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VIVIR PARA CONTAR

Credulidad

MANUEL MOLINA BOIX

Domingo, 8 de noviembre 2009, 01:40

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Cabe suponer que, asumido su retiro del siglo, nada más lejos de la intención de la monja Teresa Forcades que el suscitar la atracción informativa con sus consideraciones radicales sobre la gripe A. Lo destacado del asunto, sin embargo, ha sido la desmesurada aceptación de sus propuestas con la intención confesa de seguir sus recomendaciones o mejor dicho negarse a la vacunación. Consideraciones despachadas en un vídeo y tres páginas frente a consejos de epidemiólogos, investigadores, gestores de salud, agencias gubernamentales y organismos sanitarios internacionales dedicados al problema desde hace meses. Se podría deducir que extrae sus conclusiones de fuentes fiables con experiencia en la infección pero las referencias bibliográficas en las que sustenta sus afirmaciones revelan un escaso nivel a base de informaciones periodísticas indias, irlandesas y de un boletín de enfermeras francesas. Magro botín para contrarrestar el caudal de datos sobre la evolución y el comportamiento viral y, en el aspecto concreto de las debatidas indicaciones de la vacunación frente al rigor y los exhaustivos controles a los que las agencias de salud gubernamentales someten el proceso de fabricación de las vacunas. Consideraciones hacia la parte digamos científica del debate para entendernos a las que los escépticos deberían conceder cuando menos igual valor que a las de la sin duda bienintencionada religiosa.

Pero muchos han optado por seguir el señuelo de la negación. Simiente que ha brotado con vigor al incidir en terreno propicio a la crítica en el imaginario colectivo como son las corporaciones que moverían los hilos de una trama conspirativa mundial, caso de la denostada industria farmacéutica. Considerada de voracidad ilimitada y que no pararía en mientes con tal de engrosar sus beneficios incluso, afirmación gravísima, a riesgo de poner en juego vidas humanas. Otros argumentos inciden en especulaciones a las que no se les puede oponer una respuesta concreta de o blanco o negro, porque la grandeza y la servidumbre de los datos científicos tachados de oscuros o contradictorios reside precisamente en la capacidad de adaptarse a las circunstancias cambiantes de algo, en este caso un virus desconocido, cuya evolución inicial era de todo punto imprevisible. Por fortuna el día a día coloca las cosas en su sitio ya que de acuerdo con las recomendaciones sólo sería necesaria una dosis de la vacuna excepto en menores de diez años, esta carecería de coadyuvantes (hasta ahora sin riesgo demostrado) y con protocolos de manufactura idénticos a los del resto de vacunas aceptadas sin discusión.

Aunque en cuestiones de la medicina nunca haya que dar nada por descontado habría que considerar todas las alternativas antes de creer en opciones que formuladas con la mejor de las intenciones pueden estar asimismo equivocadas. Para los no familiarizados hay expertos aplicados a la solución de problemas, no todos a sueldo de perversas multinacionales ni imbuidos con oscuras intenciones. Remar en una sola dirección cuando todos se mueven en la contraria debería suscitar dudas y al menos habría que poner en cuarentena las fuentes de información por si acaso. Al igual que las utilizadas en otras enfermedades, hasta ahora las vacunas de la gripe han sido eficaces con las variaciones propias requeridas cada nueva temporada. No sabemos porqué ahora no debería ser igual.

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