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María (nombre ficticio) sufre acoso de su empleador.
«Me decía que me fuera a la cama con él, que me daba 20 euros»

«Me decía que me fuera a la cama con él, que me daba 20 euros»

Un estudio señala que el 22% de inmigrantes empleadas del hogar ha sufrido algún tipo de acoso sexual | Dos mujeres residentes en la Región relatan a 'La Verdad' cómo sufrieron hostigamiento en su puesto de trabajo

FRAN j. OLMOS

Lunes, 24 de octubre 2016, 08:39

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El acoso sexual al que son sometidas las limpiadoras del hogar es un problema generalmente desconocido por la sociedad. Sin embargo, no hay más que echar un vistazo a diversas páginas web donde muchas mujeres anuncian sus servicios como empleadas del hogar para descubrir que no son situaciones aisladas, sino un fenómeno frecuente. «Abstenerse propuestas sexuales» es una aclaración que figura en prácticamente todos los anuncios, un dato que se expone en ocasiones incluso resaltado en mayúsculas, junto a la edad, la disponibilidad o el lugar de residencia. En cambio, cuando es un hombre el que oferta ese tipo de servicios, algo raro de por sí, ninguno de los anunciantes parece tener la necesidad de incluir esa línea. No tienen miedo de que se les pida servicios sexuales como parte del trabajo. Se trata de un tipo de acoso que viven en primera persona numerosas empleadas del hogar, un colectivo vulnerable y desprotegido ante la violencia sexista.

La necesidad económica, en el mayor de los casos, es lo que hace que las mujeres soporten las duras condiciones de este trabajo. Es el caso de María (nombre ficticio), una colombiana de 58 años que reside en Murcia desde hace nueve. Ella asegura haber sufrido acoso sexual por parte de su empleador y cuenta su historia desde el anonimato, ya que aún continúa trabajando, desde hace siete años, en la casa donde se produjo el suceso. Un día él ya no se conformaba con recibir sus servicios como limpiadora, sino que le pidió favores sexuales a cambio de una propina. «Me decía que me fuera a la cama con él, que me daba 20 euros», relata la víctima. A pesar de que rechazó la proposición, sigue viviendo situaciones de acoso durante su jornada laboral. «Él me sigue donde yo voy, sale de la casa y se esconde para ver si yo salgo», confiesa la trabajadora interna visiblemente asustada. Debido a su situación económica, dejar el trabajo no es una opción para ella y se ve obligada a enfrentarse al miedo que le inspira el propietario de la casa.

Inseguridad

Unas 40.000 mujeres en España son víctimas de la inseguridad laboral, es decir, sin contrato en regla, según los datos aportados por Comisiones Obreras. De esa cifra, un porcentaje indeterminado se encuentra en el país en situación irregular y se ven obligadas a soportar unas condiciones de trabajo precarias a las que, en algunos casos, se suma tener que lidiar a diario con el acoso sexual de sus empleadores. Algunos de ellos se aprovechan del desamparo que sienten estas mujeres y lo utilizan en su propio beneficio.

Según un estudio realizado en 2015 por Sortzen Consultoría (Vizcaya) y Mujeres con Voz, especialista en igualdad y empoderamiento, el 22% de las mujeres inmigrantes empleadas del hogar ha sufrido algún tipo de acoso sexual, el 27% insultos racistas o sexistas y un 45% manifiesta que cuando oferta sus servicios recibe llamadas de tipo sexual. Estas cifras no reflejan la totalidad de las mujeres que han sufrido algún tipo de acoso, ya que el miedo hace que la mayoría sufra ese martirio en silencio.

Muchas empleadas del hogar carecen de permisos de residencia y tienen miedo a ser deportadas y necesitan desesperadamente el trabajo para mantener a su familia. Esos factores, junto a las dificultades para demostrar las agresiones en una denuncia formal, las pone en una situación de vulnerabilidad que es aprovechada por los acosadores.

«Aguanto por mis papeles»

Otra víctima con la que ha podido contactar 'La Verdad' lleva cuatro años en España y llegó desde África con el propósito de conseguir una vida mejor. Sin embargo, el trabajo de empleada que desempeñó durante un año y ocho meses se le hizo insoportable cuando tuvo que lidiar con las proposiciones indecentes de su jefe, un anciano de 80 años. El que parecía un buen trabajo se convirtió en un caso más de acoso sexual.

«El primer día me levanté y vino el señor hacía a mí, decía "Hola hija, ¿cómo estás? ¿Has dormido bien?". Y en ese momento me cogía la mano, pero yo no tenía ni idea que detrás de este gesto tenía otro pensamiento. Decía "Dame un beso" y yo "No, papá, pero cómo te voy a dar un beso, estate tranquilo"», relata la mujer, de 37 años, que prefiere no desvelar su identidad, ya que está en pleno proceso para regularizar su situación en el país.

Cada día que pasaba, la situación iba a peor. «Una tarde me llamó y me dijo "Ven para acá". Y yo fui, pensando que era para ayudarle a hacer algo. Y me cogió la mano y me dijo "tócame"», añade la víctima. Su empleador, como represalia, la chantajeó bajándole el sueldo de 750 euros a 700 euros alegando que era por no tener el permiso de trabajo. Aguantó hasta que la situación se hizo insoportable, pero finalmente se vio incapaz de continuar trabajando para ese hombre.

Para luchar contra la precariedad y el acoso laboral, en 2012 se creó la Asociación Empleadas del Hogar de la Región de Murcia. Gracias al proyecto 'Empleadas del hogar, ciudadanas migrantes con derechos', impulsado por Acsur-Las Segovias, las mujeres que residen en la Comunidad cuentan con ayuda para denunciar casos de este tipo.

Reina Ticona, presidenta de la agrupación, relata a 'La Verdad' que desde su creación han conocido la existencia de cuatro casos de acoso sexual, pero eso no quiere decir que no existan muchos más. «Es un tema muy delicado que la gente no se atreve a contar», señala Ticona, quien explica que gracias a los talleres de mediación y yoga han conseguido que las mujeres consigan superar el miedo y contar su historia.

Sin un perfil fijo

Tanto la presidenta de la Asociación de Mujeres Jóvenes de Murcia, Lola Pérez, como Reina Ticona lo tienen claro: «No, no existe un 'perfil tipo' de acosador». Se trata de hombres que tienen sus facultades psíquicas íntegras, pero que «se aprovechan de la situación de desigualdad social entre hombres y mujeres para conseguir sus fines con coerción, chantaje, amenaza o violencia», explica Pérez.

Una de las problemáticas más graves del acoso laboral y sexual a las empleadas del hogar es la carencia de permiso de residencia. ¿Cómo va a acudir una inmigrante sin papeles a denunciar a una comisaría? «Es urgente y necesario reformar la Ley de Extranjería para que se pueda garantizar a las empleadas domésticas sin documentación la tramitación de su denuncia sin que ello comporte que ellas mismas sean detenidas y deportadas, ni tratadas como delincuentes», proponen desde la Asociación Mujeres Jóvenes de Murcia como primera medida a tomar.

En ese sentido, Reina puntualiza que el problema no son sólo los papeles, sino que al estar trabajando en la casa de un particular no se pueden realizar inspecciones de trabajo. Hasta hace poco, las autoridades ni siquiera atendían sus denuncias. «Ahora por lo menos toman nota», añade.

Poner fin a esta nefasta situación es el objetivo de las mujeres que sufren acoso sexual en su lugar de trabajo. Luchan por ser cada vez más fuertes e independientes. Desde esta asociación creen que en un futuro no muy lejano no tendrían por qué enfrentarse a estos casos tan a menudo. Aunque dada su situación de desprotección actual su única oportunidad de defenderse es organizarse y apoyarse mutuamente para hacer escuchar sus voces.

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