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Alumnos de la UMU lanzan huevos y harina a los 'pollos' en un descampado cerca del campus de Espinardo.
Huevos, harina y mucho alcohol para los 'pollos'

Huevos, harina y mucho alcohol para los 'pollos'

Centenares de estudiantes desafían la prohibición y mantienen las novatadas en las inmediaciones del campus de Espinardo

Fuensanta Carreres

Viernes, 17 de octubre 2014, 01:22

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Litros de alcohol, decenas de huevos frescos, kilos y kilos de harina y mucho 'ketchup' recibieron ayer, como casi todos los jueves de este mes, a los estudiantes novatos de primer año de la Universidad de Murcia. Ayer les tocaba el turno a los de Matemáticas, Trabajo Social y Bioquímica, encantados de participar en el polémico ritual de iniciación que hasta el Senado ha reprobado. Cualquiera diría que las novatadas están prohibidas en la Universidad de Murcia, ni que el Rectorado envió hace apenas una semana un aviso a los estudiantes alertando de que actuaría «con todo el rigor disciplinario» contra quienes las practiquen. A las doce del mediodía, el desfile de 'novatos' dirigidos por los veteranos, vestidos de militares o con máscaras de 'Anonymous' para remarcar su superioridad, era ayer más que evidente y visible en el campus de Espinardo.

Conscientes de que se les puede abrir expediente, los estudiantes han aprendido a cubrirse las espaldas: celebran las novatadas fuera del perímetro oficial del campus, en descampados lindantes con las instalaciones universitarias, e incluso piden a los 'novatos' que dejen constancia por escrito de que participan en la 'fiesta' de forma voluntaria. Alejados de la vigilancia del campus y ya en terreno neutral, decenas de novatos tienen que recorrer el 'pasillo', diez metros en línea recta que se convierten en una lluvia de huevos, harina, 'ketchup', mostaza y colorantes lanzados con ganas por los veteranos. Calados hasta los huesos de porquería, los alumnos de primer año insisten en su conformidad: «Venimos por la fiesta, para conocer gente y divertirnos. Es una tradición que no tiene nada de malo... y el año que viene las haremos nosotros», defienden Javier y Pablo, alumnos de primero de Matemáticas, mientras tratan de limpiarse los restos de 'ketchup' y huevo crudo que les chorrean del disfraz de 'pollo'. El mismo que visten sus compañeros de Trabajo Social, que han pagado ocho euros cada uno para financiar las salsas y condimentos y el alcohol que beberán después entre todos.

«La verdad es que pagas para que se rían de ti, tiene gracia, pero es una tradición y lo pasamos muy bien, no se hace daño a nadie», remarca Pablo. «Esto no es nada, en otras universidades se pasan mucho más», defiende su compañero Luis, quien admite ser cómplice del 'pacto de silencio' que mantienen los implicados y testigos de la práctica. «Todos lo saben, pero no se hace daño ni se obliga a nadie. Lo mejor vendrá el año que viene, cuando nos toque hacerlas a nosotros».

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