«La crisis ha afectado a la ciencia de forma despiadada. Claramente, la recuperación no ha llegado»
presidente de la Confederación de Sociedades Científicas de España
Javier Pérez Parra
Martes, 24 de noviembre 2015, 10:53
La Facultad de Química de la Universidad de Murcia ha tenido esta semana un invitado de excepción. Nazario Martín, director adjunto del Instituto Madrileño de Estudios Avanzados en Nanociencia (IMDEA) y presidente de la Confederación de Sociedades Científicas (COSCE), no solo es una de las voces más cualificadas de la ciencia española, sino que acaba de ofrecer al mundo una nueva esperanza frente al ébola. En un experimento 'in vitro', un equipo coordinado por él ha conseguido evitar la infección mediante una 'supermolécula' recubierta de azúcares que 'ocupa' la 'puerta de acceso' de las células, evitando la entrada en ellas del virus del ébola. Nazario Martín habló de este hallazgo el miércoles en la UMU, dentro de los actos conmemorativos por los 75 años de la Facultad de Química. Ese mismo día, recibió a 'La Verdad'.
- ¿En qué consiste esta 'supermolécula' o 'superbola' capaz de anular al virus del ébola?
- Se trata básicamente de una molécula de carbono (denominada fullereno C60) que es exactamente igual que un balón de fútbol, con sus pentágonos y sus hexágonos. A ese fullereno central le hemos unido, digamos que con doce puntos de anclaje y a través de unas cadenas, otros doce fullerenos, lo que da lugar a una 'superbola' que está rodeada por moléculas de azúcar que interaccionan con los receptores celulares (en concreto de las células dendríticas, implicadas en el reconocimiento de patógenos). En cierto modo, nuestra 'superbola' imita la estructura del virus del ébola, que está recubierto por el mismo tipo de azúcares, y compite eficazmente con él.
- Por decirlo así, ¿cuando llega el virus del ébola a la célula se encuentra con que su sitio ya está ocupado por la 'superbola'?
- Eso es. Imaginemos que el virus quiere entrar en una habitación, pero antes de que venga con su llave, nosotros hemos metido la nuestra en la cerradura, de forma que ya no puede acceder. No somos los primeros que lo hacemos, hay gente que ya ha utilizado otro tipo de molécula. Pero nunca se había sintetizado esta molécula: un fullereno con doce fullerenos alrededor. ¿Y por qué es interesante? Porque es una estructura de carbono, muy biocompatible. Antes se había hecho, por ejemplo, con nanopartículas metálicas, pero eso implica meter átomos metálicos en el organismo. Es mucho más biocompatible el carbono, que es el elemento de la vida. Esto es un hecho destacable. También es muy destacable que podamos modificar la estructura a voluntad: en tamaño, en número de azúcares que hay alrededor. Es decir, es altamente versátil. Y como tercer punto singular, esta molécula actúa inhibiendo el virus del ébola a concentraciones extraordinariamente bajas, a escala subnanomolar.
- ¿Cuál sería el siguiente paso, después de las pruebas 'in vitro' que se han llevado a cabo?
- Claro, la pregunta es cuándo será útil contra el ébola. El virus se descubrió hace escasamente 40 años. Es mucho más lo que desconocemos de él que lo que conocemos. Quedan grandes incógnitas: por ejemplo, ¿dónde está el virus entre un brote epidémico y otro? Nadie lo sabe. A día de hoy hay especulaciones, ideas, pero no una respuesta definitiva. Así que cualquier esfuerzo en este sentido es importante. En nuestro caso concreto, el siguiente paso sería pasar a estudios en vivo, seguramente con ratones. Lo haría Rafael Delgado, uno los coatuores de este trabajo y un virólogo con mucha experiencia. Quedan muchas etapas por delante, pero es evidente que partimos de una base muy buena. Lo que estamos haciendo es preparar la nanoestructura de carbono, funcionalizarla. Pero igual que en la periferia ponemos un determinado tipo de azúcares, podríamos probar con otro tipo de biomolécula que fuese interesante para estudiar otras enfermedades.
- ¿Se abre una vía para encontrar tratamientos ya no solo contra el ébola sino contra otros virus?
- Efectivamente, y no solo contra virus. Yo creo que esto puede abrir una vía de estudio muy interesante para otras enfermedades. Desde luego, para el virus del sida, por ejemplo.
- Este hallazgo que acaban de presentar es un ejemplo de que en España se está haciendo ciencia de primera línea. Pero, ¿es a pesar de todo?
- Yo diría, por ponerlo en positivo, que los gobiernos de la democracia han hecho que la ciencia en España se vea de forma distinta. Pero es verdad que no todos los gobiernos han participado con el mismo interés. Cuando hablo de interés me refiero a fondos, financiación y establecimiento de estructuras para poder investigar. Llevábamos una trayectoria buena: en los tres primeros años del último Gobierno socialista se incrementaron un 25% los fondos. Se quería llegar a converger con Europa, donde se destina a la ciencia un 2% del PIB, mientras nosotros seguimos en torno al 1,20%. Estamos alejados de la media europea, y no digamos de los que están por encima del 3% (Alemania, Dinamarca, Finlandia). Estamos en un nivel muy bajo, y la crisis ha afectado a la ciencia española de manera despiadada. Hemos perdido más de un tercio de lo que se invertía en ciencia y tecnología. En los últimos presupuestos, el incremento es de solo un 0,26%, lo que significa que no convergemos con Europa. En beneficio de la actual secretaria de Estado, Carmen Vela, diré que al menos ha podido derivar una parte importante del dinero presupuestado como préstamos -que muchas veces se queda sin ejecutar- a subvenciones.
- Hay un discurso de la recuperación económica. Pero, por lo que dice, esa recuperación no ha llegado a la ciencia.
- Claramente, no ha llegado.
- Hay quien dice que la investigación ha retrocedido una década en nuestro país.
- En términos de inversión, tenemos el mismo presupuesto que en 2009. No hace falta ser muy listo para darse cuenta de que esto significa un retroceso económico importante que afecta a todo el sistema de ciencia y tecnología, y especialmente a los jóvenes. Las becas de los programas Ramón y Cajal, Juan de la Cierva... han disminuido drásticamente. Nuestros jóvenes necesitan que este país se ocupe de ellos. Porque si no se nos van, y son nuestra cantera. Cuando se marchan al extranjero a hacer un postdoctorado, después tenemos que tratar de recuperarlos. Si se quedan trabajando fuera, eso deja de ser un 'postdoc' y pasa a ser una especie de fuga. No sé si llamarlos cerebros, porque todavía tienen que demostrar mucho, pero desde luego estamos ante una fuga de capital humano bien formado.
- El Instituto Murciano de Investigación Biosanitaria (IMIB) tiene a 40 profesionales a punto de quedarse sin trabajo porque sus contratos laborales se terminan. ¿Están abocados los jóvenes científicos a la precariedad o a marcharse?
- La situación es, claramente, la que acaba de describir. Nuestros jóvenes necesitan un apoyo institucional. Pero tengo que llamar la atención sobre un aspecto: en los países de nuestro entorno hay, junto a una parte importante de fondos públicos, un porcentaje de financiación privada que representa más del 50%. Esa es una asignatura pendiente en nuestro país. En España hay investigadores, normalmente del sistema público, que aceptan muy mal los fondos privados. Piensan que eso es, aunque la palabra suene muy fuerte, prostituirse. Ya va siendo hora de cambiar esta actitud, estamos obligados desde el sector público a transferir información al sector privado. Estamos en la obligación de que lo que hacemos tenga una utilidad, beneficie a la sociedad española en su conjunto. Así que los investigadores, algunos, debemos cambiar el 'chip'.
Afinar la puntería científica
- ¿Cómo valora la situación de la ciencia en la Región con respecto al resto de España?
- Estamos celebrando el 75 aniversario de la Facultad de Química. Eso ya es un hito, porque las cosas no surgen solas, se necesita voluntad. Antes de la democracia y las autonomías, había dos o tres polos de ciencia en toda España. Hoy te puedes encontrar grupos de investigación muy prestigiosos en distintas comunidades. Es fabuloso que no haya solo ciencia en Madrid y Barcelona, que se haya distribuido. En ese sentido, la ciencia en Murcia ha progresado en estos cuarenta años de democracia al mismo ritmo que en otras autonomías. Pero es verdad, y esto habría que decirlo, que de alguna manera deberíamos ser un poco más hábiles, gastar mejor nuestro dinero. A lo mejor un país como España no tiene por qué soportar siete u ocho centros de nanociencia. A veces aquí se hace como en el tiro al plato, se disparan muchos perdigones para que vayan a todos lados, cuando deberíamos apuntar de manera más selectiva a objetivos más concretos. Habría que preguntarse qué es lo que a la comunidad murciana le interesa liderar en España. Eso es lo que nos falta. Por ejemplo, Murcia y Valencia, que están al lado, no se pueden dedicar a competir. No tiene sentido que un instituto en Murcia compita con otro igual en Valencia.
- En definitiva, lo que sugiere es que no convirtamos el Estado de las autonomías en una competición en la que cada región quiera investigar de todo para ser más que la de al lado.
- Efectivamente, porque eso no se lo permite ni un país como Alemania.