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«El desmantelamiento de la cultura que hace el Gobierno no tiene perdón de Dios»
ARTURO Pérez-Reverte | ESCRITOR

«El desmantelamiento de la cultura que hace el Gobierno no tiene perdón de Dios»

«En los últimos dos años, Rajoy no ha ido una sola vez a la ópera, al teatro, a un estreno cine o a la RAE», señaló el cartagenero durante la presentación de su nueva novela, 'El francotirador paciente'

AGENCIAS

Jueves, 28 de noviembre 2013, 08:46

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El escritor cartagenero Arturo Pérez-Reverte ha señalado que "el desmantelamiento de la cultura que está haciendo el Gobierno no tiene perdón de Dios", lo que a su juicio supone "verdadera canallada".

Para Reverte, es "muy significativo" que en estos dos años de legislatura Mariano Rajoy se haya fotografiado con "casco de Fernando Alonso, con un casco de ciclista o que haya ido al fútbol" pero que "no haya ido una sola vez a la ópera, al teatro, a un estreno cine o a la RAE".

El escritor ha indicado que se ha visto que Mariano Rajoy ha tenido tiempo en estos dos años para ir a ver un partido de fútbol, pero no para ir a la RAE, a donde ha sido invitado, algo que sí hizo su antecesor, José Luis Rodríguez Zapatero.

"Eso demuestra cuál es talante cultura de este Gobierno y eso me hace temer lo peor en cuanto a la cultura", ha aseverado. "No hay el menor contacto" con el mundo de la cultura, ha añadido. A su juicio, el presidente hace eso porque cree que "la cultura no de votos y el casco de Fernando Alonso sí da votos".

Arturo Pérez-Reverte ha hecho estas declaraciones durante un encuentro con los medios con motivo de la presentación de su próxima novela, 'El francotirador paciente' (Alfagura).

«Hay más arte en los grafitis que en las galerías de pintores»

Pérez-Reverte se ha movido durante un tiempo entre grafiteros para preparar a fondo este trabajo, y después de contemplar en varias ciudades europeas las actuaciones de estos grupos, asegura que "hay más arte en las calles que en las galerías de pintores".

"En algunos grafitis he encontrado un arte más auténtico y sincero, más respetable a veces que el de ciertas galerías", afirma en una entrevista con Efe Pérez-Reverte , en la que habla de esta novela que Alfaguara lanza hoy en todos los países hispanohablantes.

Se trata de una historia "bronca, seca, muy dura y callejera", de ritmo trepidante y con buenas dosis de intriga y misterio, en la que también critica esa parte del arte moderno que está "pervertida por galeristas sin escrúpulos, trincones, y por los críticos que tienen comprados".

Desde el principio deja claro el autor que con esta novela no trata de hacer "una apología del grafiti". Ni lo defiende ni lo ataca, sino que utiliza esa forma de arte callejero como en otras obras suyas utilizó el narcotráfico, la esgrima o la guerra para contar determinadas historias.

"Hay vandalismo a veces en el grafiti y también hay arte, pero yo no entro a juzgar ese mundo", señala Pérez-Reverte (Cartagena, Murcia, 1951) para quien "es evidente" que el grafiti "es un mundo fascinante que tiene una épica negra, retorcida, singular".

Y tiene "sus traidores, sus héroes, sus villanos, sus chivatos, su camaradería. Es un mundo lleno de códigos y de reglas y eso lo hace narrativamente muy interesante", dice con pasión.

Apenas un año después de aquella intensa historia de amor que contaba en "El tango de la guardia vieja", el escritor se adentra ahora en un territorio "ultramoderno" en "El francotirador paciente", una novela, asegura, que no es tan distinta a otras suyas.

"Son mis temas y mis personajes de siempre, mi visión de la vida pero llevado a un mundo moderno, muy urbano, callejero", comenta el novelista, cuya obra está traducida a más de 40 idiomas.

La palabra "francotirador" del título está presente en la vida de Pérez-Reverte "desde hace mucho tiempo". Y en cierto modo se siente como tal porque sus lectores lo hicieron "libre muy pronto", en 1990, cuando triunfó con "La tabla de Flandes".

"Llevo 23 años de libertad, en los cuales he podido permitirme hacer enemigos porque no dependo de nadie para vivir, nada más que de mis lectores, la única cosa que respeto de verdad. Como mi vida está resuelta y es muy sencilla, puedo permitirme ser un francotirador", asevera.

Para ambientar su novela se ha movido entre grafiteros de España, Portugal e Italia y ha comprobado que "el grafiti puro y duro, el más elemental, busca menos la calidad que la cantidad, busca menos ser bueno que ser muy visible".

El grafitero puro y duro "necesita la ilegalidad". "Si es legal, no es grafiti", se repite en la novela. "Las ratas no bailan claqué", se dice también.

"Ese factor de clandestinidad, vandálico y transgresor del grafiti extremo es lo que mueve a buena parte de ellos. Muchos buscan la adrenalina, la emoción, el peligro, el planear operaciones casi como de comando militar", comenta el autor de novelas como "La carta esférica", "El pintor de batallas" o "El asedio".

De ahí que considere inútil "el intento de las autoridades por domesticar el fenómeno. Nunca van a poder hacerlo, porque siempre habrá disidentes, grupos marginales que se negarán a aceptar ese juego".

Incluso hay grafiteros que son artistas reconocidos y cuyas obras son cotizadas, que "de vez en cuando se escapan con los colegas para hacer el grafiti de siempre", como le sucede a Suso 33, un artista al que el novelista aprecia mucho.

La novela está protagonizada por Alejandra Varela, especialista en arte urbano, a la que un editor de renombre le encarga que localice a Sniper, un grafitero famoso que el autor define como "una mezcla de Bansky y Salman Rushdie".

Sniper (francotirador en inglés) es admirado por los grafiteros de medio mundo y muchos secundan sin dudarlo las acciones callejeras que promueve, que a veces acaban de forma trágica.

Pérez-Reverte ha cuidado "mucho" a la protagonista de la novela, una joven lesbiana con heridas amorosas sin curar. Una mujer dura, inteligente, cauta y tenaz. Y ha cuidado "sus sentimientos, sus amores, su mirada sobre el mundo" porque ella es "el hilo conductor de la novela".

El viaje que Alejandra realiza desde Madrid a Lisboa, Verona, Roma y Nápoles para localizar a Sniper pondrá al lector en contacto con una galería de personajes secundarios excelentes, como esas hermanas portuguesas, "As Irmas", para quienes "los cuervos" de los galeristas tienen "tanta conciencia social como un bistec crudo". "El arte es una cosa muerta, mientras que un grafitero está vivo", aseguran.

A Pérez-Reverte no le ha sido difícil hacer amigos entre los grafiteros porque "es sincero y ellos lo saben". "Yo no soy el escritor 'snob' que baja de su mundo para una novela. Yo vengo de un mundo muy duro, fui reportero durante 21 años, conozco los códigos de los grupos marginales".

"La gran lección que me dio el periodismo fue la capacidad de hacerte aceptar por grupos hostiles, en los cuales no puedes entrar con facilidad", subraya. Muchos de esos grafiteros "ni siquiera pretenden hacer arte ni se llaman artistas. Se llaman escritores porque escriben su nombre. 'Escribo, luego existo'", le decían al novelista. "Y yo, después de haber estado con ellos un año, los considero escritores",concluye

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