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Un tren de recuerdos
EXCURSIón 'CON TODA LA TROUPE'

Un tren de recuerdos

La estación de El Carmen conserva en una antigua nave de repuestos siglo y medio de la historia del ferrocarril

MIGUEL RUBIO

Jueves, 19 de enero 2012, 14:06

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Buena parte de la historia del ferrocarril de la Región (el próximo 1 de febrero se cumplen 149 años de la primera línea que se puso en marcha, la de Murcia-Cartagena, con 65,19 kilómetros) se desparrama, desordenada, en dos estancias de una antigua nave de repuestos, de 60 metros cuadrados, en la estación murciana de El Carmen. A la espera de un emplazamiento mejor, el caos reina en este almacén, y solo Antonio Andréu Chazarra, presidente de la Asociación Murciana de Amigos del Ferrocarril, consigue poner un cierto orden entre el maremágnun de recuerdos. Ferroviario ya jubilado, ahora es el guardián de este patrimonio y se ofrece como guía para mostrar a todo aquel que se acerque los cientos de objetos que aquí se guardan.

Para los amantes de este medio de transporte, la visita resulta una caja de sorpresas. Y si acude con niños, lo más seguro es que se queden ensimismados viendo circular los trenes en miniatura por unas maquetas que parecen sacadas de un cuento. ¿Le interesa la propuesta? Entonces no conviene demorarse mucho, porque la exposición ocupa un local alquilado y los dueños (el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias, Adif) ya han avisado de que en cualquier momento puede llegar la orden de desalojo, ya que la remodelación de la estación por la construcción del AVE se llevará por delante este viejo almacén. Lo peor es que los Amigos del Ferrocarril no disponen de otras instalaciones para trasladar todo este material y de momento las peticiones realizadas a la Administración (la antigua estación de Zaraiche, uno de los pabellones del Cuartel de Artillería...) han caído en saco roto.

A Andréu, la profesión le viene desde la cuna. Su abuela materna ya trabajó como guardabarreras cerca de Torrevieja. Cobraba una peseta al día. Su padre también formó parte de la plantilla de Renfe como obrero de vías y obras. Él siguió la tradición y se especializó en el mantenimiento del alumbrado. Ahora, ya jubilado, todo su tiempo libre lo dedica a la asociación y a mantener la singular colección, a la que siguen llegando nuevos fondos. Lo último, el material de la enfermería de la terminal de Cartagena, que se ha apilado en lo que parece el último rincón que quedaba libre en la embarullada nave.

Para visitar las instalaciones, lo mejor es llamar antes por teléfono a Andréu (616178000). El almacén que sirve de sede, exposición y archivo a la asociación se ubica al otro lado de las vías. Hay que recorrer el andén principal hasta el final, en dirección a la cafetería, y cruzar por un paso peatonal. Vaya con ojo y mire bien a ambos lados antes de atravesar el tendido. Frente a la nave, en un jardincillo de palmeras, milagrosamente a salvo aún del temido picudo rojo, se han colocado señales recuperadas de distintos puntos del mapa ferroviario. Una vez dentro, no espere encontrar hermosos expositores, ni pantallas interactivas, ni vídeos en tres dimensiones. Pero sí fotografías de otra época, mapas antiguos, miniaturas y un sinfín de objetos (más de mil, según el último recuento) que han formado parte del pasado del ferrocarril. También un torrente de historias, como la del lavaculos, un convoy que unía Torre Pacheco y Los Alcázares, conocido así porque de 1954 a 1970 trasladó a miles de viajeros que iban a bañarse al Mar Menor. O el tren yenka bautizado con el nombre de ese popular baile de los años sesenta por el traqueteo con el que circulaba.

Repartidos por las dos estancias (colgados en las paredes, arrumbados en las esquinas, apilados unos sobre otro) hay relojes de cuña y de sol, una colección de tirafondos, aceiteras y alcuzas para engrasar la maquinaria y ceniceros de cuando se podía fumar en el tren. Tampoco faltan todo tipo de herramientas, trepaderas, faroles, desinfectadores de vagones, teléfonos manuales de magneto, campanas con las que se avisaba de la partida del tren antes de que existiera la moderna megafonía y un expositor de billetes de cuando había primera, segunda y hasta tercera clase.

No conviene marcharse del almacén sin echarle un vistazo al expositor con gorras y uniformes de los ferroviarios. Éste era un cuerpo casi militarizado y todos sus empleados, desde el mozo de agujas al jefe de estación, debían llevar la cabeza cubierta tal y como establecía el reglamento interno. Ahora, solo este último la porta. Y, por supuesto, parada obligatoria son las cuatro maquetas (todas en funcionamiento) realizadas por miembros de la asociación con materiales como tarros de yogur y tubos de pastillas para la garganta. La más antigua data de la década de los años 50 y perteneció a un alto militar, Alfonso de Borbón González, que la cedió a la asociación. Recrea un pueblecito de Centroeuropa y paralelo a las vías del tren corre un circuito de scalextric. Otra de las maquetas reproduce la línea de Murcia a Caravaca de la Cruz, y en ella se aprecia cómo las industrias se fueron implantando a lo largo del trazado. Es una pena que tanta historia no disponga de un espacio adecuado donde lucirse.

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