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Diego Pablo Sánchez, coautor del estudio sobre evolución de consumo de medicamentos, en su oficina de farmacia, en La Ñora.

El consumo de fármacos que causan adicción crece un 46% en la última década

El mayor incremento se ha registrado en los psicoestimulantes, a razón de un 19% al año, y en los opiáceos

Javier Pérez Parra

Lunes, 7 de marzo 2016, 11:56

El consumo de opiáceos (como el Adolonta o el Naloxona), tranquilizantes (como Orfidal, Lexatin, etc) y psicoestimulantes (Ritalín, Concerta, etc) se ha disparado un 46% en la Región en la última década. El dato, recogido en un informe que acaba de publicar el Servicio de Epidemiología de la Consejería de Sanidad, es especialmente relevante porque estos tres grupos de fármacos tienen en común su potencialidad adictiva. Aunque su uso, siempre bajo control médico, es en muchos casos imprescindible para aliviar el dolor y tratar enfermedades, su consumo excesivo y la dependencia que generan puede provocar graves problemas de salud.

Si en 2006 se consumieron en la Región 1.854.101 envases de fármacos potencialmente adictivos, en 2014 se llegó a 2.707.669. Es decir, 853.568 envases más que ocho años antes, lo que representa un incremento del 46%. Así se recoge en el informe de Epidemiología, elaborado por Diego Pablo Sánchez y José Jesús Guillén, del departamento de Ciencias Sociosanitarias de la Universidad de Murcia (UMU). El estudio se circunscribe a medicamentos dispensados bajo receta médica, y para ello se ha contado con la colaboración del Colegio de Farmacéuticos de la Región.

El espectacular aumento registrado se traduce en que mientras en 2006 se consumían al día en la Región 62,8 dosis de estos medicamentos por cada 1.000 habitantes, en 2014 se habían alcanzado las 79,8 dosis diarias por 1.000, lo que representa un incremento en la tasa de consumo de 17 puntos, a razón de un 3% anual.

El mayor aumento de todos se registra en los psicoestimulantes, con un crecimiento de nada menos que el 256% en su consumo: de los 10.188 envases dispensados en 2006 a los 36.290 de 2014. De esta forma, de 0,4 dosis diarias por cada 1.000 murcianos se pasó, ocho años después, a 1,6, lo que significa un crecimiento del 19,5% de media anual en la tasa de consumo.

Indicados para el TDAH

Entre los psicoestimulantes, el principio activo más habitual es el metilfenidato. «En España, la única indicación autorizada del metilfenidato es el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), cuyo diagnóstico ha crecido notablemente en las dos últimas décadas, si bien el incremento no muestra una clara correlación con el de la prevalencia», señalan los autores del estudio. «El sobrediagnóstico, la presión de la industria farmacéutica y el uso fuera de indicación pueden ser factores que estén influyendo en este incremento de la prescripción de fármacos psicoestimulantes, con el consiguiente riesgo de aumento de reacciones adversas (alteraciones del sueño, apetito y crecimiento, aumento del riesgo cardiovascular)», advierten. Dentro de los psicoestimulantes, además del metilfenidato también ha experimentado un notable aumento la atomoxetina, sobre todo a raíz de que en 2013 dejase de estar sujeta a visado de inspección médica.

El incremento de los diagnósticos de trastorno por déficit de atención e hiperactividad en la infancia no está exento de polémica, recuerda el farmacéutico Diego Pablo Sánchez, coautor del estudio junto al profesor de Medicina Preventiva de la UMU José Jesús Guillén.

Unidades del dolor

El segundo grupo de fármacos potencialmente adictivos con mayor aumento durante la última década es el de los opiáceos. La creación de unidades del dolor en numerosos hospitales y la extensión de los cuidados paliativos está detrás de este incremento. «El consumo de opioides en España ha experimentado un considerable aumento, acercándonos a tasas de consumo de los países de nuestro entorno debido, entre otros factores, a la mayor sensibilización de los profesionales sanitarios frente al problema del dolor, la creación de unidades de cuidados paliativos y la eliminación de ciertas trabas administrativas que complicaban la prescripción de estos fármacos», señala el informe.

En concreto, en la Región se ha pasado de 340.481 envases en 2006 a 845.708 en 2014, lo que representa un incremento del 148%. De esta forma, de 5,1 dosis diarias de opiáceos por cada 1.000 murcianos se ha pasado a 9,6.

La extensión de opiáceos como la oxicodona ha sido fundamental para muchos pacientes con dolores crónicos. Pero su uso debe controlarse, recuerdan los expertos. «El aumento considerable de la prescripción de oxicodona y otros opiáceos para el tratamiento del dolor crónico no oncológico en Atención Primaria, Traumatología y otras especialidades se relaciona de forma paralela con un problema emergente de abuso y dependencia», advierten Diego Pablo Sánchez y José Jesús Guillén.

«Se ha constatado un aumento de asistencia a los servicios de Urgencias por problemas relacionados con estos medicamentos, principalmente en pacientes geriátricos y/o polimedicados», alertan. En 2002, un estudio realizado en Estados Unidos reflejó que «al menos el 31%» de los pacientes que tomaban opioides para un dolor no relacionado con el cáncer abusaban de la medicación. Además, al igual que ocurre con los psicoestimulantes, con los opiáceos también hay un «consumo recreativo» al margen de la venta por receta que resulta preocupante.

También los ansiolíticos

Pero, por encima de todo, los medicamentos potencialmente adictivos más consumidos siguen siendo los ansiolíticos e hipnóticos. En 2014 se dispensaron en la Región nada menos que 1.825.671 envases, un 21% más de los que se vendieron en 2006. El gasto sin embargo ha descendido fruto de las rebajas en los precios. Cada día se consumen 68,6 dosis de ansiolíticos e hipnóticos por cada 1.000 murcianos, una tasa similar a la media nacional.

«Existe una creciente preocupación en la comunidad médica» por el «grave riesgo de dependencia en los consumidores habituales» de estos fármacos. Durante los años de crisis, el consumo ha aumentado «principalmente en población activa y mujeres mayores». Los efectos adversos de estos medicamentos son «potencialmente graves». Así, el uso continuado de benzodiacepinas «se ha relacionado con daños en ciertas áreas cognitivas».

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