Borrar
:: álex
La abogada tranquila de las causas perdidas

La abogada tranquila de las causas perdidas

Mónica Galdana Pérez Morales, profesora de Derecho Procesal de la UMU, vuelve al equipo de Orihuela como vicerrectora de Comunicación

Fuensanta Carreres

Lunes, 26 de octubre 2015, 12:14

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

La resiliencia de una infancia libre y feliz en la menorquina cala de Santa Galdana ampara a la profesora de Derecho Procesal de la Universidad de Murcia, que debe su nombre a la playa que la vio nacer, su lugar en el mundo, que dejó a los 11 años y al que siempre retorna para recargar las baterías de su fortaleza.

En la escuela pública de Ferrerías, hasta la que los 'extrangers' (no autóctonos de la isla) como ella llegaban todos los días en autobús, la profesora de Procesal, que la próxima semana se reincorpora al equipo del rector de la Universidad de Murcia como vicerrectora, empezó a escribir un expediente académico de vértigo plagado de matrículas de honor. Número uno de su promoción, Premio Extraordinario de fin de carrera, de Bachillerato... Galdana casi no sabe lo que es pagar una matrícula porque las costeó con su esfuerzo, desde la Primaria hasta el doctorado, y siempre en centros públicos: de la escuela de Ferrerías al -ya en Murcia- antiguo centro piloto (hoy colegio Narciso Yepes), pasando por el instituto Alfonso X El Sabio, y hasta la Facultad de Derecho de la Universidad de Murcia, a golpe de premios y matrículas de honor que no le gusta nada enumerar, y más que orgullosa de la formación recibida en esos centros públicos, que defiende como valor social.

Con su brillante currículo, las puertas de tres departamentos se le abrieron de par en par cuando se licenció con el número uno de su promoción. Se decantó de cabeza por el de Procesal, que le apasiona, y que le ha permitido profundizar en el estudio y la investigación -el próximo año irá a por su tercer sexenio- del derecho a la tutela judicial efectiva.

La vocación de defensora de las causas perdidas la vio venir de lejos su padre, sorprendido cuando Mónica Galdana defendía a su hermano después de que le castigaran por pegarle a ella, e incluso reclamaba un juicio justo para el 'agresor'. Siempre desde el derecho y sin aspavientos, la nueva vicerrectora, de 43 años, nunca se conformó con el 'statu quo', al que hace frente dialogando, analizando y actuando. No le van las grescas, al contrario, sin devolver puñetazos, Galdana es una revolucionaria tan tranquila y prudente como valiente, valoran sus compañeros y amigos de la Universidad de Murcia. El rector Orihuela, quien la convenció para que se integrara en su candidatura por el cambio al Rectorado de la UMU, entre ellos. Apenas titubeó ella en su respuesta: «Tenía claro que había que darle una vuelta al sistema y romper con estructuras que no respondían al mérito, creía que podíamos hacerlo y me sumé al proyecto».

Ilusionada con el entusiasmo colectivo que contagió a los campus murcianos, Galdana lo dio todo durante los meses de campaña, y celebró la inesperada victoria de Orihuela en La Merced con sus compañeros de equipo. Estaba llamada a ser secretaria general de la Universidad de Murcia, pero un problema personal que requería toda su atención hizo que renunciara en el último minuto. «Tenía que estar al cien por cien, y en ese momento me era imposible. Pensé que lo más honesto era renunciar». Su problema personal se resolvió, y Galdana comenzó a implicarse de nuevo en la gestión de Orihuela como directora de la Universidad del Mar, hasta que, hace dos semanas, surgió la oportunidad tras la dimisión del ya exvicerrector de Comunicación y Cultura.

Esta vez sí, Galdana se subió al carro, esperanzada además por los cambios que ya aprecia en los campus: «Cada vez hay más luz, las cosas están evolucionando», percibe dispuesta a trabajar para que esa transformación sea visible también desde fuera. «En la universidad a veces tenemos la sensación de que no comunicamos bien lo que hacemos porque damos por sentadas muchas cosas que son obvias para los que ya las vivimos, y me gustaría ser capaz de contarlas bien», se ha marcado por objetivo la profesora de Derecho Procesal, queridísima por sus alumnos, algunos ya convertidos en notarios y jueces, y a quienes le faltan horas en el día para dedicar. Las pocas que le quedan libres se las lleva el motor de su vida, su niña de 8 años, y los buenos ratos que pasa mirando desde la orilla, con un libro en la mano, cómo la chiquilla y su marido practican surf. Su gente, el teatro y la literatura copan el resto, con el bloc de notas, casi secreto, que le acompaña a diario, y que esconde las ideas de los relatos que guarda para ella sola.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios