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Eppo Cardelo. Natural de Barcelona. Productor de vinos y artista. 7 años en La Manga. «Llegué aquí huyendo del control lingüístico y la atmósfera de extremismo que se respiraba en mi tierra, la más bonita del mundo»
El 'seny' que se vino a Murcia

El 'seny' que se vino a Murcia

En la Región viven 14.501 catalanes que asisten a la consulta ciudadana del 9N para la independencia entre la rabia y el escepticismo y, en muchos casos, también con dolor. Todos coinciden en señalar que tanto el nacionalismo exacerbado como la consulta son ajenos al sentir del pueblo catalán: «Esto es cosa de los políticos», aseguran

ALEXIA SALAS

Lunes, 17 de noviembre 2014, 12:09

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Al confitero catalán José Busquets aún se le escapa un «¡collons!» de entre los labios cuando le abrasa a traición el horno pastelero, y eso que hace ya medio siglo que puso el pie en tierras murcianas. Jubilado ya, lo único que amasa es algo de ese famoso 'seny' catalán con la levadura que solo dan las canas. Vive la consulta ciudadana del 9N sobre la autodeterminación entre la rabia y la incredulidad, con una punzada de dolor en su corazón blaugrana: «Si se independizan, me doy de baja como socio», decide el confitero, orgulloso vicepresidente de la Peña Barcelonista Dos Mares de Cabo de Palos y devoto futbolero, de los que celebra cada gol culé con un cohete pirotécnico.

Esa misma dualidad de emociones en la distancia la viven todos los consultados por 'La Verdad', aunque la realidad siempre es más amplia: nada menos que 14.501 catalanes residentes en la Región, a los que se une cada año una media de 1.500 nuevos emigrantes, aunque ese trasvase baja desde 2005, cuando llegaron a Murcia 2.409 'ciutadans'. Son los quintos en la Región en número de emigrantes de otras regiones españolas, por detrás de andaluces, valencianos, manchegos y madrileños, pero han preservado contra la marea del tiempo y la distancia el arraigo de sus costumbres y el espíritu emprendedor que les ha dado fama. Todos los catalanes residentes en Murcia consultados han coincidido en la mirada crítica con el proceso consultivo que se vive hoy en su tierra, impulsado por el Gobierno catalán.

No vinieron a tierra extraña, sino a una Región donde cunde la simpatía culé, con 55 peñas barcelonistas en funcionamiento, algunas numerosas, como la decana, de Águilas, y tan activas como la de Totana. Balones aparte, basta hurgar en la historia para descubrir que «gran parte de los murcianos hablaban catalán en el siglo XIV» y no uno cualquiera, sino el «bell catalanesc del món», según dijo el escritor Ramón Muntaner.

Aún hay otros lazos que unen más que la argamasa: un pujante comercio interregional. Las empresas catalanas venden a Murcia cada año productos por valor de 1.917 millones de euros, más que a Estados Unidos, donde éstas firmas obtienen 1.411 millones, según datos de 2012. A no pocos asalta el temor de una 'catalanofobia' que, con la embestida independentista, afloje los lazos comerciales: «Tengo amigos empresarios dispuestos a irse de Cataluña», afirma Busquets. Él nunca sintió recelos anticatalanistas en la Región: «Me llamaban Tarradellas cuando llegué, pero ya soy más murciano. Soy feliz aquí», se confiesa. Sus mostradores son una bandera de la convivencia, con pasteles de carne junto a crema catalana.

Un 'Mátrix' informativo

A Eppo Cardelo, productor de vinos, pintor, músico, restaurador y locutor de Gestiona Radio, le ocasionó más problemas ser catalán en su tierra que al borde del Mar Menor. «Si en Barcelona te declaras antinacionalista, te vetan en círculos artísticos y profesionales», afirma el artista de Hospitalet. «Cuando vi el Mar Menor, me pareció el paraíso, y Murcia la tierra de las oportunidades», recuerda. Llegó hace siete años huyendo del «control lingüístico en los colegios y la atmósfera de extremismo solapado de mi tierra, que es la más bonita del mundo».

Su vino Salvius es una mezcla de sangres murciana y catalana, por eso ve «con tristeza cómo ese nacionalismo inventado ha roto la sociedad civil, que vive en un 'Mátrix' informativo, con medios de comunicación que no paran de lanzar mensajes como 'sin España seríamos Mónaco' o 'España nos roba». Cree que «la votación es una falacia y un chantaje a un Gobierno cobarde».

Nadie mejor que quien ha defendido los colores barcelonistas para conocer la vehemencia que despiertan extramuros de Cataluña. Joaquín García Pérez, 'Quini', exjugador y exentrenador del CB Murcia de baloncesto, sudó primero la camiseta de un filial del Barça en canchas de toda España. «Notabas una hostilidad inmediata. Te insultaban y te gritaban '¡España, España!', y yo no entendía ese odio», recuerda de sus primeros lances con la rivalidad nacional por excelencia.

Por algo ya Unamuno se adelantó a decir que España y Cataluña no podrían nunca llegar más allá de la 'conllevanza', aunque Quini desmiente la imagen arisca de sus paisanos: «El pueblo catalán es acogedor, es integrador; de hecho los inmigrantes se adaptan con facilidad, lo que ocurre es que los políticos usan las imágenes en su beneficio». La suya es una historia pegada a la canasta, aunque fue una murciana la que lo ancló a la Región, donde entrena a jugadores infantiles a través de varias escuelas en Murcia. «Echo de menos los 'panallets' y las castañadas, que en el otoño murciano son complicados con 30 grados, pero ahora mi vida está aquí», habla desde Murcia sobre una tierra a la que hoy miran los ojos del resto de España.

Quini observa la consulta «con preocupación». La entiende como «una muestra del descontento por la crisis, que ha servido de catalizador, y una cortina de humo del Gobierno catalán para que no se hable de corrupción». Convencido de que «la mejor medicina contra el nacionalismo es viajar», piensa que «hay gente que quiere la consulta para decir 'no' a la independencia, porque no todos los catalanes son como se piensa».

Catalanes que dicen 'acho'

Dori Buendía, actriz aficionada del Grupo de Teatro San Javier, prefiere mantener vivo el recuerdo de las canciones infantiles que aprendió en Mataró, su geografía interior de los Pirineos y las recetas maternas de la 'escudella' y los 'canelons', antes que la imagen de su Cataluña movilizada para la autodeterminación. «Más bien es cosa de los gobernantes, que han levantado a la gente», explica una catalana que asegura estar en Murcia «en mi salsa».

Después de 21 años en la Región, sigue leyendo a los escritores catalanes en su idioma, pero jalea con pasión al Real Madrid. «Mis hijos nacieron allí, pero dicen 'acho'», cuenta del mimetismo que la vida cotidiana moldea en los desplazados. Le gusta más recordar la Plaza de Cehegín por la que paseaba en Mataró que la imagen de las banderas españolas prendidas en llamas. «Para mí fue una vergüenza», asegura la actriz, a quien con el tema del separatismo le viene una palabra a la cabeza de difícil traducción al castellano: «'Poca solta', que es entre idiota y que le falta un hervor», sonríe la actriz.

¿Quién paga las pensiones?

Solo el inminente nacimiento de una nieta, en Lorca, logrará dulcificar este domingo «de indignación» para José María Jiménez García, jubilado del Grupo Endesa y vecino del barrio barcelonés de Montbau. Está indignado, «muy cabreado» con todo el proceso que se ha puesto en marcha para decidir sobre la independencia de Cataluña. «Las cosas no se están haciendo bien. Tienen que dialogar», informa Pilar Wals.

Este pensionista catalán asegura que «si fuera un referéndum legal sí votaría, pero así no, y votaría en contra de la independencia». Le preocupa quién pagará las pensiones de los catalanes si su comunidad se independiza, qué moneda circulará y con qué fronteras. «No explican nada de lo que puede suponer separarse de España», señala el jubilado, quien vistió la camiseta juvenil del Español -ahora Espanyol- en otros tiempos. Como muchos paisanos, augura con inquietud «un boicot a los productos catalanes y al cava la próxima Navidad». Le disgusta «la idea que se proyecta de que no queremos nada con España. Son los políticos, que quieren desviar la atención de los recortes que están haciendo en Cataluña».

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