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'Umbra' o las inspecciones inocuas

Razones y sinrazones de la revisión a la que el CGPJ va a someter al Juzgado de Instrucción 8 de Murcia

Ricardo Fernández

Viernes, 31 de octubre 2014, 11:13

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No es el propósito de esta columna tratar de quitarle la razón al presidente del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de la Región, Juan Martínez Moya. Ni lo pretendo ni, además, podría hacerlo. Resulta imposible contradecir a quienes, eludiendo entrar en el fondo de los asuntos, optan por invocar grandes valores o principios de universal aceptación contra los que nada puede oponerse. Algo que bien podría extender al juez decano y miembro de la Sala de Gobierno del TSJ, Miguel Pascual de Riquelme, que también ha venido a defender, con la invocación de elevadas razones, la oportunidad de someter en estos momentos a una inspección al Juzgado de Instrucción número 8 de Murcia, justo cuando se disponía a dar un decisivo empujón al 'caso Umbra'.

¿Quién puede rebatir que ningún juzgado puede quedar blindado, y a salvo de este tipo de revisiones, por el mero hecho de instruir una de esas macrocausas? ¿Quién negaría que «las auditorías, las inspecciones... forman parte del ADN de la biografía de todo juez»? ¿Quién desmentiría que todo ello entra dentro de «la normalidad» en el devenir de un juzgado? ¿Quién va a discrepar de la afirmación de que «una inspección supone una mejora para la eficiencia y es una oportunidad», por cuanto permite detectar deficiencias y adoptar medidas para ponerles remedio? ¿Quién va a oponerse a que todos los juzgados estén obligados a dar cuentas de su labor, a actuar con la mayor transparencia y a someterse a «una rendición de cuentas permanentes»? No seré yo quien lo haga. Ni quiero ni, en verdad, sabría cómo hacerlo.

Me pasa en este caso -salvando mucho las distancias- como con los independentistas catalanes, cuyo principal argumento -por no decir el único- es que todo el mundo tiene derecho a votar y a expresar su opinión. Una consideración irrefutable, irrebatible, pero que -oh, paradoja- no garantiza que tuvieran razón al convocar la fallida consulta del 9N.

En fin, que seguramente es imposible discrepar de Martínez Moya y Pascual de Riquelme cuando vienen a decir que si le ha tocado una inspección al juez David Castillejos, pues que apechugue. Como todos. Lo cual no quiere decir que me hayan convencido en mi idea de que posiblemente podría haberse buscado un momento más propicio, y no en estos días en que Castillejos iba a empezar a disfrutar del juez de refuerzo y se disponía a darle un impulso al 'caso Umbra'. Sobre todo, además, cuando arrecian las críticas, políticas y ciudadanas, por los inconcebibles retrasos que sufren estas causas. Unas dilaciones que, en este caso, vendrán a agravarse por la sobrecarga adicional que implica responder a la inspección.

Y es que mantener que la inspección solo dura un día, como ha hecho Martínez Moya, es invocar una de esas razones tan absolutas que acaban resultando falsas. Tan falsas como asegurar que aprobar una oposición a juez solo requiere el tiempo de hacer un examen. Qué gran verdad tan falaz.

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