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«Dediqué dos años a la política cuando vi que las ratas abandonaban el barco»
LO QUE QUEDA DE DONDE HUBO

«Dediqué dos años a la política cuando vi que las ratas abandonaban el barco»

Eugenio Faraco Munuera. Médico estomatólogo, ex delegado del Gobierno en Murcia«Mi cohabitación con Valcárcel fue correcta y educada y de la relación con mi partido en Murcia 'non dico niente'»

GINÉS CONESA Enviado especial titoypunto@ono.com

Sábado, 28 de noviembre 2009, 10:17

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Su toma de posesión (julio de 1994) probablemente se recuerde como la tarde-noche más calurosa de Murcia en muchos años. Más de 42 grados que, como era de temer, 36 horas después degeneró en un pavoroso incendio en Moratalla. Fue su bautismo de fuego -nunca mejor dicho el tópico- y la despedida del cargo también resultó trágica: esta vez fue el agua la que se tragó dos vidas de sendos guardias civiles en Mazarrón. Son los dos recuerdos, «imborrables», dice, que Eugenio Faraco tiene de su estancia en Murcia como delegado del último Gobierno de España que presidió Felipe González. Trece años después de su cese continúa dirigiendo su clínica de odontología en Madrid, aunque no pierde el contacto con su Murcia natal, donde viven sus hermanos y donde hace cinco días recibió sepultura su madre.

-¿Qué es de ese delegado del Gobierno que tuvimos?

-Pues ese delegado del Gobierno, como era un político profesional porque tenía profesión (hay que aclararlo para no confundir con un profesional de la política) pues se volvió a trabajar a su sitio. Dejar la política no fue un trauma sino más bien lo contrario. En algunos aspectos fue un gran alivio.

[Se está refiriendo a los citados incendio en Moratalla, donde se quemaron más de 25.000 hectáreas, y fallecimiento de dos guardias civiles en la Cueva del Agua.]

-¿Y entre llegada y despedida?

-En medio, tengo buenos recuerdos porque me permitió reencontrarme con mis raíces murcianas y con amigos con los que revivir sentimientos y sensaciones.

-Se le 'bautizó' como 'el dentista de Felipe González'.

-Eso es una frivolidad y se frivolizó porque había que poner adjetivos peyorativos y cualquier cosa se utilizaba torticeramente. Yo ya era un afiliado activo del PSOE, aunque siempre en segundo plano, como en Sanidad, donde fui asesor del ministro García Vargas, con la condición de no percibir sueldo. En política nunca me ha guiado lo material.

-¿Y por qué decidió pasar al primer plano?

-Cuando vi que las ratas comenzaban a abandonar el barco, yo tomé la decisión de subirme a él. Felipe sólo se enteró cuando vio la propuesta que le hizo Belloch. Entonces me llamó y me dijo si estaba seguro, a lo que contesté que era el momento de dar la cara.

[La conversación tiene lugar en su clínica odontológica de Madrid -donde vive desde hace 50 años- recientemente ampliada porque se incorporó al equipo su hijo Carlos y su nuera Carolina, asimismo odontólogos. No rehúye el uso de las nuevas tecnologías y, gracias a Internet, Eugenio Faraco ha encontrado sus raíces familiares paternas radicadas en Italia, en la región Basilicata, por lo que, ni corto ni perezoso se puso a tomar clases de italiano, idioma que ya casi domina y que practica habitualmente con su primo italiano, Ernesto Faraco, también médico, por el que sabe que son herederos de un título nobiliario, que no piensa ostentar. Se emociona al recordar el encuentro con su primo, que le lleva a su padre.]

-¿Qué le llevó a interesarse por la política?

-Es un tema que siempre me ha interesado. Mi padre no era afecto al régimen franquista. Puede que eso me influyera. Y yo, como estudiante universitario, en Barcelona participé en las movidas estudiantiles anti-régimen. Me expedientaron, me hicieron perder un curso y fui trasladado a Salamanca, donde terminé la carrera. Ya en Madrid, establecí contacto con Carmela Hermosín, Luis Yáñez, Gómez Llorente, entre otros, y terminé afiliándome al PSOE en el año 1974. Me sigo definiendo como socialdemócrata.

-¿Se arrepiente de haber estado de delegado del Gobierno?

-Bueno, alguna vez me preguntaba aquello de qué hace un chico como tú en un sitio como éste. Porque económicamente fui de más a menos y, por supuesto, me volví con la maleta vacía. Me arriesgué profesional y familiarmente. Viví sólo. Pero no, no me arrepiento. Cuando decido una cosa no me arrepiento de ella.

-¿Entonces, contento?

-Hubo malos ratos y noches que no conciliaba el sueño, pero fue una experiencia que me aportó sosiego a la hora de enjuiciar y afrontar los problemas. Escuchando, tomas conciencia de necesidades, preocupaciones e intereses que a veces ignoras.

-En su segundo año, el Gobierno autónomo era del PP ¿qué tal llevó la cohabitación?

-La relación institucional con Valcárcel fue buena y la personal muy buena. Incluso cenamos una noche los dos matrimonios para conocernos mejor. Por cierto que apareció un fotógrafo de 'La Verdad' y nos pillaron. Las diferencias ideológicas no tienen por qué afectar a la buena convivencia.

-¿Y el primer año con gobierno regional socialista?

-¿Lo puedo decir en italiano?

-Si se entiende.

-Pues de ese año 'non dico niente' (no digo nada).

-¿Porque es mejor callar?

-Porque yo a mi partido no quiero hacerle daño jamás. Como tampoco quiero dañar a las personas.

-Es fácil deducir que su opinión es negativa y por eso calla.

-Hombre. Es que a mí me parece que lo que se hizo con Carlos Collado fue una felonía. Eso sí lo puedes decir. Y a raíz de ahí vinieron estos lodos: el partido aún no se ha recuperado. Además, después de lo que se hizo, si yo pierdo por goleada unas elecciones, no es que pongo mi cargo a disposición del partido, es que dimito. Por higiene democrática. En eso deberíamos copiar de ingleses y alemanes.

[Se considera un hombre inquieto y nada conformista, «reconozco que soy un poco rebelde», dice Eugenio Faraco de sí mismo, «y también mandón», continúa, cuando le señala al fotógrafo que le haga una instantánea en la que se vea la foto de su nieto alemán, Jan, por el que reconoce sentir especial debilidad. Se expresa con formas suaves y educadas. Casi nunca gesticula. Cuanto más, un leve giro de las manos y algún arqueo de cejas. Está al tanto de lo que ocurre en Murcia y todos los años veranea en La Manga, población que le sugiere que debería ser municipio independiente. «Si lo hubiera sido hace años, probablemente no habría sufrido tantas tropelías urbanísticas».

-Parece que los alcaldes no quieren segregar término municipal para que su ciudad no pierda habitantes.

-Yo lo considero un error. No es lógico que un territorio tan grande como Murcia sólo tenga 45 municipios. Lo mismo que considero un error no apostar por la provincialidad de Cartagena que sería muy beneficiosa para la Región.

-¿Se atreve con un análisis de la situación actual?

-[Piensa] Socialmente estamos pasando una crisis bastante considerable que están pagando, como siempre y fundamentalmente, los menos favorecidos económicamente.

-¿Ha notado la crisis en su clínica?

Yo no. Mis pacientes no son de crisis. Lo que no implica que no reconozca que hay una situación mala. Afortunadamente, creo que las medidas que está empleando el Gobierno son más de aciertos que de errores. En conjunto son adecuadas para tratar de ayudar a los más desfavorecidos

-No piensan así la oposición y otros agentes.

-Durante muchos años no se ha hecho nada por cambiar el modelo económico. Con independencia de eso, la oposición no apoya al Gobierno porque carece de madurez política. En momentos de crisis aquí debería ocurrir lo mismo que ocurrió en Alemania, donde se montó una gran coalición. Pero creo, con todos los respetos del mundo, que los postulados de la derecha española todavía son una metamorfosis del franquismo.

-¿Cree que faltan valores democráticos?

-Eso pienso. Actualmente en la política se emplean unos lenguajes que rayan en lo barriobajero, impropio de unos profesionales que entre sus tareas está también la de ser ejemplo ciudadano. Además, en la sociedad española se ha instalado un relativismo moral que a veces me da náuseas. A todos los niveles. Y esto que voy a decir puede sonar un poco grueso, pero ya sabes que yo soy muy sincero.

-El lector se lo agradecerá.

-Me escandaliza el relativismo moral de la Iglesia jerárquica. La iglesia popular es una cosa y la oficial, otra. Yo creo que amenazar con la excomunión a los que voten la reforma de la ley del aborto y dejar (véase el último escándalo de Irlanda) que los curas pederastas sigan diciendo misa no es de recibo. Me escandaliza en el sentido evangélico. O que no excomulguen al fulano que se enriquece sin el trabajo y sin el esfuerzo, a costa de las penas de los más débiles. Acompaña cierto relativismo civil y penal porque los señores que roban se limitan a estar en la cárcel y de devolver el dinero, nada.

-¿Y qué me dice de la otra parte? Porque lo de la masturbación en Extremadura.

-No conozco el decreto o la orden o la campaña, pero me imagino que no se trata de enseñar a los niños a masturbarse.

-¿Y cree necesario gastar dinero en eso?

-Antes de opinar tengo que leer y enterarme bien de qué va.

-¿Y lo de abortar a los 16 años sin conocimiento paterno?

-Yo creo que es mejor no abortar, desde luego. Por lo que conozco la ley nueva, me parece más garantista que la anterior en la que los supuestos son un coladero abortista. Espero que en el trámite parlamentario se maticen algunos temas y sobre todo este que habla de abortar sin el conocimiento de los padres. Una vez que haya pasado el trámite parlamentario, tendré una opinión más certera.

-¿Y si el Parlamento no lo corrige?

-Estoy seguro de que se va a matizar.

-Implícitamente me está diciendo que no está de acuerdo con esa posibilidad de que las menores aborten sin permiso de los padres...

-Ni estoy de acuerdo, ni tampoco en desacuerdo. Me pongo en el lugar de padre y te aseguro que yo siempre estaré apoyando a mis hijos. Mi duda está en los padres que son cavernícolas y que quieran obligar a su hija a no abortar. ¿Qué pasaría entonces? No soy partidario de imponer mi moral a nadie.

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