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PAN PARA HOY

Piratas del ratón

ÓSCAR TEROL

Miércoles, 2 de diciembre 2009, 19:30

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En mi declaración, forzada por la presión y pretendiendo que tenga un efecto terapéutico, o cuando menos de alivio moral, me declaro pirata. Sin llegar a somalí, ni a poner en riesgo la vida de nadie, pero sí un asiduo a la piratería de ratón. Hablando en plata, que descargo música gratis de vez en cuando, desde la intimidad y para consumo propio; juro que no ejerzo la camellería. Además, para que el jurado popular -presidido por usted, estimado lector- tenga una deliberación más angosta, añadiré mi condición de autor confeso de material susceptible de generar derechos, así como la de socio de la SGAE. No sé si quedaré excomulgado de la Sociedad por la autoría de mis hechos contra los autores, en sus manos encomiendo el futuro de mis cheques. Cuando descargo música, y me consta que es la tónica general de los demás piratas, lo hago para disfrutar del arte de los compositores e intérpretes, desde la admiración y el respeto que merece cualquier proceso creativo.

No conozco a nadie que descargue canciones por rabia, para hacer daño o para desmantelar el tejido industrial del solfeo. Es decir, somos piratas buenos, sin garfio ni kalashnikov, de buen corazón -que quede recogido en el acta- y además, melómanos. Cuando un músico dice esa frase tan biensonante de: «mis canciones, en realidad, son del pueblo.», debería añadir: «...que paga», porque, de lo contrario, pueden surgir los malos entendidos, como es el caso que nos ocupa.

Y puestos a intentar arrojar algo de luz sobre este mar revuelto, propongo que, si es internet el medio por el cual podemos acceder al botín musical, que pague la cuenta, el canon y una ronda de cañas al cantautor herido. ¿Quién es internet? Hombre, supongo que las compañías telefónicas algo tendrán que decir al respecto, y los servidores y algún cuñado de Bill Gates que pasaba por allí. Eso sí, el día que una canción mía sea éxito de descargas, me paso al bando contrario. Tengan buena marea.

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