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Alba Leiva (abajo, primera por la derecha) en una visita a una escuela de Chapagoan, en Nepal, a la que se donó parte del dinero recaudado para afrontar los daños tras los terremotos.
Gotas que hacen océanos

Gotas que hacen océanos

Un grupo de murcianos recaban fondos a través de un proyecto solidario para ayudar a una médico española en su labor en Nepal

Alicia Negre

Jueves, 4 de junio 2015, 01:28

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Alba Leiva se deja cada día la piel por ayudar a los habitantes de Nepal afectados por los terremotos que han asolado el país. Presta primeros auxilios, acarrea tiendas de campaña, reparte comida y medicamentos... Esta médico española, que tras los seísmos rechazó el ofrecimiento de la embajada española para regresar a su casa y dirige una clínica en la localidad rural de Chapagoan, en el valle del Katmandú, no está, sin embargo, sola en su batalla. Un grupo de familiares y amigos de la joven, muchos de ellos vecinos de la Región, han impulsado una campaña -Albanepal- con la que recaban fondos para financiar la labor de Alba y su equipo en este país del sudeste asiático. Ya llevan recaudados más de 10.000 euros con los que han ayudado, en parte, a aliviar el sufrimiento de un pueblo doblemente golpeado por la tragedia.

«Estábamos en la clínica cuando pasó el terremoto». A Alba Leiva el seísmo que Nepal registró hace más de un mes le sorprendió en la clínica Vajra Varahi -perteneciente a una ONG-, que encabeza desde hace tres meses. Esta joven ejerce desde hace años la medicina tradicional ayurveda y el pasado año se trasladó a La India para completar su formación en un hospital universitario. El destino la condujo al cercano Nepal y a la clínica que ahora dirige. Ofrece a los vecinos de este entorno rural medicinas alternativas, como la tibetana o china, naturopatía, homeopatía... Además, según explican desde Albanepal, imparte educación a los vecinos sobre higiene y sexualidad; ofrece soporte a mujeres en materia de violencia doméstica y presta una atención 24 horas a una comunidad de niños monjes budistas de la zona.

Tras percatarse del seísmo, Alba abandonó la clínica en compañía de otro doctor y recorrió los pueblos cercanos para comprobar los daños. «58 casas se habían caído, pero curamos a las personas más afectadas y afortunadamente no hubo ninguna muerte», explica en un mensaje de voz transmitido a sus familiares y amigos. «En otras zonas, de nuevo, todo lo más terrible ha ocurrido».

A partir de ese momento, esta española comenzó a sumar a su labor diaria el reparto de víveres, medicinas y tiendas de campaña entre las comunidades cercanas. La ayuda llega a las zonas rurales con dificultad.

Consecuencias para rato

«Nepal está en un momento de incertidumbre», explica. «Algunas casas se han derrumbado y otras muchas no están en condiciones. Muchas familias siguen viviendo en las calles». Su principal labor se centra ahora en preparar a las comunidades cercanas para la situación en que quedará la zona tras el paso del Monzón. «Hay que evitar epidemias, construir letrinas, casas temporales...», recalca la joven con voz pausada. «Las consecuencias del terremoto durarán aún mucho tiempo».

Los familiares y amigos de Alba, a través de su proyecto Albanepal (www.albanepal.org), ya han logrado recaudar más de 10.000 euros. Un dinero que ha sido empleado sobre el terreno para ofrecer ayuda básica para los habitantes de la zona. Siguen adelante con su labor solidaria porque, recalcan, aún falta mucha ayuda en el país y la llegada del Monzón no hace sino complicar aún más las cosas.

Pese a su gran labor, Alba Leiva resta importancia a su trabajo en Nepal. «No hay un minuto que uno no desee simplemente ayudar a la comunidad, dar esperanza», subraya. «Yo solo soy una pequeña gotita en el océano y aquí hay muchas gotitas trabajando para beneficiar a esta comunidad». Asegura, además, que esta experiencia le está ofreciendo una recompensa impagable. «Estamos aprendiendo mucho de todo aquello que no se aprende en los libros: de compasión, de humildad...».

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