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La costa del tesoro

Esta es una de las franjas menos masificadas por el urbanismo, y está plagada de tortugas y cetáceos que tienen que convivir con la pesca, una creciente actividad humana y las autopistas de navegación

Manuel Buitrago

Lunes, 29 de agosto 2016, 12:35

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El catedrático de Ecología de la Universidad de Murcia, Ángel Pérez Ruzafa, considera que la costa está 'perdida' desde Almería hasta Cádiz, y lo mismo ocurre entre San Pedro del Pinatar y la Costa Azul francesa. En medio queda este oasis, con posibilidades de albergar un centro europeo de investigación, capaz de atraer inversiones para desarrollar tecnología marina de vanguardia.

  • de la flota pesquera nacional está en la Región. El sector sufre una recesión a nivel global y ha caído un 41%. La Región ha perdido en dos décadas un tercio de barcos y la mitad de trabajadores.

  • pesqueros 47 en Águilas, 40 en Mazarrón y 54 en Cartagena.

  • toneladas capturadas al año de numerosas especies melva, alacha, pez espada, caballa, sardina, boquerón, jurel, bacoreta, salmonete, gamba roja, pulpo, sarpa, doblada, merluza, bonito y calamar.

  • granjas acuícolas y criaderos de atún, dorada y lubina en Cartagena, La Unión, Mazarrón y Águilas. Es un sector emergente.

Lo que más llama la atención en este mapa es el choque entre las aguas del Atlántico y del Mediterráneo, donde unas corrientes se superponen a otras debido a la diferente salinidad. Las aguas más pesadas del Mediterráneo han llegado hasta las profundidades de las islas Azores. Esta dinámica tan especial propicia asimismo un paraíso para el buceo, cuyo principal exponente es la reserva marina de Cabo de Palos-Islas Hormigas.

Al tratarse de uno de los puntos más estrechos de la plataforma continental, que da paso a los valles submarinos, es un corredor de emigración y alimentación de especies. Al mismo tiempo, acoge las principales rutas marítimas. El puerto de Cartagena recibe importantes flujos que transitan por el Mediterráneo, con redes cada vez más densas con el Magreb y las costas francesas e italianas. También desfila parte del tráfico transoceánico. Las rutas que atraviesan el espacio marino protegido son transitadas igualmente por un importante número de petroleros y gaseros que interconectan la dársena de Escombreras con las de Castellón y Tarragona. Por este motivo, la intensa navegación justifica la presencia en Cartagena de un centro de coordinación de seguridad marítima y una base estratégica de salvamento y lucha contra la contaminación.

El espacio protegido se encuentra incluido en una zona permanente de ejercicios de submarinos, lanzamientos de carga, ejercicios de buceadores, adiestramiento de unidades de superficie y maniobras de dragaminas. Hay un punto de vertido de munición y se han hallado explosivos en otras cuatro zonas.

Se encuentra de todo, tanto lo que se trajina en la costa como lo que se mueve en las aguas. En Mazarrón sobrevive un arte de almadraba, y se han localizado al menos siete granjas y criaderos de atún rojo, dorada, lubina y corvina. Es un sector que va en alza, aunque regulado, a diferencia del declive que experimenta la pesca tradicional, que el plan de gestión considera en clara recesión a semejanza del resto de España. En las dos últimas décadas se han perdido un tercio de embarcaciones y la mitad de trabajadores. La sobreexplotación, que se ha cebado con la sardina y el boquerón, ha hecho que la flota de cerco busque otras especies restando alimentos al delfín común, lo que ha afectado negativamente a su población. El equilibrio es clave. Para proteger y ayudar a la regeneración de los recursos pesqueros hay dos zonas de arrecifes artificiales frente a Águilas y Cartagena.

Los deportes náuticos, como el buceo, están alcanzando bastante desarrollo, mientras que en el litoral adyacente al área protegida hay una elevada densidad de puntos de amarre recreativos y deportivos. Para los amantes de la historia y la aventura, se han localizado 18 barcos hundidos, como los pecios fenicios protegidos de Mazarrón y los buques encallados en los farallones de Islas Hormigas.

Se imagina a los delfines merodeando por las jaulas de engorde de atunes para llevarse algo de comida a la boca? ¿Y a tortugas bobas destrozadas por las hélices de los barcos y con anzuelos en sus estómagos? Son dos ejemplos de la parte menos agradable de este singular corredor migratorio y zona de alimentación de cetáceos, tortugas y aves marinas que conviven con un elevado flujo de navegación comercial y con la actividad pesquera y los criaderos. Los valles submarinos del Escarpe de Mazarrón, que acaba de ser declarado Zona de Especial Conservación, es un cofre de sorpresas y de tesoros cuya protección se va imponiendo gradualmente a la actividad humana. Es uno de los espacios menos masificados del litoral español; único como zona de transición entre el Mediterráneo y el Atlántico. Esta franja de la Red Natura 2000 ha sido regulada en el nuevo plan de gestión, que muestra una de las radiografías más detalladas conocidas hasta ahora. La pared submarina de 2.600 metros de profundidad conforma un enclave de alta valía, con una enorme riqueza de flora y fauna. Las presiones y amenazas detectadas en los arrecifes, bosques de posidonia y algas coralinas se consideran bajas y moderadas; de ahí que haya tiempo para tomar medidas.

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