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San José de Calasanz, maestro de maestros

PEDRO ANTONIO SÁNCHEZ | CONSEJERO DE EDUCACIÓN

Jueves, 27 de noviembre 2014, 13:26

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La tradición de identificar el 27 de noviembre, Día del Maestro, con la figura de San José de Calasanz no tiene nada de anacrónico, en términos docentes. Al contrario. Es difícil encontrar un enseñante más metodológicamente moderno, mezcla de misionero internacional y luchador por la hoy llamada educación universal, es decir, extendida también a los más necesitados y a las clases menos favorecidas. Los maestros españoles no pueden tener un referente más indicado que este aragonés eximio.

Incluso desde cualquier perspectiva no confesional o laica, es fácil advertir que la repercusión de la obra de San José de Calasanz o Calasanzio, como lo llaman en Roma, en la educación sin distinción de ideologías, es vastísima e indiscutible para todos. La fecha del día del Maestro, el día de los profesionales docentes en general, se institucionalizó en la fecha en que, hace ya cuatro siglos, se inauguró con modestia la primera escuela libre y gratuita de la Historia. La abrió el sacerdote José de Calasanz con su propio dinero, sin apoyo de sus superiores ni de los hombres poderosos de Roma, porque por entonces la instrucción educativa de los marginales o incluso de las clases amanuenses, lo que hoy se llamaría obreras, estaba mal considerada ya que los apartaba del oficio manual en el que se creía debían continuar de generación en generación.

Hasta en eso es absolutamente moderno este precursor de la pedagogía. Creía en la educación integral de los desfavorecidos no sólo para su construcción completa como personas y ciudadanos, sino como base para el ascensor social. Hoy puede parecer algo normal, pero por entonces era prácticamente revolucionario. Un analfabeto humilde y pobre no tenía por qué continuar siendo analfabeto, ni mísero, toda su vida, y hacérselo heredar a sus hijos, que era el pensamiento común en la sociedad europea de principios del siglo XVII. Aquí está uno de las vigas maestras de la educación tal y como la entendemos hoy día.

En el Día del Maestro se conmemora el amor a la labor desprendida, solidaria, justa y bien hecha de tantos y tantos docentes vocacionales como han continuado, conscientes de ello o no, la labor iniciada por aquel aragonés inmortal en el barrio pobre del Trastevere de Roma. Aquellas que se llamaron escuelas pías inspiradas por supuesto en el cristianismo, pero en las que no se pedía confesionalidad ni había restricciones ni discriminaciones por este motivo. Se sentaron las bases de un espíritu universal de garantía y ayuda a todas las capas de la sociedad, que mucho más tarde dieron lugar a las conquistas del Estado de Bienestar del mundo occidental.

José de Calasanz supo que lo que pretendía era algo más que piedad cristiana con los que hasta entonces habían permanecido sin instrucción, pretendía la búsqueda de la igualdad social y, más allá, la mejora de las condiciones de la humanidad.

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