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Las grandes incógnitas del 'caso Visser' siguen sin resolverse un año después del doble crimen

Las grandes incógnitas del 'caso Visser' siguen sin resolverse un año después del doble crimen

El domingo se cumple el primer aniversario de aquella tarde en que, en un huerto de limoneros de Alquerías, una comisión judicial comenzó a desenterrar los cadáveres desmembrados de los holandeses Ingrid y su pareja, Lodewijk Severein

Ricardo Fernández

Miércoles, 21 de mayo 2014, 22:53

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El próximo domingo, día 25, se cumple un año de aquella tarde en que, en un huerto de limoneros de Alquerías, una comisión judicial comenzó a desenterrar los cadáveres desmembrados de los holandeses Ingrid Visser y Lodewijk Severein. Esta pareja, constituida por una conocida exjugadora de voleibol y un hombre de negocios, había desaparecido doce días antes, después de haber viajado a Murcia desde Holanda para que la mujer se sometiera a un reconocimiento médico, en una clínica de fertilidad donde unas semanas antes le habían implantado unos óvulos fecundados. La investigación policial acabó conduciendo hasta Juan Cuenca, exgerente del Club de Voleibol Murcia 2005, en el que había militado Ingrid Visser, y que había contraido algunas deudas con Severein por razón de algunos negocios en común. Lo que sigue es un breve resumen del denominado 'caso Visser', con todas las certezas que ha desvelado la investigación y los puntos oscuros que amenazan un total y feliz esclarecimiento del crimen.

EN CONTEXTO

Los hechos

Ingrid y Lodewijk llegaron a Murcia el 13 de mayo a primera hora de la tarde, tras cubrir el viaje entre Eindhoven y El Altet (Alicante). Tenían cita en una clínica ginecológica al día siguiente. Se instalaron en la habitación 202 del hotel Churra, donde tenían previsto pasar una sola noche. Para la del martes, antes de partir de nuevo hacia Holanda, habían reservado habitación en un hotel de Santa Pola. Descansan un rato en el hotel de Murcia y Lodewijk manda un mensaje a sus hijas para decirles que el viaje había ido bien. A las ocho y media de la tarde se dirigen andando hacia el pabellón Príncipe de Asturias, en cuya puerta han quedado con su socio Juan Cuenca. Lodewijk espera que le devuelva unas decenas de miles de euros, que le adelantó para poner en marcha una sociedad con la que pretendían intermediar en la venta de una cantera y que no ha llegado a buen fin, y además quiere que le entregue unos 60.000 euros que todavía le adeuda a Visser por una temporada en el club de voleibol.

Quien acude a recoger a recoger a la pereja no es Cuenca, sino una amiga suya, María Rosa Vázquez, quien les conduce hasta una vivienda rural situada en El Fenazar (Molina de Segura), la 'Casa Colorá', donde les está esperando Juan Cuenca y dos rumanos, Constantin Stan y Valentin Ion, quienes supuestamente los matan a palos, los descuartizan y más tarde entierran los restos en un huerto de limoneros. La finca es propiedad de un antiguo trabajador de Hacienda, Serafín de Alba, amigo íntimo de Juan Cuenca.

Los imputados

- Juan Cuenca Lorente: Principal acusado. Nacido en Valencia hace 37 años. Está acusado de haber planificado el asesinato de los dos holandeses, para lo que habría contratado los servicios de dos rumanos. En prisión por dos supuestos delitos de asesinato.

- Constantin Stan. Rumano, de 48 años. Presunto sicario contratado por Juan Cuenca para matar, descuartizar y enterrar a la pareja. En prisión por dos supuestos delitos de asesinato.

- Valentin Ion. Rumano, de 61 años. Presunto sicario contratado por Juan Cuenca para matar, descuartizar y enterrar a la pareja. En prisión por dos supuestos delitos de asesinato.

- Serafín de Alba. Funcionario de Hacienda ya jubilado y amigo íntimo de Juan Cuenca. Dueño de la finca de limoneros donde fueron enterrados los cadáveres. Acusado de encubrimiento. Estuvo en prisión casi cuatro meses. Ahora en libertad provisional.

- María Rosa Vázquez. Vecina de Molina de Segura y amiga de Juan Cuenca. Alquiló a su nombre la 'Casa Colorá' donde se cometió el crimen y condujo a los dos holandeses hasta ese lugar. Colaboró en el esclarecimiento del caso al confesar a la Policía que había participado en los hechos, aunque asegura que desconocía que Ingrid y Lodewijk iban a ser asesinados. Acusada de colaboración en el doble asesinato. En libertad provisional.

Evedasto Lifante

El controvertido empresario, dueño de una cantera, antiguo propietario del Club Voleibol Murcia 2005 y pedáneo de Barinas (Abanilla), fue detenido después de que Juan Cuenca declarara que era aquél quien había planificado el doble asesinato por unas supuestas diferencias en negocios que tenía con Lodewijk. Los cargos contra Lifante fueron archivados meses después, ante la ausencia de pruebas que lo vincularan con ese crimen. Todo apunta a que Cuenca lo señaló para intentar exculparse a sí mismo. En la actualidad está fuera de toda sospecha.

El sumario

Las diligencias 1/2013 de Tribunal del Jurado, que se siguen en el Juzgado de Instrucción número 5 de Molina de Segura, han avanzado a un ritmo inusualmente rápido para lo que es habitual en los juzgados de la Región. La investigación está prácticamente concluida, a falta de trámites menores, como la traducción de la carta que uno de los rumanos, Constantin Stan, dirigió al juzgado, o la remisión de la vida laboral de los imputados. A petición de la acusación particular se va a investigar donde estaba un amigo de Juan Cuenca, Manuel Manuel Cifuentes, en los días en que fueron asesinados y desmembrados los dos holandeses. Es previsible que las diligencias pasen en los próximos meses al fiscal, a la acusación particular y a las defensas para que califiquen. El juicio podría celebrarse en el plazo de un año.

La versión de las defensas

Después de varios meses de silencio, por sus reiteradas negativas a prestar declaración, los dos rumanos accedieron por fin a ofrecer su versión a primeros de este año. Su testimonio tiene una credibilidad relativa, al menos de entrada, toda vez que a lo largo de meses tuvieron la oportunidad de preparar al detalle su declaración con el auxilio legal de su letrado, Melecio Castaño. Tanto uno como otro manifestaron que en la 'Casa Color'a' había una cuarta persona, además de ellos dos y Juan Cuenca, de quien aportaron el nombre, 'Danko', y su origen, eslavo. Su versión, con la que se autoexculpan del doble crimen, es que el holandés Lodewijk Severein esgrimió una pistola en un momento de tensión y que, tras lograr desarmarlo, 'Danko' acabó a golpes con las vidas del empresario neerlandés y de su novia. A este relato no ha dudado en sumarse más recientemente el principal imputado, Juan Cuenca, quien incluso ha añadido que él mismo fue a recoger a esa persona al aeropuerto de Valencia, y lo trasladó hasta Murcia para que pudiera entrevistarse con Lodewijk. La juez ha ordenado que se investigue si alguien con tal nombre pasó por esas instalaciones aeroportuarias en esos días previos a la muerte de la pareja.

El móvil del crimen

Los datos conocido a lo largo de la investigación apuntan a que Juan Cuenca, un hombre que había ido acumulando deudas de muy distinto origen a lo largo de los últimos años, estaba siendo presionado desde hacía meses por Lodewijk Severein para que le devolviera el dinero (varios decenas de miles de euros) que le había adelantado para poner en marcha un negocio y constituir una sociedad en Gibraltar, a la que pensaban desviar el dinero que pensaban obtener con la intermediación en la venta de una cantera. Además le reclamaba unos 60.000 euros de la ficha por la última temporada que Ingrid Visser jugó en el Voleibol Murcia 2005. Las exigencias se habían tornado muy imperativas en las semanas previas al crimen, como lo demuestran varios correos que el holandés envió a Cuenca. Decidido a liberarse de esa presión, Juan Cuenca habría contratado a los dos rumanos, a quienes conoció en Valencia, con la aparente idea de acabar con las vidas de Lodewijk y de su compañera. Con ellos muertos, la deuda quedaba saldada. Sin embargo, desde distintos ámbitos vinculados a la investigación, se considera que la cuantía de la deuda no era tan importante como para explicar unos hechos de tan extrema gravedad, y se piensa que podría existir alguna razón más para que el presunto cerebro del doble crimen, Juan Cuenca, se decidiera a hacer lo que supuestamente hizo.

Los puntos oscuros

- El móvil. Abundando en lo anterior, todo apunta a que quedarán sin esclarecer las auténticas razones por las que Ingrid y Lodewijk fueron tan salvajemente asesinados. Aun en el caso hipotético de que se declare la culpabilidad de Juan Cuenca, no parece existir la menor esperanza de que éste vaya a reconocer su participación en el crimen y, menos todavía, las razones por las que presuntamente lo habría organizado. Si encima saliera absuelto, las posibilidades de llegar a conocer las causas que llevaron a ese dramático desenlace serán todavía menores, por no decir completamente nulas.

- El hombre desconocido. La dueña de la 'Casa Colorá', Paqui, declaró que en la mañana del día 14 de mayo de 2013, cuando los dos holandeses ya habían sido asesinados en teoría, vio llegar en un coche blanco a Juan Cuenca, quien iba acompañado de un hombre de identidad desconocida. Paquita manifestó en el juzgado que ese varón, a quien describió como un hombre de unos 40 años, de complexión normal, tez clara y pelo más bien abundante y peinado hacia atrás, que llevaba una especie de portafolios sobre las rodillas, no era en ningún caso alguno de los dos rumanos imputados en los asesinatos. Las defensas de los acusados han aprovechado ese vacío existente en las diligencias para indicar que sin duda se trataba de 'Danko', el eslavo a quien ahora los principales imputados señalan como autor material de las muertes.

- Los viajes a Valencia. Entre los días 13 y 15 de mayo, periodo en el que supuestamente fueron asesinados, descuartizados y enterrados Ingrid y Lodewijk, Juan Cuenca realizó dos viajes de ida y vuelta a Valencia, ambos de madrugada, por razones que a día de hoy siguen sin conocerse. ¿Qué o a quién iba a buscar?

- ¿Cuándo desaparecieron realmente? Desde el primer momento, los investigadores dieron por hecho que la desaparición y muerte de la pareja se produjo en la tarde-noche del 13 de mayo de 2013. Sin embargo, tres empleados del hotel Churra de Murcia han declarado que los vieron vivos en ese establecimiento el día 14. Lo cual significaría que, después del primer encuentro en la 'Casa Colorá', regresaron al hotel y volvieron a la casa rural al día siguiente. Una teoría que resulta muy poco lógica y que desmonta una parte de la versión oficial. Aunque en un principio los investigadores restaron importancia a esos testimonios, y optaron por creer que se trataba de una confusión de los empleados, todos ellos han ratificado que están convencidos de lo que dicen e incluso uno de ellos, una limpiadora, ha añadido que ella nunca trabaja los lunes, por lo que está segura de que vio a los holandeses el día 14, que era martes. La juez ha pedido al establecimiento que le remita todos los partes de trabajo de esos empleados.

- ¿Hubo un autor intelectual? Partiendo de la hipótesis de que el doble asesinato lo hubiera organizado Juan Cuenca, que es algo que solo se podrá establecer o descartar en el juicio, quedará sin saberse si actuó por voluntad propia o siguiendo indicaciones de otra persona. Y ello porque, como ocurre con el móvil, nada apunta a que Cuenca vaya a admitir ahora cualquier implicación en el crimen ni a desvelar si lo cometió, presuntamente, cumpliendo órdenes de alguien hasta ahora desconocido.

- ¿Podría estar implicada la mafia rusa? Cuando Lodewijk e Ingrid desaparecieron, un holandeés que estaba asociado con Severein declaró a la Policía que éste estaba empeñado en vender una cantera y que, después de que varios intentos resultaran fallidos, había empezado a buscar otras vías alternativas, contactando con personas poco recomendables, en apariencia vinculadas a la mafia rusa. ¿Podrían haber actuado Juan Cuenca y los dos rumanos, o quienes quiera que sean los autores del crimen, en cumplimiento de las órdenes de una organización criminal?

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