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Aquella camada del 68
REPORTAJE

Aquella camada del 68

Alucinaban con las batallas de Mazinger Z y se emocionaban con las odiseas de Marco mientras se zampaban un Tigretón

Jorge García Badía

Domingo, 8 de junio 2014, 02:17

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Se pegaban a la pantalla de la única televisión que había en casa para alucinar con las batallas de Mazinger Z; tuvieron el alma en un puño con las aventuras y desventuras de Marco intentando localizar a su madre. Jugaban en la calle a la rata, perrico la liebre y la comba, porque en los pueblos solo pasaba un coche cada hora. Su mejor merienda era un Tigretón, el Almendracao o el Tulicrem. Por una peseta devoraban las aventuras de tebeos del Capitán Trueno. Y sabían que los dos rombos eran sinónimo de irse a la cama porque había contenido subido de tono en el televisor. Ellos son la generación del 68, cuyas vidas discurrieron en paralelo al fin de la dictadura, el inicio de la democracia y la instauración de la monarquía. Coetáneos al Príncipe de Asturias, que vino al mundo el 30 de enero de 1968.

Solo dos días más tarde del alumbramiento del inminente Rey de España, nació Juan José Jiménez (1 de febrero de 1968). Este empleado de Telefónica y delegado sindical de UGT lo tiene claro: «Mis padres siempre me han recordado que me llevo solo unos días con el Príncipe, pero no me ha marcado mucho. Estoy a favor de la III República, aunque no es el momento de revisar el modelo de Estado. Si Felipe VI quiere que la Casa del Rey vuelva a ser valorada, debe alinearse con cuestiones sociales como los desahucios y el empleo precario».

Eso sí, Juan José reconoce que durante la Transición «hubo mucho temor en casa porque todo estaba por hacer, y se podía dar un paso atrás hasta que comenzaron los Pactos de la Moncloa. Considero que Juan Carlos I ha aportado sensatez a la democracia y en mi familia había simpatía por la figura del Rey». Todavía recuerda entre risas la primera vez que vio al Monarca por la tele. «Fue en su coronación. Me llamó la atención su uniforme, frente a la idea romántica que tiene un niño de un rey con corona. Me preguntaba quién era ese niño rubito y qué había hecho para acompañarle».

Esas preguntas y recuerdos se repiten entre la camada del 68, la misma que empezó a sustituir los discos de vinilo por el casete. Las risas que provocaban Gaby, Fofó y Miliki en El Gran Circo de TVE, se tornan en «miedo e incertidumbre» cuando recuerdan la muerte de Franco el 20 de noviembre de 1975. «No se sabía nada. Recuerdo que no había noticias en la tele. Nos pusieron dibujos varios días porque había que entretener a los niños», comenta el vicesecretario de la Cámara de Comercio de Murcia, Valentín Izquierdo.

Este economista nació en Torre Pacheco el 12 de febrero de 1968, y desde niño escuchó «muchas hazañas del Rey y a los vecinos comentando que cuando estuvo haciendo la instrucción militar en San Javier, un amigo le esperaba por las noches con un coche para salir por Alicante». Izquierdo convivió en su niñez con las habladurías de la calle y las noticias que los medios de comunicación de la época recogían sobre la Familia Real. «Somos una generación monárquica por costumbre. Mi primer recuerdo del Príncipe de Asturias son las fotos de las revistas del corazón; él era muy pequeño, se le veía formal. Me hubiera gustado ser su amigo». Habrían jugado a policías y ladrones, a las canicas o intercambiar los cromos que venían en el dorso de la tapa de los Danone.

Sin embargo, reconoce que «nunca envidié» esas instantáneas, «porque el Heredero ha tenido una vida programada; no ha tenido la libertad de salir a la calle a jugar y ha estudiado más para prepararse en la sucesión». Por ello, concluye que «no estoy a favor de una nueva república. Felipe VI tiene muchos retos, como salir de la crisis y mantener la unidad de España frente a Cataluña. Aunque no jugará un papel tan importante como su padre, porque Juan Carlos I ha tenido más oportunidades históricas: fue fundamental en la Transición y frenó un golpe de Estado».

Precisamente, la imagen del teniente coronel Tejero, pistola en mano, el 23 de febrero de 1981 en el Congreso, no se la quita de la cabeza Arcadio Martínez Corrales (29 de noviembre de 1968). «Mi hermano empezó a quemar en el patio de casa toda la documentación del Partido Comunista y decía que iba a marcharse de España. Todo el mundo miraba de reojo la base militar de Alcantarilla. Los vecinos decían que los tanques iban para Murcia. Después salió el Rey por la tele y todo se tranquilizó», recuerda este parado y activista social.

En su colegio, San José Obrero, como en el resto de centros del país, con la llegada de la Monarquía fueron sustituyendo el retrato de Franco por el de Don Juan Carlos. «Un día nos sacaron del colegio para recibirlo en la base militar; todos los niños en la carretera, pasando calor, moviendo banderas y saludando los coches que pasaban. No entendíamos qué estábamos haciendo allí».

Saludo en el café Surfing

Siendo un niño le llamaban la atención los reportajes sobre la Familia Real. «Miraba al Príncipe en las revistas. Una vez lo vi montado sobre una moto, y desde luego, no tuvimos los mismos juguetes». Aunque posiblemente ambos mascaron un chicle Cheiw o un Bazooka, 'el chicle que tiene chiste', y se les retorcieron las tripas con los planes maquiavélicos de J.R. en la serie 'Dallas'.

Conforme Arcadio se hizo mayor fue cambiando su opinión sobre la Monarquía. «Mientras él hacia sus estudios militares en la Academia General del Aire de San Javier, yo me declaraba insumiso; éramos polos opuestos». Tanto que, pese a haber tenido la oportunidad de saludar una noche al Príncipe Felipe en la cafetería Surfing de La Manga, ahora reivindica un referéndum: «Los españoles somos soberanos, no súbditos. Igual que hemos aceptado al Rey 39 años, quiero la posibilidad de elegir entre monarquía o república. Son tiempos distintos y todo se ha precipitado con la ruptura del bipartidismo. Ellos viven en un pedestal y a la clase trabajadora no le regalan nada».

Otros, como el agente de la Policía Nacional Juan Manuel Gallego Gómez, del 7 de julio de 1968, no han modificado su opinión de la Casa del Rey. Eso sí, ya no se hace las mismas las preguntas sobre el futuro monarca que cuando era niño. «Lo veía y pensaba: 'Lo que debe estudiar ese rubio para llegar a ser como su padre'».

Viendo todos los actos oficiales a los que asistía Don Felipe, tampoco faltaban cuestiones trascendentales para cualquier niño: «¿Le dará tiempo a jugar a la pelota en la calle?». La democracia provocó muchos cambios sociales, incluso introdujo faldas en el aula. «En el colegio, las clases empezaron a ser mixtas. Había más modernidad; lo rancio quedaba atrás». La parrilla televisiva también se renovó con programas musicales, como 'Aplauso', precedido siempre de una película del oeste.

Juan Manuel fue cumpliendo sus estudios y su formación como policía nacional. En paralelo, el Príncipe cursaba su licenciatura en Derecho en la Universidad Autónoma de Madrid. «Se preparó en la universidad, en el Ejército, no rehuyó sus responsabilidades. Mis padres fueron inmigrantes en Alemania y somos monárquicos por todo lo que hemos vivido. Felipe VI llega en tiempos convulsos, como su padre, pero está preparado y el sistema monárquico se va actualizando. Sus retos serán una sociedad globalizada, tender puentes para que los partidos políticos se entiendan y alcanzar pactos para salir de la crisis».

Trinidad Romero Sánchez, nacida el 5 de enero de 1968, dice que «a mi generación no le han regalado nada y nos gusta la transparencia». La misma claridad que ofrecían las instrucciones de Juegos Reunidos y las fórmulas del Quimicefa, con las que experimentaba esta médico de familia del consultorio de Aljucer. Trinidad ya no tiene la candidez de las muñecas Nancy con las que jugaba, pero no ha perdido el espíritu luchador que tenía Sandokán y el movimiento de la resistencia que se oponía a los visitantes (lagartos) de la serie 'V'. «Mi generación lleva mal las imposiciones. Felipe VI lo tendrá complicado porque a su padre nadie lo cuestionó tras la dictadura, pero mucha gente ha nacido con la democracia y le someterán a un tercer grado». Trinidad cree que Don Juan Carlos «debería haber abdicado antes del escándalo de la cacería de Botsuana, la amiga íntima y el 'caso Urdangarin'. La propia Casa del Rey es la que más ha hecho por la república y están condenados a cambiar». Esta médico considera que un buen gesto del próximo Rey de España sería mayor austeridad y transparencia en las cuentas. «Nuestra monarquía vende bien la imagen de España en el exterior y la III República no es tan sencilla; habría que modificar la Constitución y antes hay problemas más importantes».

Así lo cree José Mesa Ibáñez, del 19 de marzo de 1968. «El Príncipe debe seguir porque está preparado». Lo afirma este operario del servicio de limpieza, jienense de nacimiento, y asentado en Puente Tocinos, que en 1987 compartió maniobras con Felipe de Asturias en aguas del Atlántico con la OTAN. «Pertenezco al primer reemplazo de 1987. Coincidí con él en Cartagena, yo iba en una corbeta Cazadora que le escoltaba». Nunca cruzaron palabra, pero recuerda con humor que «él tenía un marinero a sus órdenes y al resto nos servían carne que era más vieja que nosotros».

José ha sobrevivido a las crisis económicas de los 70 y 90. Nunca le han regalado nada y su infancia fue humilde. «Una vez al año recibía un juguete y alguna piruleta». Toda «la miseria» de los rescoldos de la dictadura que sufrió, le hace pensar que «somos una generación monárquica porque la hemos vivido desde el principio. Creo que Felipe VI le dará un giro a la imagen de la Corona. Tendría que involucrarse con la pobreza infantil, los desahucios y meterle un 'tajo' al presupuesto a la Casa del Rey porque el pueblo también se ha ajustado. Confío en él».

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