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Una alumna de segundo de Primaria del colegio público La Atalaya de Cartagena graba un vídeo en clase de Inglés para el blog del aula.
Finlandia se cuela en las aulas

Finlandia se cuela en las aulas

El aprendizaje experimental y las nuevas metodologías activas de enseñanza, como la 'flipped classroom' o el Algoritmo ABN, se extienden por los colegios murcianos impulsados por docentes convencidos de que otra forma de enseñar, de aprender, es posible. El nuevo sistema parte de una premisa: el alumno es el protagonista activo de su aprendizaje: toma decisiones y escoge lo que le motiva movido por su interés innato por aprender

Fuensanta Carreres

Domingo, 6 de marzo 2016, 07:59

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Recostada cómodamente sobre el suelo que hace también de pizarra, Edurne reparte y amontona palitos de helado y tapones de botellas reflexiva y sin prisa. Escoge, duda, se lanza, y sus manitas de cinco años hacen encajar las piezas. Ha descompuesto el número 23, pero no parece satisfecha. Puede hacerlo de más maneras, y vuelve a intercambiar palitos con tapones hasta encontrar otra respuesta acertada. Y otra. «Es divertido, mira, se puede conseguir de muchas formas y siempre sale 23», reta orgullosa de su descubrimiento, al que ha llegado 'sola'. Sus compañeros también quieren probarse, y lo piden con la misma impaciencia que otros pondrían en el juego. Toman decisiones, escogen, se equivocan sin miedo a que el error puntúe en su boletín de calificaciones y buscan respuestas más allá de las que ofrecen los libros de texto que no utilizan. Sin libreta ni lápiz, no los necesitan, cualquiera diría que están jugando, y no en la clase de Matemáticas del miércoles. Son alumnos de tercero de Infantil del colegio público El Recuerdo de San Javier, junto al cual, cada curso, más escuelas de la Región avivan una creciente revolución pedagógica en las aulas murcianas impulsada por profesores y maestros firmemente convencidos de que otra forma de enseñar, de aprender, es posible. Un soplo de aire nuevo con corrientes llegadas de Finlandia que agita las estancadas aguas del sistema educativo y, curso a curso, vence la desconfianza a golpe de resultados. De forma muy puntual, de momento, pero en expansión.

Una transformación articulada en metodologías dinámicas, pedagogías activas, nuevas tecnologías, métodos como el Algoritmo ABN o la 'flipped classrooom', pero asentada sobre una premisa que es el punto de partida de todo: el niño es el protagonista y constructor de su aprendizaje, y su motivación y curiosidad innata, el motor que lo mueve. Los docentes, sus acompañantes en un descubrimiento guiado, a años luz de tediosas fichas de deberes, exámenes convencionales, lecciones magistrales y libros de texto.

Enclavado en la huerta lorquina, en la diputación de Campillo, el colegio público Pasico Campillo lleva cinco años inmerso en la transformación, y cada día más alejado de una escuela tradicional anclada a un mundo que ya no existe. Trabajan por proyectos y de forma cooperativa, y los de quinto de Primaria (10 y 11 años) tienen esta semana un reto programado que escogieron hace días entre todos: organizar su viaje ideal. Visitarán una agencia, consultarán vuelos por internet, compararán precios, propondrán excursiones y colgarán sus avances en el blog del aula, todo en inglés. Sin darse cuenta, por el camino, aprenderán a utilizar el tiempo futuro de los verbos en inglés. «Yo les guío, les planteo las preguntas, pero las respuestas las construyen ellos tomando decisiones desde el principio», aclara Mayte Pelegrín, maestra de inglés, para quien la creatividad que sus alumnos entrenan durante el proceso lo es todo.

«No tiene sentido que a los tres años sean creativos y con doce ya no. Algo falla, y es el miedo al error, a equivocarse. Pero en el mundo laboral se les pedirá que propongan, que creen y tomen decisiones, que sepan adaptarse; no les va a bastar con seguir directrices», expone firmemente convencida de que sus alumnos llegan -y superan- el nivel competencial exigido por Educación. Y no solo el día del examen. Quizá aprendan más despacio, dediquen más tiempo a cada competencia, pero Pelegrín ha comprobado en la práctica que fijan las enseñanzas con firmeza. «La enseñanza bulímica -memorizar y vomitar contenidos en el examen- dejó de tener sentido hace años, y más en plena era digital».

Si duda la maestra, que no lo hace, la motivación y el entusiasmo por aprender de sus escolares disipa la incertidumbre. «He dado clase con el método tradicional, con el libro, y me ahogaba, nos ahogábamos todos. ¿Quién mejor que yo conoce a mis alumnos para adaptar los contenidos?», cuestiona.

Los chicos, encantados, completaron otro reto el pasado fin de semana. Eran sus deberes. Móvil en mano, grabaron a un familiar utilizando el tiempo verbal presente continuo en inglés: 'Abuela, what are you doing?'. I'm whatching TV'. Para lograr la escena, el niño tuvo que explicarle a su abuela cómo se construye el presente continuo en inglés, un esfuerzo que en realidad redundó en su aprendizaje. La escena ya grabada la enviaron a la maestra por Whatsapp. Deberes hechos.

En el bullicio de los escolares de Primaria que salen al huerto escolar del colegio público La Atalaya (Cartagena) para tomar notas de la evolución de sus lombardas, hay también una evidente concentración. No paran quietos, pero su ajetreo se antoja más natural que la inmovilidad atornillada al pupitre. Hay bullicio, pero no descontrol. En la clase de al lado, los estudiantes de cuarto de Primaria enseñan a los más pequeños el vídeo que ellos mismos editaron para estudiar la Prehistoria. Los grupos se interrelacionan y se enseñan unos a otros. «El trabajo cooperativo es básico», concreta Rocío Quesada, directora del centro. «Serán médicos o agricultores, pero trabajarán en un mundo global, escucharán las aportaciones de otros y construirán», proyecta esperanzada. La energía renovadora se instaló en el centro desde su creación, hace seis años, cuando coincidieron en el claustro un equipo de docentes contagiados por el mismo entusiasmo y formados en métodos que la pedagogía ha dado en llamar 'aprendizaje por descubrimiento guiado', y que articula el funcionamiento del colegio. Los proyectos marcan las programaciones docentes. Entre todos escogen un tema -el huerto escolar, por ejemplo- sobre el que trabaja todo el centro, cada uno a su nivel, y en todas las asignaturas. «Debatimos, recibimos la formación de expertos, compartimos experiencias y documentación bibliográfica, que resultan realmente motivadoras para nuestros alumnos y para nosotros mismos». El huerto se convierte pues en el espacio de investigación, y las destrezas a lograr (desde la siembra y la germinación, a los tipos de semillas o la alimentación saludable), se adaptan a las edades e impregnan todas las materias. «Los problemas de la vida son globales, y la enseñanza también debe serlo». Una premisa que engancha con el sistema educativo finlandés, que trabaja ahora por la integración de las asignaturas tradicionales en proyectos interdisciplinares.

¿Cuánto hay de Finlandia en La Atalaya, El Campilllo o El Recuerdo, solo tres ejemplos de la veintena larga de centros renovados que funcionan ya en la Región? Mucho y nada. «Esto es no es Finlandia, obviamente. El sistema de aprendizaje es muy similar, pero ni la sociedad ni el país ni las autoridades tienen mucho en común. La idea de escuela y de profesor está a años luz», lamenta la maestra del Pasico Campillo. Las condiciones arquitectónicas del centro, como las de casi todos los de la Región, siguen muy alejadas de la apuesta por el derribo de los muros y por los espacios diáfanos en los que el niño decide dónde quiere aprender, promovidos por otros países.

La desconfianza inicial de las familias, sorprendidas porque sus hijos no lleven una pila de deberes todas las tardes, y de que solo tengan que aprender las tablas de multiplicar del 1 al 5 para resolver las operaciones, la vencen los profesores y equipos directivos con mucho diálogo, reuniones y hasta escuelas de padres. «A un padre ingeniero tienes que explicarle que con el Algoritmo ABN no necesitas saber las tablas del 7, el 8 y el 9, y que se resta sumando. Cuando lo haces y ve cómo evolucionan los chicos, se contagian». No dudó Esther Marín, maestra de tercero de Primaria en El Recuerdo, en impartir un taller para los padres que querían ayudar a sus hijos con las nuevas 'mates' y no terminaban de entenderlas. El colegio incluso avisa a las familias antes de que matriculen a sus hijos de los métodos de enseñanza que aplican.

Si en Cataluña la renovación pedagógica la impulsan los Jesuitas, en Lorca son las Madres Mercedarias del colegio concertado Madre de Dios las que han roto el tablero de la educación tradicional. «La metodología que se ha usado hasta ahora ha tocado techo», reivindica la Madre Lola, quien echa de menos que esa revolución pedagógica arranque en la formación de los nuevos maestros, en la universidad. «A pie de aula estamos haciendo un esfuerzo increíble que no tiene equivalente en las universidades. Tienen que implicarse más y adaptar la formación de sus alumnos a lo que estamos requiriendo en estos momentos». El aprendizaje, reivindica la religiosa, cala cuando es vivencial. Y si la semana que viene 'tocan' medios de comunicación, los alumnos de 3 y 4 años compartirán una mañana con los periodistas y fotógrafos de 'La Verdad'. «Serán periodistas por un día. Qué mejor forma para aprender lo que son los medios de comunicación».

Del interés creciente de maestros y profesores por formar parte de la renovación queda constancia en la elevada demanda de formación a la Consejería de Educación, que ya ha instruido a casi un millar de profesores en el método de enseñanza de Matemáticas Algoritmo ABN (Algoritmos Basados en Números), y que permite al alumno elegir una forma particular de solucionar una cuenta, la que le resulte más fácil y comprensible. Los números se leen de izquierda y derecha, que es como los procesa el cerebro, y el alumno trabaja con unidades, decenas, centenas, componiéndolas y descomponiéndolas.

La 'flipped classroom' o clase al revés, es otro de los métodos que más interés está despertando entre los docentes. Y entre lo alumnos de Sociales del colegio María Maroto de Murcia, que se han adentrado en la Edad Media sin escuchar lecciones magistrales en clase e invirtiendo el orden tradicional. Miguel, alumno de quinto de Primaria, se ha enganchado desde la primera prueba, y ahora aprende al revés: las tareas que antes hacía en casa las realiza en el colegio; las lecciones que antes escuchaba en el aula ahora las sigue desde su habitación con el ordenador. Después de merendar, se conecta al enlace y visiona y escucha el vídeo que el maestro ha editado, a la medida de sus alumnos, con la 'lección' y animaciones sobre la Edad Media. Miguel los ve y toma apuntes. Si hay algo que no entiende, para y vuelve atrás para escuchar de nuevo. Al día siguiente, con la lección 'aprendida', ya en el aula y con el maestro, lleva a la práctica todo lo que ha escuchado en casa. Hace trabajos en grupo, elabora esquemas, convierte los apuntes a un formato audiovisual y pregunta las dudas. En casa quedó la parte más mecánica del aprendizaje; para el colegio, la más activa y participativa. «La motivación es mucho mayor; tienen un contenido previo sabido. No se 'desconectan', y la clase puede ser más amena y activa. Yo no me aburro, y ellos tampoco, y eso es bueno. Lo que se aprende con alegría queda más fijado», defiende el maestro.

El colegio concertado Ays lleva unos años aplicando en el aula nuevas metodologías basadas en la creatividad. En las clases de Matemáticas, por ejemplo, recurren con frecuencia a juegos, enigmas y manualidades. Así, los escolares han aprendido a calcular la longitud de la circunferencia y el número Pi para poder construir su propio cifrado César. Para el centro es básico «que los alumnos aprendan desde la felicidad, la mejor fórmula para explorar todo su potencial».

El inmenso esfuerzo de renovación y adaptación de la nueva escuela recae, casi al 100%, en el entusiasta trabajo de los maestros y profesores que han decidido apostar por el cambio. Horas y horas diseñando proyectos, desmenuzando su desarrollo y preparando el material a la medida de sus alumnos. «Lo sencillo es darles un taco de fichas para que las hagan o leer la lección del libro, pero si crees en esto y te gusta, la recompensa es inmensa», se queja con la boca pequeña Mayte Pelegrín, encantada, como Rocío Quesada, de que la Lomce avale la enseñanza por competencias y las pedagogías activas.

Colocar al escolar en el centro de su aprendizaje implica también asomarse a sus emociones. Ayudar a los escolares a controlar un vendaval de ira interior, a canalizar los instrumentos para crecer en el zoco emocional que supone compartir el espacio con los otros, a asimilar un desprecio... «Les enseñábamos Matemáticas y 'Science', pero no a resolver conflictos, que es básico», admite Loli Griñán, directora del colegio El Recuerdo, quien decidió apostar por la educación emocional de sus alumnos cuando constató que tenían dificultades para trabajar en grupo. «No se escuchaban, discutían... Estamos tratando de ayudarles a gestionar sus emociones, a mantener el control de sí mismos». Entre otras cosas, realizan un taller de Mindfulness (consiste en prestar atención a pensamientos, emociones, sensaciones corporales y al ambiente circundante) al que dedican unos minutos cuando suben del recreo. «Parece que da frutos», dice satisfecha Loli Griñán. Mientras, los estudiantes de tercer curso de Primaria siguen, jaleados por su maestra, Esther Marín, con la clase de Matemáticas, una intensa sesión de agilidad mental que, lejos de agotar a los alumnos, va 'in crescendo'. Los chicos esperan pacientemente a que los periodistas terminen sus trabajo, y cuando acaban les proponen aprovechar la ocasión, como todas las que se les presentan, para aprender algo más sobre el ejercicio del periodismo. Ahora entrevistan ellos.

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