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Ferrández posa con el robot que abrió el congreso internacional que coordinó el año pasado en Elche.
La UPCT coordina la red nacional para desarrollar tecnologías emocionales

La UPCT coordina la red nacional para desarrollar tecnologías emocionales

El grupo de excelencia de Diseño Electrónico y Técnicas de Tratamiento de Señal empezará a entrenar a un robot en habilidades sociales el próximo septiembre

Pepa García

Martes, 16 de agosto 2016, 12:43

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Si el robot 'Big Hero 6' saliera de la ficción para entrar en la realidad, hoy no creería que las lágrimas son solo síntoma de dolor físico; sabría qué nivel de estrés tenemos, cómo estamos de furiosos o deprimidos y hasta si estamos enamorados. Las tecnologías emocionales están permitiendo dar un salto cualitativo a las máquinas para detectar, interpretar y procesar las emociones humanas. Unas habilidades en plena fase de desarrollo y con unas posibilidades casi infinitas de aplicación, sobre todo en el campo de la salud. En su investigación está centrado el grupo de Diseño Electrónico y Técnicas de Tratamiento de Señal de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT).

El equipo lo forman 14 investigadores de la UPCT y tres externos de prestigio en sus campos (Eduardo Fernández, Pedro Gómez y Rafael Rebolo), a los que la Fundación Séneca acaba de reconocer su excelencia; «algo que ocurre una vez cada diez años», apostilla José Manuel Ferrández, uno de los investigadores principales del grupo y vicerrector de Internacionalización de la UPCT. Esto supone «garantizar la financiación de los próximos cuatro años para llevar a cabo los cinco proyectos que tenemos en marcha, hacer frente a los gastos de material y a los contratos de los investigadores. Además de más prestigio y de que nos facilitará el acceso a determinadas convocatorias», aclara.

Este área del conocimiento estratégica -actualmente mueve más 8.000 millones de euros en el mundo y prevén que en 2020 su cifra de negocio alcance los 38.000 millones y pueda hacerse con parte del pastel de los 1,5 billones de euros de los 'wearable'- «comenzó a desarrollarse en 2010 y en la UPCT estamos trabajando en ella desde 2012», apunta Ferrández, quien consiguió por primera vez en el mundo que neuronas humanas controlaran el movimiento de robots.

Precisamente a trabajar con cultivos de neuronas se dedica el proyecto Emotlearn. Campo en el que el grupo de excelencia de la UPCT ha descubierto que «determinados ritmos estimulan la generación de conexiones entre ellas y facilitan el aprendizaje. Unos descubrimientos que resultarán muy útiles para tratar a personas que han sufrido ictus, por ejemplo», detalla Ferrández.

Y también avanza que en septiembre contarán ya con un robot 'Pepper' para entrenarlo en habilidades sociales y emocionales dentro de la vivienda simulada que han construido en la UPCT. Así, 'enseñarán' al robot a reconocer las emociones de las personas para que interactúe adecuadamente. «Empezaremos por el estrés, que es la emoción más fácil de detectar, a través de un sensor electrónico galvánico», explica. Esta experiencia forma parte del proyecto de Robótica Social, que coordina el investigador Óscar Martínez Mozos, y que integrará sistemas para reconocer emociones a través de los movimientos y voz de los humanos, porque «la laringe está muy relacionada con los centros neuronales y las trazas de voz permiten detectar muy precozmente -antes de que aparezca ningún síntoma visible- enfermedades como alzhéimer o parkinson», apunta el vicerrector de Internacionalización y añade que en este proyecto trabajan con el Laboratorio de Comunicación Oral Robert Wayne Newcomb de la Facultad de Informática de la Universidad Politécnica de Madrid.

Brain-Computer Interface (BCI) Emocional -un casco de electrodos para inferir las emociones del paciente- es otro de los dispositivos con los que trabajan los investigadores y que, a través de electroencefalogramas, magnetoencefalogramas y resonancias magnéticas, permitirán encontrar los centros cerebrales que se activan con cada emoción y establecer las conexiones entre robots y humanos, incluso usarlo para monitorización en hospitales.

Otro de los campos con mayor proyección de este dispositivo nada invasivo es el neuromarketing. «Ahora que se pone en duda la fiabilidad de las encuestas, el BCI Emocional permitirá saber las reacciones que determinado candidato o producto despiertan en las personas sin necesidad de preguntarles», explica consciente de las implicaciones éticas de estos avances y asegura que servirá para el desarrollo de nuevos productos. «De momento, hemos comprobado que las emociones positivas y las negativas están en hemisferios opuestos del cerebro y que las emociones negativas se disparan antes que las positivas», desvela José Manuel Ferrández, que ahora mismo coordina un número especial dedicado a las tecnologías emocionales de la revista científica 'Frontiers in Computational Neuroscience'. La publicación saldrá a finales de año y reunirá artículos de los principales investigadores de toda Europa. La élite de la investigación en inteligencia artificial y tecnología emocional que también acudirá el año que viene al congreso internacional que se celebrará en La Coruña y que coordina la UPCT.

La idea es que todos estos especialistas integren la red europea Limbic, «similar a la que hemos puesto en marcha en España, que permita impulsar este área del conocimiento, que consideramos estratégica para el futuro de Europa y que queremos que sirva para posicionarnos por delante de Estados Unidos, ahora a la cabeza», aclaran desde la UPCT. Ya han presentado el proyecto a Europa y, de momento, «hemos quedado como primera reserva, pero esperamos recibir financiación el año que viene», resume Ferrández.

«Los proyectos en los que trabajamos son multidisciplinares, por eso colaboramos con especialistas de todos los campos: biólogos, psicólogos, médicos, estadísticos, matemáticos,...», va enumerando, junto a un interminable listado de expertos en robótica social, habla emocional, neuroprótesis, aprendizaje y detección BCI de todo el mundo.

Neuroprótesis sanadoras

Por último, el grupo de excelencia de la UPCT trabaja en el diseño de neuroprótesis para tratar desórdenes de conducta, deficiencias sensoriales y motoras, funciones neurológicas disminuidas y trastornos de conducta como anorexia y bulimia. «De momento, las hemos probado en animales con el Instituto de Bioingeniería de la UMH -con quien colaboran en este proyecto- y, en 2017 y 2018, esperamos poder probarlas en humanos», afirma Ferrández sobre unos dispositivos con los que ciegos, sordos, paralíticos y personas con trastornos psiquiátricos podrán soñar con sanar, sin que medie milagro sobrenatural alguno.

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