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Mirador de la Ermita, con la huerta a sus pies.:: Nacho García
La esencia del Segura en un bote
con toda la 'troupe'

La esencia del Segura en un bote

Conservas artesanas, que puede elaborar usted mismo con su familia, y unas magníficas vistas de la huerta en un paseo por Lorquí

Miguel Rubio Martínez

Jueves, 15 de noviembre 2012, 18:44

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Los encantos de la vega del Segura también se saborean. ¿Quiere una prueba? Entonces ponga rumbo a Lorquí, un balcón sobre la refrescante y reverdecida huerta, a 20 minutos en coche de la capital murciana. El Modesto, en el camino del Carrerón, a 200 metros de la sede del Ayuntamiento, sigue fabricando conservas como las de antes, sin artificios y con productos de la tierra. Toda la esencia capturada en un bote de hojalata.

Martín Abenza Jiménez, ingeniero técnico agrícola, ha tomado el relevo del negocio que lleva el apodo familiar, y lo dirige con un derroche de ilusión. Cuando el boom de la construcción se desinfló, sus compañeros de la Politécnica de Cartagena se marcharon a Chile, Australia y Shangai en busca de trabajo; él sin embargo optó por una vuelta a los orígenes, y cada día que pasa se siente más satisfecho de su decisión.

La pequeña industria que puso en marcha su padre, y donde él ha trabajado desde chico cuando los estudios se lo permitían, no solo elabora conservas vegetales y mermeladas para la venta al público en la misma nave; si se anima, también le ayudarán a usted a embotar sus propios tomates y a almibarar melocotones y albaricoques, para después llevarse el producto a casa con la recompensa y el gusto añadidos de que lo ha hecho con sus propias manos. El Modesto huye de conservantes y colorantes y prefiere las hortalizas y frutas regadas con las aguas del Segura; además, aunque dispone de maquinaria en la nave, apuesta por el trabajo manual, para mimar al máximo el producto. El resultado es una conserva artesana certificada por el centro tecnológico de la Región. La pequeña industria (también abre sábados por la mañana) se prepara estos días para iniciar la campaña de la alcachofa. Se escogen pequeñas y tiernas, para que conserven todo el sabor. Pero la oferta de artículos es más amplia. Triunfan los pimientos de piquillo, cultivados por ellos mismos, que se venden a bote lleno; aunque el producto estrella es el tomate al natural pelado a mano, al que acompañan en la carta el tomate con picante, tomate con pimiento y berenjena, y tomate con pimiento verde. También fabrican tomate frito en aceite de oliva y sin gluten, además de melocotón, albaricoque y (¡sorpresa!) paraguayos en un almíbar que es puro azúcar.

En Lorquí, la conserva dio mucho trabajo. En los buenos tiempos, hasta la década de los años noventa, en el pueblo producían nueve fábricas y hasta aquí llegaban gentes de otras provincias a ganarse el sustento. Ahora solo quedan el negocio de los Abenza y el gigante Los Mocitos, ambos con mercados distintos. Pero en la localidad se puede seguir el rastro de esta industria (en otro tiempo, el buque insignia de Murcia) a través de las chimeneas fabriles que asoman en el casco urbano, como la de La Carreta y la de Matías Martínez, protegidas por su interés cultural. Es lo poco que queda de un sector que llevó el nombre de la Región por toda Europa, y que en Lorquí ha marcado su historia reciente. Así, aún permanecen en pie, en mitad de la huerta y cerca de la magnífica noria del Tío Rapao (un monumento del siglo XVIII, con 112 cangilones que conviene visitar sí o sí), las instalaciones que levantó la familia de Juan de la Cierva Peñafiel, padre de Juan de la Cierva y Codorníu, inventor del autogiro. Una de las máquinas empleadas en esas fábricas sigue en funcionamiento en el negocio de los Abenza.

La geografía de la Lorca Chica, como la llamaron los musulmanes, destaca por los cinco promontorios sobre los que creció el pueblo. La leyenda cuenta que en uno de ellos murió el militar romano Scipión a manos de las tropas carthaginesas, en el año 211 antes de Cristo, durante la segunda guerra púnica. No puede marcharse sin ascender hasta otro de estos cabezos, el de la Ermita, el más alto, desde donde se obtienen las mejores vista del río y de la huerta, que estos días se viste de un verde esponjoso gracias a las abundantes lluvias del otoño. Otra parada casi obligada es el templo parroquial, un edificio del XVIII, a camino entre el barroco y el neoclasicismo, famoso por las tallas de Salzillo que atesora. Qué pena que el picudo haya asolado las palmeras de la plaza.

Si el plan le apetece, sepa que este domingo se ha organizado una excursión en autobús desde Murcia (inscripciones en el teléfono 968 21 25 18) para visitar la vega media, con parada en El Modesto. Parte a las 10 horas desde la Glorieta, cuesta 5 euros y aconsejan llevarse el almuerzo. Más fácil, imposible.

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