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El hotel Galúa, en La Manga. La imagen fue tomada en la mañana de ayer, con el mar embravecido y bandera roja en algunas playas de la zona. :: pablo sánchez / AGM
¿Faltan plazas o clientes?

¿Faltan plazas o clientes?

El sector remonta la crisis y crece este verano, por primera vez desde 2007, en ocupación. El despegue se consolida en agosto, pero deja poca rentabilidad a los empresarios por los precios bajos. El despegue del turismo reabre el debate sobre la escasez de hoteles en la Región, que no llega ni de lejos a las 25.000 camas que exigen los grandes mayoristas para apostar por un destino

FUENSANTA CARRERES ALEXIA SALAS

Lunes, 1 de septiembre 2014, 12:45

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Las escasas 20.000 plazas de hotel repartidas por la geografía regional nunca se han llenado, y sin embargo, no son suficientes. La eterna paradoja del turismo murciano cobra fuerza en pleno despegue del sector, en remontada con cifras de crecimiento que han hecho esbozar una media sonrisa por primera vez en seis años a los empresarios de la Región. ¿Llenamos primero las camas que tenemos o apostamos por colocar a Murcia en el mapa de los grandes mayoristas turísticos, que no mueven un dedo por un destino si no disponen de al menos 25.000 plazas a mano? La Región sigue aún muy lejos de acercarse a esa barrera mágica, que parece distinguir a quienes son alguien en el turismo mundial. Apenas 20.421 plazas de hotel, a años luz de Baleares, Barcelona o Madrid, pero también a una distancia enorme de los vecinos y competidores directos: Alicante y Almería. Solo Benidorm, con más de 35.000 camas a disposición del turista, ya es suficiente para que Alicante deje muy atrás a Murcia. Si la apabullante supremacía de Alicante está asumida, la de Almería resulta más chirriante para los empresarios murcianos, que tienen la sensación de ver pasar los años y a los turistas por la puerta sin terminar de convencerlos para que se adentren más allá del vestíbulo.

La pescadilla que se muerde la cola no encuentra consenso en el sector: para muchos, la oferta de plazas hoteleras es suficiente, al menos hasta que la Región sea capaz de ocupar las 20.000 camas que ni en los años de bonanza se llenaron. Otras voces defienden que el camino se recorre en sentido inverso, y postulan que la oferta creará por sí sola la demanda. Pero ninguna alberga dudas sobre el decisivo momento de inflexión que vive el turismo regional, con registros en positivo por primera vez desde que la crisis dejó sin vacaciones a medio mundo: la ocupación aumentó en julio y hasta el 15 de agosto un contundente 4%, porcentaje que puede parecer pobre, pero que cobra esplendor si se tiene en cuenta que los empresarios culminan con él una larga travesía en el desierto. En la Costa Cálida el incremento alcanzó el 7,9% (solo hasta julio), por no hablar de los turistas extranjeros, que anotan un crecimiento del 38,8% con respecto a 2013.

En pleno despegue, bregados expertos como el 'brocker' Ignacio Segura, agente de vuelos privados y asesor turístico con cuarenta años a pie de pista, tienen pocas dudas: «Hay que apostar. Los grandes touroperadores como Tui (la todopoderosa mayorista alemana) no vienen si no disponen de un mínimo de 25.000 camas. Para que les sea rentable tienen que tener alojamiento para llenar cuatro o cinco aviones semanales; si no, van a otro sitio. Tú pones la oferta, ellos te la llenan», argumenta. También la directora del Instituto de Turismo, Mariola Martínez, es partidaria de «dar el gran salto»; como el director de la Escuela de Turismo de Murcia, Bernardino Benito, quien está convencido de que si la Región quiere ser una potencia turística, debe incrementar su oferta hotelera de calidad.

Quienes tienen en juego su negocio y sustento, los empresarios hoteleros, plantean más matices al debate, y ponen por delante otros deberes pendientes más urgentes, como atinar con la marca y la promoción exterior o romper con la estacionalidad, retos que comparte la responsable de Turismo. «Llenemos primero las plazas que hay vacías y luego veremos», emplaza pragmática la presidenta de Hostemur, Soledad Díez, muy satisfecha con la campaña de verano. Una premisa de la que parte también Antonio Guillén, presidente de la Asociación de Alojamientos Turísticos de la costa murciana, Hostetur, quien se aliena en el bando de quienes ven más razonable «crear primero el interés por el destino; si hay demanda, la oferta crecerá por sí sola».

Si la inmensa ventaja del parque hotelero de Alicante, que prácticamente cuadruplica al de Murcia, es histórica, Almería ha arrinconado a la Región en las dos últimas décadas, durante las que grandes cadenas como Playa o Best han sembrado su costa de grandes complejos de cuatro estrellas y todo incluido. En buena medida, reprochan los empresarios murcianos, incentivados por las facilidades de la Administración almeriense, «que prácticamente regalaba los terrenos». Mientras, y a pesar de que el número de plazas hoteleras ha crecido un 28% en la última década, especialmente en las categorías de cuatro y cinco estrellas, la Región se ha ido quedando atrás.

El Mar Menor, y en concreto La Manga, reúnen la mayor concentración hotelera de toda la Región y, aun así, algo falla en los motores del despegue turístico. Para que una zona como el litoral del Mar Menor resulte atractiva a los inversores, se deben cumplir algunos requisitos que, a juicio del portavoz de Hostetur, José María Cano, empiezan «porque los hoteles puedan abrir todo el año en vez de seis meses, pero hay que empezar por que tengan temporada cuatro meses en vez de dos».

Alargar la campaña y mejorar la rentabilidad de los negocios, que llevan años con los precios congelados, son dos pasos fundamentales para que crezca la oferta. Los hoteles de Murcia son los más baratos de España, recuerda Cano, y nada hace pensar que vaya a mejorar el margen de beneficio en la presente campaña estival. «La ocupación sube, pero a costa de bajar aún más los precios y lanzar ofertas, porque la situación nacional y la fuerte competencia de Valencia y Almería, con más tirón que nosotros, no te deja más remedio», señala el hotelero, quien coincide en la demanda con Soledad Díez.

El objetivo final, atraer clientes para que vengan inversores, solo pasa, según Cano, por «definir un eslogan definitivo, no abandonarlo en los próximos 50 años, y hacer promoción directa para que llegue al consumidor. En Londres, diez de cada cien personas saben dónde está la Costa del Sol porque gastan mucho en ello, pero en Murcia nunca nos hemos creído que el turismo era un sector estratégico, a pesar de que aporta casi el 10% del PIB, y eso se ve en el bajo presupuesto», sentencia. La carencia de plazas hoteleras puede frenar la llegada de grandes touroperadores, admite Cano, pero a su juicio no es definitiva. «La clave está en que los clientes pidan un destino: el alemán Tui estuvo en La Manga hace 20 años, con menos plazas que hoy, pero porque sus clientes lo querían».

Durante décadas, las únicas cinco estrellas de la Región lucían en el hotel Príncipe Felipe de La Manga Club, un complejo turístico cuya calidad y servicios contrastaban con los del entorno. Con el despegue del turismo de golf, llegaron hace menos de una década los otros dos establecimientos de lujo de la oferta regional: los dos Intercontinentales de los resort creados por Polaris, Mar Menor Golf Resort & Spa y La Torre Golf Resort Murcia (actualmente cerrado). Para el sector hotelero, «el aumento de plazas tendría que ser de cuatro estrellas, que encaja más en el segmento de nuestro turismo».

El tirón del lujo parece fuera de toda duda. La ocupación del Príncipe Felipe ha dado un subidón de nada menos que el 11% esta temporada, alcanzando el 93% de ocupación. Pese a los datos, el director de 'marketing' del complejo, Albert Barra, estima que la escasez de plazas solo es tal en temporada baja. «Si todos los hoteles cierran en noviembre y no vuelven a abrir hasta Semana Santa, no se puede crear destino. La Región lo tiene todo: sol, playa, gastronomía, deportes, cultura, patrimonio... pero no somos capaces de crear un producto», lamenta. Una práctica, la de echar la persiana fuera de temporada, consolidada con la recesión en la costa y en ciudades como Murcia, donde desde hace unos años la oferta mengua en agosto.

El efecto desértico de La Manga durante el invierno sí podría corregirse en parte, calibran los hoteleros, si los nuevos complejos se construyeran agrupados «para que se genere más ambiente y los negocios se beneficien de la llegada de turistas, no como ahora, que hay cinco kilómetros entre cada hotel, lo que dificulta mucho a un restaurante vivir solo al lado de uno de ellos».

Precisamente en esa línea se orienta el Plan General de Ordenación Urbana de San Javier, aún en trámite, que permitirá la agrupación de pequeñas parcelas para la edificación de hoteles, aunque otras medidas destinadas a incentivar la creación de alojamientos están ya en vigor, como la norma que permite construir un hotel en cualquier parcela privada o pública -mediante concesión temporal- si en el entorno se considera cubierta la oferta de uso que tenga fijada, ya sea deportiva o sanitaria, como es el caso del viejo hotel Los Arcos. La Comunidad ha vuelto a sacar a subasta pública el inmueble en primera línea de playa por 6,2 millones de euros, dos menos que en la última convocatoria, y según el concejal de Urbanismo, Antonio Luengo, «nos gustaría que fuera un hotel escuela, que es necesario en el municipio para elevar la formación del personal turístico, porque es la imagen del esfuerzo que realizan los empresarios». Para animar la inversión turística en La Manga y en La Ribera, el Ayuntamiento aprobó una bonificación del Impuesto de Construcciones y Obras del 50% y fijó una 'prima hotelera' que permite el aumento del 35% en la edificabilidad siempre que no se destine al espacio de habitaciones, pero sí es posible para ampliar las zonas comunes y de servicios.

Si hay una orilla del Mar Menor donde se echa en falta un hotel de cuatro estrellas es Santiago de la Ribera, ya que tanto San Pedro del Pinatar como Los Alcázares y Cartagena disponen de establecimientos de esta categoría. Esa asignatura pendiente obliga a alojar a la mayoría de los artistas que actúan en los festivales veraniegos en otros municipios, con lo que parte del retorno económico de la inversión municipal se dispersa no solo en el alojamiento de decenas de profesionales de la música y el teatro, sino en numerosos servicios que éstos consumen alrededor.

A la laguna en la oferta de servicios se une la necesidad de modernizar el parque hotelero de mayor antigüedad. Ya no solo la remodelación de habitaciones y mobiliario, sino la adaptación de los alojamientos a las condiciones de invierno, con calefacción y mayor confort, se presentan como pasos necesarios para atraer clientela fuera de la época playera, ya que el clima permite disfrutar de los deportes náuticos todo el año.

En Águilas y Mazarrón, donde la oferta de hoteles ha experimentado un fuerte empujón en los últimos años a pesar de que la crisis y los procesos judiciales han paralizado ambiciosos proyectos como el de Marina de Cope, con 40.000 camas de hotel, tampoco hay acuerdo sobre la idoneidad de dar un impulso al parque de plazas hoteleras. «Mazarrón va cada año a más. Es un destino en auge que crecería con más oferta», apuesta Pedro Meseguer, gerente del Playa Grande. El responsable del hotel Atrium lo ve desde otra perspectiva: «No creo que falten, sino que se deben potenciar las actividades para los turistas, que demandan algo más que bajar a la playa», una opinión que comparten el director del hotel Puerto Juan Montiel, Juan Francisco Montiel, quien también mira de reojo la abultada oferta de la cercana Almería, para muchos, un referente al que emular mientras los grandes proyectos, como Paramount o Marina de Cope, no disparen de un plumazo el parque hotelero murciano.

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