde se parapetó el hombre que amenazaba con matar a sus hijos.
Un negociador policial logra arrestar a un hombre atrincherado con tres hijos

Un negociador policial logra arrestar a un hombre atrincherado con tres hijos

El vecino de Molina de Segura, armado con cuchillos y gasolina, agredió a su esposa y amenazó con prender fuego a la casa con los tres menores dentro

Ricardo Fernández

Jueves, 12 de enero 2017, 01:00

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No es muy habitual, por fortuna, que la Policía Nacional tenga que requerir la intervención de su negociador, un agente especialmente formado para tratar con quienes se atrincheran en una vivienda y amenazan con causarse daño a sí mismos o, lo que es especialmente grave, a terceras personas. Pero cuando eso ocurre, el asunto nunca es trivial.

Como no lo eran los hechos que se estaban produciendo en un domicilio de Molina de Segura, a primeras horas de la noche del pasado viernes, cuando un hombre de 32 años de edad, con antecedentes delictivos y que incluso ha estado ingresado en prisión durante algunas temporadas, según fuentes policiales, se hizo fuerte en la vivienda después de agredir presuntamente a su esposa y de echarla a la calle.

La situación era particularmente delicada, ya que el varón se había encerrado con sus tres hijos de corta edad -dos pequeños de siete años y otro de tres años- y se había pertrechado de un auténtico arsenal de armas blancas. Además aseguraba disponer de un recipiente con gasolina y aseguraba, en un estado de gran excitación, que estaba dispuesto a prender fuego a la casa con todos ellos en su interior.

Ante esta situación, los responsables de la Jefatura Superior de Policía de Murcia requirieron la presencia en el lugar del especialista en negociaciones, un inspector con un alto grado de especialización en este tipo de intervenciones.

Cuando el funcionario llegó al domicilio se encontró con la grata sorpresa de que sus compañeros de la Comisaría de Molina de Segura habían convencido al hombre para que liberara a los tres menores de edad. Con ello había desaparecido el principal motivo de preocupación de todos los agentes intervinientes en esa situación de emergencia, pero no por ello el problema estaba completamente resuelto.

Siempre según un portavoz oficial del Cuerpo y de fuentes conocedoras del suceso, el protagonista del incidente seguía mostrándose muy violento y esgrimía armas blancas con las que amenazaba con matar a los policías que trataran de penetrar en la vivienda. Además aseguraba que las puertas del inmueble habían sido reforzadas y que estaban bloqueadas por dentro con barras de hierro, por lo que advertía de que era inútil intentar penetrar rápidamente en la casa.

Después de dos horas de conversación con el atrincherado a través de la reja de una ventana, el negociador aprovechó un instante en el que su interlocutor se relajó para atraparle por un brazo y atraerlo hacia sí, con lo que logró retenerlo contra los barrotes. Varios agentes, que seguían la evolución de los hechos sin perder detalle, reaccionaron con igual rapidez y consiguieron esposar al sospechoso a la reja.

Con el varón ya inmovilizado y sin suponer una amenaza para los policías, estos requirieron la colaboración de los bomberos para tirar abajo un trozo de pared y forzar la puerta, con lo que pudieron detenerlo y trasladarlo a comisaría.

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