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Fuensanta Carreres
Sábado, 30 de enero 2016, 01:01
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El acto más puramente académico de cuantos se celebran en la Universidad de Murcia (UMU), la celebración solemne de la fiesta de Santo Tomás de Aquino, fue ayer ocasión para la reflexión necesaria acerca de los retos que debe encarar la educación superior del siglo XXI. Fue el debate propuesto en su lección magistral por Adela Cortina, catedrática de Ética, la primera mujer en ingresar en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, y desde ayer doctora 'honoris causa' de la Universidad de Murcia. Regresó la pensadora, directora de la Fundación para la Ética en los Negocios Étnor, a una región que no le es ajena, y en la que ejerció como profesora de instituto en Cartagena, cuya universidad también la incluye en su claustro de 'honoris causa'.
Agradecida a la vida, la filósofa insistió en su idea de la Universidad como pieza clave para la configuración de una sociedad más justa. Un proceso que pasa, de forma ineludible, por la reforma necesaria de la institución del siglo XXI, que debe renunciar «al carácter corporativo y gremial de los orígenes, y entender su autonomía, no como un privilegio, sino como una responsabilidad». A juicio de Cortina, que tuvo como padrino al profesor de la Universidad de Murcia Emilio Martínez, la autonomía de la Universidad consiste en exigir que la gestión de la docencia y la investigación no dependan del poder político ni del económico, para poder servir a la sociedad a la que se deben». Autonomía, y rendición de cuentas, inexcusable a juicio de la catedrática de Ética para la Universidad del presenta. «Autonomía, y disposición a publicar cuanto acontece en su seno, a responder ante la sociedad de sus actuaciones y a someterse a las auditorías que sean necesarias para dar cuenta a la sociedad de su gestión».
Código ético para la UMU
Inspiradora en la elaboración del Código Ético de la Universidad de Murcia que el profesor Emilio Martínez está ultimando, la pensadora está convencida de que cualquier reforma universitaria deseable debe emprender la tarea titánica de establecer los requisitos institucionales indispensables para que sea posible esa comunidad dialogante, poniendo barreras a las luchas intestinas, al afán de poder, a esos enemigos internos que pueden ser más peligrosos que los externos».
La reforma universitaria pasa, para la nueva doctora 'honoris causa' de la UMU, por el desprecio a los «malos hábitos que es preciso mudar», entre los que citó la burocratización, «que está suponiendo un insoportable despilfarro de energía y una malversación del tiempo y de las capacidades que deberían dedicarse a la investigación y la docencia».
El desafío planteado por Adela Cortina en sus últimas palabras de la lección magistral quedó flotando en el salón de actos de la Facultad de Economía y Empresa mientras la Orquesta y la Coral Universitaria de Murcia, dirigida por Jorge Losana, interpretaba su versión de 'Ain' t no mountain high enough': «Una universidad del siglo XXI se ve instada a formar ciudadanos de su tiempo, de su lugar concreto, y abiertos al mundo. Sensibles a los grandes desafíos, entre los que contarían el sufrimiento inefable de quienes buscan refugio en esta Europa, que ya en el siglo XVIII reconoció el deber que todos los países tienen de ofrecer hospitalidad a los que llegan a sus tierras, el drama de la pobreza extrema, el hambre y la indefensión de los vulnerables, los millones de muertes prematuras y de enfermedades sin atención. Si la Universidad quiere perseguir sus metas en nuestro tiempo, tendrá que educar, pues, ciudadanos compasivos, capaces de asumir la perspectiva de los que sufren, pero sobre todo de comprometerse con ellos».
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