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Patxi López, ayer, en el hotel Agalia, de Murcia.
«Con unas nuevas elecciones, lo que trasladaríamos a la sociedad, aparte del fracaso, sería frustración y cabreo»

«Con unas nuevas elecciones, lo que trasladaríamos a la sociedad, aparte del fracaso, sería frustración y cabreo»

Patxi López. Presidente del Congreso de los Diputados. «Dialogar, negociar y acordar son viejas palabras, pero tienen todo el vigor en la nueva política. Y si no hemos entendido eso, es que no hemos entendido nada»

Julián Mollejo

Martes, 26 de abril 2016, 12:11

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Patxi López (Portugalete, Vizcaya, 1959), testigo privilegiado de las negociaciones para la formación de Gobierno desde su despacho en el Congreso de los Diputados, conserva aún esperanzas de que pueda ser posible, pero lo dice con la boca pequeña. Ve que estos últimos días no hay negociaciones y parece cada vez más resignado a la repetición de las elecciones, lo que supondría, a su juicio, «el fracaso de la política». Disfruta de un soleado fin de semana en la Región tras asistir el viernes por la noche a la entrega de premios del Foro Nueva Murcia y celebrar ayer una reunión con representantes del Tercer Sector, antes de la cual concedió esta entrevista a 'La Verdad'.

-Estamos en la cuenta atrás del plazo para la formación de Gobierno. ¿Aún tiene esperanzas o cree más próxima la repetición de las elecciones?

-Siempre soy optimista y espero que las formaciones políticas entiendan que el mandato ciudadano es el de entenderse y buscar acuerdos entre diferentes, pero es verdad que a día de hoy, cuando uno mira la realidad, pasa de optimista a realista porque ve que nadie está hablando con nadie para buscar un pacto. Estos últimos días deberían aprovecharse para hablar y negociar, pero no se está haciendo, y todo el mundo sabe que si para el día 27 el Rey no ha visto que haya un candidato con posibilidad de sacar adelante la investidura, estaremos abocados a unas nuevas elecciones.

-Pero es que, además, da la impresión de que las últimas declaraciones...

-Sí, la consulta de Podemos que niega el único pacto que existe en este momento...

-Da la impresión de que los partidos están ya en clave electoral.

-Desgraciadamente puede parecer eso. No todos están en la misma clave seguramente, porque hay quien ha intentado buscar el acuerdo y ha alcanzado uno que es el único que existe, y hay otros partidos que niegan ese acuerdo y la posibilidad de sumar. Con lo cual, si esto sigue así, el 26 de junio habrá nuevas elecciones y en el fondo será el fracaso de la política. No se puede decir que los ciudadanos han votado mal, sino que nos han impuesto la obligación de entendernos y no hemos sido capaces de hacerlo.

-Usted fue lehendakari en el País Vasco gracias a un pacto con el PP. ¿Por qué no se puede repetir una fórmula similar para España?

-Lo mismo que la política se tiene que adaptar a las circunstancias, también los acuerdos responden a la realidad que se vive en cada momento. El acuerdo entre el PSOE y el PP en el País Vasco se produjo cuando vivíamos con el Gobierno de Ibarretxe, cuya única política era la confrontación, la del plan que fracturaba la sociedad vasca y la del avance del independentismo, y decidimos entendernos para poner fin a todo eso y utilizar el autogobierno para resolver los problemas de los ciudadanos y no crear otros nuevos. Las circunstancias hoy no son esas en España. El PP y el PSOE en estos momentos representan políticas muy antagónicas. De hecho, el PSOE y otras formaciones políticas, entre otras cuestiones, quieren derogar algunas leyes del PP porque creen que son muy nocivas para la sociedad española. No es posible poner de acuerdo a quien ha hecho esas leyes con quien quiere derogarlas. Pero hay otros entendimientos, también transversales, posibles. Sí que puede haber una agenda social compartida por otras formaciones.

-¿Usted ve posible un pacto PSOE-Podemos?

-De momento hay uno entre PSOE y Ciudadanos...

-Pero eso no es suficiente.

-Es un pacto razonable al que se pueden sumar otras formaciones, como Podemos, compartiendo una agenda social, pero también política y económica en algunas cuestiones básicas. Lo que ocurre es que Podemos está celebrando ahora una consulta que niega ese acuerdo y veo muy difícil que dé marcha atrás.

Elecciones hasta el infinito

-¿Por qué sería tan nefasto repetir las elecciones?

-Yo no diría nefasto porque nunca se tiene que tener miedo a unas elecciones en una democracia. Pero sí un fracaso. Los ciudadanos han elegido una representación quizás más plural que nunca, y al elegir así han impuesto a los políticos la obligación de entenderse. Si se repiten las elecciones, los resultados, con algunas variaciones, van a ser los mismos. ¿Qué pasa? ¿Vamos a estar hasta el infinito haciendo elecciones? o van a entender que hay que pactar. ¿Qué va a cambiar con unas nuevas elecciones? Lo único que trasladaríamos a la ciudadanía, a parte del fracaso, sería frustración y cabreo. La responsabilidad de los partidos es gestionar la pluralidad, es entender el mandato ciudadano. Con las nuevas elecciones sería como decir 'pues no hemos entendido nada'. Mucha gente cree que pactando con otro se traicionan principios inamovibles del partido. Pero no es así, pactar es ceder, claro, pero es buscar el camino más adecuado. La política no debiéramos entenderla nunca en términos de perdedores y ganadores, sino en términos de ver cómo hacemos para que la gente viva mejor.

-¿De quién sería la culpa si hay nuevas elecciones?

-Sería un fracaso colectivo. Pero es evidente quién ha tenido iniciativa para buscar acuerdos, quién ha conseguido llegar al único que hay sobre la mesa y quién ha estado poniendo piedras en el camino. Todos somos responsables, pero unos más que otros.

-¿A su partido le favorece por el hecho de que con las elecciones logra postergar las rivalidades internas?

-Si mi partido, en lugar de estar pensando en el país, estuviera pensando en las rivalidades internas estaría cometiendo un error de bulto. Un partido es un instrumento de la sociedad y cuando piensa más en sí mismo que en la sociedad a la que debe representar, malo.

-Si al final las cosas acaban como están, ¿consideraría fracasada la legislatura?

-Sería una legislatura casi 'non nata'. Es verdad que en el Congreso está habiendo plenos por primera vez en la historia con un Gobierno en funciones, está instando al Gobierno a hacer cosas, está aprobando la tramitación de ciertas leyes. Ahora, todas esas cosas decaerían...

-¿No valdrían para nada?

-Una proposición de ley aprobada en el Congreso tiene una tramitación posterior. Si se disuelven las Cortes, todo ese camino no existe y habría que volver a empezar en la siguiente legislatura. Por eso, aunque estemos trabajando, no serviría de nada lo que estamos haciendo en este momento.

-¿Ha sacado alguna lección de la actual situación política?

-Le podía contestar en dos direcciones. Una es que, al ser una situación tan inédita, hay cosas que estamos haciendo por primera vez. Tenemos conflictos que no se habían producido nunca, como el creado sobre el control del Gobierno en funciones. El Ejecutivo ha decidido que no debe someterse a él, puesto que no tiene la confianza de esta Cámara, pero la Cámara no está en funciones y sí tiene la confianza de la ciudadanía. Se ha abierto una vía en el Constitucional para que aclare esta situación, lo cual vendrá bien no sé si a esta Cámara o a la siguiente o incluso a algún Parlamento autonómico que pueda estar en nuestra situación. Y la lección contraria es que no he sido capaz de trasladar el ejemplo del País Vasco. Allí nunca ha habido mayorías absolutas y siempre hemos tenido que pactar con otros para formar gobierno. Esa cultura del pacto que hemos vivido siempre en el País Vasco no he sido capaz de trasladarla al conjunto de la política española y al Congreso.

-La negativa del Gobierno a comparecer y someterse al control del Parlamento...

-Yo creo que lo entiende muy poca gente.

-Pero algunos ministros sí que han comparecido..

-Lo que no puede ser es que sea el Gobierno el que decida cuándo se somete al control y cuándo no. Esto sería inadmisible. La única vía era ir al Constitucional y que nos dijera a todos si un Gobierno en funciones debe someterse o no al control del Parlamento y si debe informar de las decisiones que toma. Yo me estoy reuniendo con muchos embajadores, y esto no lo entienden en ningún país.

-En el caso de la dimisión del ministro Soria por su relación con los 'papeles de Panamá', ¿usted cree que debería comparecer el presidente Rajoy para informar?

-Alguien del Gobierno debería hacerlo. Hay una petición de comparecencia del Gobierno que ha calificado la Mesa, pero ya ha dicho que no va a ir al Congreso a explicar nada. No parece muy razonable.

-Si hay nuevas elecciones, ¿confía en repetir en el cargo? ¿Se quedaría con ganas de seguir?

-Cuando uno va a un cargo siempre tiene que ir con la maleta hecha, y saber que tiene prestada la confianza durante un tiempo. Eso lo decidirá el resultado de las elecciones y después el resultado de las negociaciones de los partidos para ver quién quieren que presida el Congreso.

-Usted ha recibido duras críticas del PP, las últimas por su traslado a la residencia oficial reservada al presidente del Congreso...

-Sí, hubo una crítica, pero se callaron enseguida porque con estos temas soy muy escrupuloso. Yo tengo un apartamento alquilado en Madrid que está en una zona muy céntrica. Ahora voy con escolta y la seguridad me dijo que allí era imposible. Acepté irme a la residencia oficial, pero pedí que prorratearan, no sé si esa es la palabra correcta, la parte de la residencia que voy a utilizar para pagarla. Y yo pago por estar allí.

-¿Y cuánto paga?, por curiosidad.

-Creo que son... Es una residencia muy grande y yo solo uso una habitación y una salita, imagino que serán, no sé, cien metros, no sé cuánto es el total, pero más de 10.000 euros al año. Y pago la manutención, cosa que no ha hecho nadie cuando ha estado viviendo allí, que lo han hecho todos los presidentes del Congreso menos el último porque tenía una vivienda en Madrid que permitía la seguridad. Yo pago todo y declaro a Hacienda por estar allí. En estas cosas siempre he sido muy escrupuloso.

-También le ha acusado el PP de no ser neutral en el desempeño de su cargo al frente del Congreso.

-Cuando hay dos posiciones enfrentadas y uno adopta su propia posición, siempre dará más la razón a uno que a otro. Seguramente nunca se puede ser neutral cuando se producen estos conflictos. Yo creo que lo que he hecho es defender la institución que presido. Cuando defiendo que el Gobierno se someta al control no me posiciono de parte de un partido, sino en favor del Congreso. Los parlamentos nacen en primera instancia para controlar a los gobiernos, también tienen labores legislativas, pero la función de control es básica.

Críticas del PP

-El PP murciano también le ha criticado por no reunirse con el presidente de la Comunidad durante su visita a Murcia, y le ha acusado de «despreciar» a los representantes políticos murcianos.

-Hablé ayer por la mañana [por el viernes] con el presidente de la Región de Murcia. La verdad es que él tenía interés en que le visitara, pero le dije que no sabía cuándo iba a llegar, que iba con mi mujer y que venía al acto del Foro Nueva Murcia, fue una conversación cordial y quedamos en que no pasaba nada, que otra vez sería. ¿Por qué este representante del PP que me critica no habla de que el presidente de Murcia estuvo esta semana en el Congreso de los Diputados y ni siquiera me avisó? ¿Eso qué es, entonces? Yo, por lo menos, hablé con él, y quedamos razonablemente bien. ¿Por qué cuando él fue al Congreso no me avisó?

-La presidenta de la Asamblea Regional, Rosa Peñalver, compañera suya en el PSOE, vive también, como usted en el Congreso, un conflicto permanente con el Gobierno regional. No sé si han hablado de ello o si le ha dado algún consejo.

-No, la verdad es que tuvimos muy poco tiempo para hablar. Seguramente, los consejos me los podría dar ella a mí. Los presidentes del Parlamento tienen que defender su capacidad para controlar al Gobierno y para proponer al Gobierno y a la sociedad iniciativas y proyectos, y el Gobierno tiene que someterse a la voluntad mayoritaria de los parlamentos, lo contrario es inconcebible. Mi gobierno en el País Vasco estaba en minoría y sabía muy bien que tenía que pactar no solo con el PP, que es con el que tenía un acuerdo. Más del 80% de las cuestiones que fueron al Parlamento las pactamos con el PP y el PNV para conseguir una mayoría. Eso significa que el Gobierno no siempre puede hacer todo lo que quiere y que tiene que ceder. Cuanto antes los gobiernos acepten eso, mejor, porque ahorraremos muchos conflictos institucionales. Esto es la grandeza de la democracia. Dialogar, negociar y acordar son viejas palabras, pero que tienen todo el vigor en la nueva política. Y si no lo hemos entendido, es que no hemos entendido nada.

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