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¿Por qué los murcianos nos comemos las letras?
COMARCAS

¿Por qué los murcianos nos comemos las letras?

ELENA SÁNCHEZ LARIO

Miércoles, 25 de noviembre 2009, 01:55

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P or qué los murcianos nos comemos las letras cuando hablamos? Todos se preguntarán por qué los murcianos nos comernos las letras cuando hablamos. No es porque seamos unos gandules ni porque seamos unos bastos. La respuesta a esa pregunta os la voy a solucionar yo.

Todo empezó unos años atrás cuando las personas en vez de llevar coches llevaban carros; en vez de tener euros, tenían pesetas; en vez de comprar el pan congelado, estaba recién hecho, etc. Un tiempo donde todo o casi todo era diferente a los tiempos de ahora, un tiempo en el que no importaba la imagen.

Pero no todas las ciudades de España se comportaban igual. Algunas ciudades disponían de más adelantos técnicos y prestaban más atención a su imagen.

Para marcar la diferencia, los murcianos pensaron que era mejor demostrar que ellos eran los más tranquilos y relajados, pero no gandules. Decidieron que la imagen exterior no era tan importante y se dedicaron a marcar su territorio de otra manera.

Primero, pensaron en tener una forma diferente de vestir. Pero, al ver que los góticos ya existían, dejaron esa idea en la lista de asuntos pendientes. Pensaron en crear una nueva marca de zapatos, que se llamarían Murcienses (de ahí salió el nombre de Converse, pero eso es un tema aparte) pero tenían mucha competencia con los alpargates y lo dejaron en la lista de asuntos pendientes. Al final, después de llenar aquella lista, tuvieron una idea grandiosa, incomparable, algo alucinante, pero por un descuido se resbaló aquel papel y cayó al estanque de los patos.

Los murcianos estaban ya desesperados. Llevaban casi toda una mañana pensando y estaban cansados. Decidieron irse al bar a tomar un aperitivo pero se alargó y tuvieron que dejar el asunto para el día siguiente.

Quedaron muy temprano, a eso de las 12.00 horas. Aquella mañana se notaba en el ambiente que los murcianos estaban inspirados. Pero ese día tampoco dio fruto y siguieron tachando ideas de la lista. Al final se fueron otra vez al bar y esta vez para comer se pidieron una magra con tomate y, mientras comían desanimados, uno dijo:

-¿Mañanacon la idea?

Todos los murcianos empezaron a reírse por su manera de hablar. De repente, otro de los murcianos del grupo dijo entusiasmado:

-¡Eso es!

Todos se preguntaron qué era. Después de una gran explicación, llegaron a la conclusión de que la mejor forma de plasmar nuestra tranquilidad era comiéndonos las palabras.

Todos aplaudieron aquella idea y, desde ese mismo día, aquellas personas empezaron a hablar así. Tuvo tanto éxito que hasta hicieron un diccionario murciano y, desde aquel momento, Murcia ya no era una ciudad como otra cualquiera, sino una ciudad y graciosa.

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