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El jurado absuelve a Stan del asesinato de los holandeses y a De Alba de encubrirlo

Los dos únicos autores del doble crimen serán castigados con un máximo de 34 años de prisión al aplicarse la atenuante de dilación indebida en el proceso

R. FERNÁNDEZ/J. RUIZ

Viernes, 28 de octubre 2016, 01:59

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Si una imagen vale más que mil palabras, no tiene precio la de dos policías quitándole en la sala de vistas las esposas a Constantín Stan, mientras este dirigía sus ojos llorosos al cielo y la madre de Ingrid Visser se echaba las manos a la cabeza con gesto de incredulidad y desesperación. Imposible hallar palabras con las que superar la fuerza de esta escena, que ayer se desarrolló en la Audiencia Provincial de Murcia inmediatamente después de que la portavoz del jurado popular hubiera acabado de leer su veredicto.

Por unanimidad de sus nueve miembros, el tribunal ciudadano decidió absolver al rumano Stan de los dos asesinatos de los que hasta el momento, y a lo largo de casi tres años y medio, ha venido siendo acusado y por los que ha permanecido todo ese tiempo en prisión preventiva.

Las múltiples contradicciones y hasta las manifiestas falsedades en las que incurrió a lo largo de la investigación judicial y en su declaración en el juicio no fueron óbice para que el jurado, sin fisuras, diera por buena su versión de que se encontraba durmiendo en la planta superior de la Casa Colorá, en estado ebrio y ajeno a todo, mientras Juan Cuenca y Valentín Ion masacraban a golpes a la pareja holandesa.

Estos, sin embargo, sí fueron declarados culpables del doble asesinato, con las agravantes de alevosía y de haber mediado precio en los crímenes, aunque en el caso de estos dos acusados la cuestión resultaba de mucha menor complejidad por cuanto ambos habían reconocido su culpabilidad. Con todo, el hecho de que el tribunal haya considerado que es de aplicación la circunstancia atenuante muy cualificada de dilaciones indebidas, por los retrasos injustificados en la investigación, permitirá que se beneficien de una considerable reducción de penas. De tal forma que cada uno de ellos será condenado a un máximo de 34 años de prisión -como reclamaron la fiscal y la acusación particular- y un mínimo de 20 años si se atiende a la petición de sus letrados, José María Caballero Salinas y Pablo Ruiz Palacios.

El papel de Constantín Stan, según las conclusiones alcanzadas por el jurado, consistió en ayudar a descuartizar y a enterrar los cuerpos de Lodewijk Severein e Ingrid Visser. Este hecho ha motivado que se le considere culpable de un delito de encubrimiento, que está penado con un máximo de tres años de prisión. Sin embargo, la aplicación de la misma atenuante de dilaciones indebidas mermará la pena hasta un máximo de cinco meses, que es lo que pide la fiscal, y los tres meses que solicita su letrado, Melecio Castaño.

No se enteró de nada

Otro tanto cabe señalar acerca del cuarto encausado, Serafín de Alba, quien venía siendo acusado de encubrimiento como sospechoso de haber prestado su huerto de Alquerías para enterrar los cuerpos y que se convirtió en el otro gran beneficiado por el veredicto. Tampoco en este caso sus cambios en las declaraciones, ni el hecho de que alguna afirmación quedara claramente desacreditada por las pruebas periciales, fueron impedimento para que triunfara su explicación de que no fue consciente de que, a lo largo de cinco horas, los dos rumanos sepultaron en su finca de Alquerías los cuerpos desmembrados de Lodewijk e Ingrid.

Atendiendo a la petición de su letrado, Fidel Pérez Abad, el tribunal popular decidió declarar la no culpabilidad de De Alba con el argumento de que estaba convencido de que los rumanos estaban arrancando un árbol seco de su huerto.

Sin opciones de defensa

Al margen de las responsabilidades penales individuales, el jurado popular, después de un día de deliberaciones, consideró probado que las posibilidades de defensa de la pareja de holandeses quedaron completamente «anuladas por lo remoto del lugar al que fueron conducidos, el número de agresores, lo inesperado y rápido del ataque y las características de los objetos empleados para golpearles». Unos hechos que definen la circunstancia conocida como alevosía, que es de aplicación cuando las víctimas no tienen la menor oportunidad de defenderse.

Los miembros del jurado -cinco mujeres y cuatro hombres- también dejaron constancia de que los golpes que acabaron con las dos vidas fueron asestados «con objetos grandes, romos, duros y contundentes» y que tanto Lodewijk como Ingrid eran personas de gran envergadura y de «complexión atlética y fuerte».

Al contrario, el tribunal popular no ha apreciado la atenuante de confesión para Cuenca e Ion, al no haber admitido lo sucedido «de forma veraz, eficaz y completa».

Con todos esos elementos en sus manos, el magistrado Enrique Domínguez deberá fijar ahora las penas definitivas para los dos autores materiales de los asesinatos, y de Stan como mero encubridor. Anoche mismo, tras la lectura del veredicto, este rumano recuperó la libertad.

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