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Raúl Pardo-Geijo Ruiz.
Un abogado denunciará a Asuntos Internos por «torturas psicológicas»

Un abogado denunciará a Asuntos Internos por «torturas psicológicas»

Raúl Pardo-Geijo Ruiz afirma que en las 60 horas que estuvieron detenidos los sospechosos del crimen de Cala Cortina no se les apagó la luz ni se les dio de comer

RICARDO FERNÁNDEZ

Martes, 21 de octubre 2014, 19:13

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Parece dispuesto a hacer bueno el dicho que sostiene que no hay mejor defensa que un buen ataque. El letrado Raúl Pardo-Geijo Ruiz, defensor del agente José Carlos M.L. -sospechoso de participar en la muerte e intento de hacer desaparecer el cadáver de un vecino de Las Seiscientas de Cartagena-, acaba de presentar un recurso de apelación en el que, además de reclamar la puesta en libertad del policía, arremete con dureza contra los responsables de la investigación.

Tanto es así que, además de descalificar las conclusiones a las que llegaron los agentes de Policía Judicial y de Asuntos Internos, anuncia una denuncia contra estos últimos por supuestas «torturas psicológicas». En concreto, sostiene el abogado penalista que «durante las sesenta horas que permanecieron detenidos los seis policías, y en las que fueron interrogados hasta en dos ocasiones, se les mantuvo la luz encendida en los ciclos de sueño para privarles del descanso y no se les dio de comer». Como aparente razón de ese «trato recibido» por los sospechosos, Pardo-Geijo Ruiz avanza que «no sabemos si con tan negligente actuar se pretendía obtener una forzada confesión que, por imposible, no pudo dar fruto».

El recurso, que se dirige directamente a la Audiencia Provincial, soslayando la posibilidad de que la juez instructora se pronuncie previamente, está trufado de descalificaciones a la labor de los agentes que investigaron la muerte de Diego Pérez, un vecino de Las Seiscientas cuyo cadáver apareció a finales de marzo flotando en Cala Cortina.

Califica de «deficiente» la línea de investigación seguida, critica que «incomprensiblemente» no se hayan seguido otras pistas, sostiene sobre algunas de las interpretaciones de los investigadores que «no se puede partir de exégesis más pretenciosa», y llega a asegurar que «los 'expertos' pensaban que pronto se confirmaría la autoría del crimen, existente solo en su subjetiva cosmovisión».

Pardo-Geijo Ruiz entra de lleno en el análisis del material probatorio para concluir que no existe dato que vincule a su cliente y a sus cinco compañeros con la muerte de Diego Pérez y el posterior intento de hacer desaparecer el cadáver.

Para empezar, recoge las declaraciones del testigo protegido 'B-83', quien aseguró que en el momento de ser subido a un coche patrulla por los sospechosos vestía «cazadora marrón medio, pantalones marrón claro camel de tela, zapatillas de deporte y que cree que llevaba una camiseta». Una ropa bien diferente a la que portaba el cadáver cuando fue hallado, pues llevaba una camisa blanca de listas verticales y pantalones vaqueros.

Además recuerda que a las seis y media de la madrugada en que desapareció, el hermano de Diego recibió la llamada de un vecino diciendo que la víctima «había salido corriendo de la casa, diciendo que estaba embrujada, y que había dejado una manta tirada en la calle». Una declaración que, según la interpretación del letrado, desmentiría que Diego hubiera sido asesinado por los policías hacia las cinco de la madrugada.

También pone de relieve el escaso tiempo que los coches patrulla pasaron en Cala Cortina en su primer viaje, en torno a cinco minutos, por lo que considera «harto improbable» que les hubiera dado tiempo a matar a Diego y a echarlo al mar.

Esos argumentos, y el convencimiento de que no tratará de huir, lo llevan a pedir la libertad del agente.

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