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Francisco López, junto a la antigua máquina que graba letras en las estilográficas.
«Lo peor que puede pasarte con una pluma es que te deje a medias»

«Lo peor que puede pasarte con una pluma es que te deje a medias»

Francisco López Izquierdo. Maestro en estilográficas

A. BOTÍAS SAUS

Viernes, 14 de agosto 2015, 01:15

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La pluma es más poderosa que la espada, advertía Edward Bulwer-Lytton allá por el siglo XVIII. Y el tópico literario debe ser cierto, al menos en lo referido al instrumento, si tenemos en cuenta que perdura su uso y venta, resistiendo durante décadas frente al popular bolígrafo. De estas cosas sabe mucho Francisco López, último maestro en estilográficas murciano, quien abrió su tienda hace más de 60 años. Vamos, anteayer.

-Usted tenía una tienda en Platería hace mil años, antes de abrir esta en la calle Villaleal.

-Así es. Desde 1952 me dedico a vender estilográficas.

-Sesenta y tres años. Para escribir su historia sí que harán falta muchas plumas.

-¡Más todavía! El negocio lo fundó mi padre, que era joyero.

-¿Existe en Murcia tradición por las plumas?

-Mucha. Y en dos grandes grupos: aquellos que las coleccionan y quienes las usan en su trabajo. Entre estos últimos se encuentran notarios y registradores.

-Con lo que cobran por firma bien pueden permitirse el lujo.

-Más que un lujo, habría que considerarlo un capricho o una necesidad laboral.

-Habrá plumas que cuesten un potosí...

-Algunas valen un disparate. Recuerdo una Montblanc valorada en 600.000 euros.

-¿Y cómo se puede llevar ese capital en el bolsillo, así, al tuntún?

-Pues se lleva.

-¿Cuál es la pluma más cara que ha vendido usted en la ciudad?

-(Ríe). Una que costaba más de cien mil euros.

-¡Calle!

-¡Ya lo creo! Tenga en cuenta que las plumas son auténticas joyas.

-¿Y a quién se la vendió?

-¿No creerá que se lo voy a decir?

-Lo suponía... Bueno, igual es lo último que se lleva un ladrón cuando entra a robar en la casa.

-No crea, no. Hay ladrones que las conocen muy bien.

-¿Tendrá futuro este negocio?

-Con tanta tableta electrónica y tantos follones, aún está por ver. Sin embargo, es cierto que muchos murcianos tienen firma electrónica y prefieren la pluma.

-¿Cuál es la más curiosa que ha pasado por su manos?

-Esta que tengo aquí. Se fabricó en el año 1800. Han intentado comprármela mil veces. Luego están, por poner otro ejemplo, las de la marca Conklin. Con una de oro firmó el actual Rey un recordatorio en el libro de la Autoridad Portuaria durante una visita a Cartagena.

-Y se la echó al bolsillo, claro.

-¡No señor! Yo se la había prestado a Adrián Ángel Viudes, el que mandaba en el puerto. Él sabía que la pieza era de Huelva.

-Con sus plumas se habrán firmado en Murcia grandes documentos, supongo.

-Tenga en cuenta que durante años las he vendido a alcaldes, gobernadores civiles, políticos y un sinfín de profesionales. Recuerdo que una vez se vendieron dos plumas para Agustín Muñoz Grandes y Camilo Alonso Vega.

-¡Dónde estarán las plumas y ellos! ¿Prende la afición entre los jóvenes murcianos?

-Desde luego. E incluso por la caligrafía, algo que esta sociedad ha olvidado, por desgracia.

-¿Existen muchos coleccionistas en Murcia?

-Bastantes. Algunos atesoran colecciones que superan el millar de piezas. Y muchas, de gran valor.

-Diga nombres...

-(Ríe). Secreto de arcano.

-Supongo que dará mucha pena perder un objeto tan valioso.

-O que te lo quiten. Hay plumas muy golosas. Pero lo peor es, con diferencia, que te deje a medias porque se acabe la tinta.

-Claro. Quedarse a medio no agrada a nadie...

-(Ríe). ¡Algunos se olvidan de echarle tinta y me dicen que están rotas!

-¡Gente descuidada!

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