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Ingreso en prisión de Alcalá Meco, en la mañana de este jueves, del guardia civil.
Sergio ingresa en prisión

Sergio ingresa en prisión

El guardia civil penado con cárcel por insultar a un mando se despidió ayer de su mujer y su hija pasará entre rejas los próximos cuatro meses

Jorge García Badía

Jueves, 29 de enero 2015, 01:53

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No pudo reprimir las lágrimas al ver el disfraz de su pequeña Celia, porque sabía que no se lo podrá ver puesto. Tampoco podrá soplar las velas con ella cuando cumpla dos añitos el próximo 11 de marzo. Sergio se va a perder cuatro meses de la vida de su hija porque el Juzgado Togado Militar de La Coruña le ha mandado a prisión por decirle «maricón» a un sargento primero del cuartel de la Guardia Civil en Irún (Guipúzcoa).

Sergio ingresó en la prisión militar de Alcalá Meco esta mañana. «Esto no tiene ni pies ni cabeza», se repetía ayer, una y otra vez, Sergio, guardia civil de 36 años, destinado en la actualidad en Archena. El encontronazo con el mando se produjo en 2006, después de que el agente cambiase las guardias en el Grupo Fiscal por una vacante en la cocina de la cantina de Irún. Le apetecía ese destino, pues antes de ingresar en la Benemérita había regentado una bocatería en Lorquí. «La gente se quejaba todos los días del menú, pero el sargento era un hombre chapado a la antigua: no quería cambiar nada».

Sergio aprovechó la ausencia del mando por vacaciones para intentar satisfacer las peticiones de sus compañeros, imprimiendo al rancho militar sus buenas dotes culinarias. «Preparaba patatas con ajo, sardinas... Pasamos de treinta a cincuenta comensales y aumentamos los ingresos». Sin embargo, el sargento primero no tardó en relevar a Sergio, aprovechando un descanso de éste.

La noticia la conoció a su regreso y a través de un tercero. El roce entre ambos quedó sin resolver, hasta que el 31 de diciembre de 2006 se le ocurrió auxiliar al nuevo cocinero. «Se le estaba quemando la cena de Nochevieja y me pidió ayuda. Fue entonces cuando el sargento me vio en la cocina y mandó a un compañero para decirme que me marchase. Salí al bar y le dije que no tenía huevos a decirme las cosas a la cara. '¡Eres un cobarde!'». El asunto acabó en el Tribunal Militar de Burgos, que archivó la causa en la que el mando acusaba a Sergio de decirle «maricón», incluso de haberle amenazado supuestamente con un vaso de tubo que rompió en la barra. «Ha mentido desde el principio; si hago eso me habrían engrilletado. Solo le dije 'cobarde'», insiste Sergio.

El mando no desistió en su denuncia y ésta fue aceptada en La Coruña. «Todavía me siento jodido cuando recuerdo cómo me escoltaban dos compañeros en el juzgado». Aunque lo peor estaba por llegar: «Declararon cinco testigos y solo uno, que no estaba en la cantina, confirmó el insulto. Desde que me condenaron he agotado todas las vías: recursos de indulto y súplica».

Pasaron los años, fue destinado a Archena, tuvo una hija, pero el asunto no se resolvía y seguía planeando sobre las vidas de esta familia que reside en Cieza. «Pensaba que me dejarían sin empleo y sueldo, que durante cuatro meses me tendría que buscar la vida. Pero, ¿ir a la cárcel?».

Sus temores se hicieron realidad el pasado lunes, cuando el Juzgado Togado Militar de Cartagena le comunicó que no volvería a ser un hombre libre hasta el 29 de mayo por un delito de injurias graves.

Concentración el sábado

«Tardan dos años y medio en resolver mis recursos y en 72 horas me tengo que ir a la cárcel», lamentaba, mientras hacía la maleta para ingresar hoy en la prisión militar de Alcalá Meco (Madrid). «Me han quitado hasta el derecho a votar en las próximas elecciones». A veces, al pensar en la condena, dice, «me vengo abajo».

Su esposa, Ana, aseguraba que «esto es un carrusel de emociones, pero intento estar bien porque él ya tiene bastante... Se perderá muchas cosas de su hija: nuevas palabras, su cumpleaños... Ese tiempo no lo recuperará jamás. Insultar no está bien, pero esto es anticonstitucional y me parece un retroceso. Una dictadura».

La noticia ha dejado «destrozada» a la familia, reconocía Rebeca, hermana del guardia civil y abogada de profesión, que explicó ayer que ese insulto en la jurisdicción ordinaria, a diferencia del Código Penal Militar, le habría supuesto «una falta de injurias y una multa diaria de seis euros durante diez días. Por un enfrentamiento con tu jefe te pueden sancionar o despedir. Esta condena parece una broma pesada, con la presión que tiene un agente de la Guardia Civil en Irún».

En los últimos tres días, Sergio no ha dejado de recibir muestras de apoyo de familiares y amigos. «Los compañeros están indignados». De hecho, las mujeres de algunos guardias han convocado una protesta el sábado (11 horas), frente al cuartel de Archena. Quieren mostrar su solidaridad con este agente, que ingresó con 20 años en el Escuadrón de Zapadores Paracaidistas (Ezapac) de Alcantarilla, y después dio el salto al Instituto Armado para estar destinado en Cieza, Irún y Archena.

Hasta ahora tenía un expediente impoluto y, a pesar de la presión de estar pendiente del resultado de sus recursos, jamás ha dejado de patrullar y defender la ley. Este trabajo era una pasión para Sergio, aunque al subirse en el coche que le iba a trasladar a Madrid para cumplir su condena reconocía no saber si ha perdido la vocación. «A eso no puedo responder ahora. Me siento como alguien al que han castigado injustamente; sin ningún tipo de proporcionalidad, que es uno de los pilares del trabajo de la Guardia Civil con los ciudadanos».

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