Borrar
Hemingway, en el coso de la Condomina, con el célebre fotógrafo Juan López, antes de comenzar la corrida.
A Hemingway lo 'limpiaron' en Murcia
La Murcia que no vemos

A Hemingway lo 'limpiaron' en Murcia

La creación del Colegio Oficial de Peridodistas comparte aniversario con el curioso robo al legendario Premio Nobel

ANTONIO BOTÍAS

Domingo, 21 de junio 2009, 12:08

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Si al pescador Santiago, el célebre protagonista de , unos tiburones le arrebataron el gran pez que había buscado durante 84 días, al creador de la novela, Ernest Hemingway, le bastaron 84 segundos para descubrir que le habían robado la cartera. Y fue en Murcia, durante una espléndida tarde de toros en la Condomina, entre aromas a pasteles de carne, en la Feria de Septiembre, mientras Hemingway firmaba autógrafos. Este año, cuando se cumple medio siglo de aquel hurto, nace el Colegio Oficial de Periodistas, hoy propietario de la única instantánea que se conserva del Premio Nobel en la ciudad.

Hemingway llegó a Murcia en la madrugada del 8 de septiembre de 1959, acompañando a su amigo y socio, el matador Antonio Ordoñez. En la corrida del día siguiente ocupó un burladero y concedió una entrevista al crítico taurino de , José Antonio Ganga. «Es un buen aficionado, juvenil y fuerte a sus 61 años», destacaría Ganga del escritor. En aquella entrevista, Hemingway explicó que conocía la Región y alabó «sus huertos y sus flores». Incluso confesó que Murcia era más rica que California, «y la gente, estupenda». En esto debió pensar dos días después, al comprobar que le habían robado la cartera. Fue en su segunda corrida en Murcia. El escritor firmó tantos autógrafos -en servilletas de papel, en abanicos y hasta en bolsos- que agotó la tinta de su pluma.

Hemingway, a su regreso a Madrid, hizo público el hurto y pidió al caco que le devolviera, al menos, el billetero. «Y que el dinero se lo quede en pago por su destreza», añadió el inmortal autor. En sus declaraciones, describió la cartera, que contenía 9.000 pesetas y llevaba grabada una imagen de San Cristóbal junto a la leyenda «Llévame contigo y no tendrás peligro». Quizá eso pensó el ladrón.

El Premio Nobel confió en que el caco comprendiera la importancia sentimental del billetero, sobre todo porque era un regalo de su hijo, quien se lo había remitido desde Estados Unidos. Hemingway, a pesar de la experiencia vivida, insistió en que «Murcia es una bella ciudad, donde tengo muchos y buenos amigos». Durante su estancia en Murcia, el autor de aprovechó para visitar la Feria Nacional de la Conserva.

La noticia del hurto no pasó desapercibida para los diarios nacionales que, con más o menos guasa, se hicieron eco de lo sucedido. El día 18 de septiembre, un murciano de pro, el escritor Castillo Puche, publicó un artículo en el que pedía al alcalde de Murcia que regalara a Hemingway una reproducción del billetero perdido. Y, de paso, debía incluir el grabado del escudo de la ciudad.

Esta petición provocó nuevos comentarios en la prensa local, entre ellos uno que advertía de que la ciudad, aparte de siete coronas y un corazón, «también tiene dos estaciones ferroviarias, innumerables líneas de autobuses, cientos de caminos, un aeropuerto (en construcción)… y ¿quién identifica la cuna del habilidoso prestimano? Que por todas partes se va a Roma o al chaleco de don Ernesto».

La intuición de este redactor, quien lamentaba que se acusara a un murciano del robo, no podía ser más acertada. Ese mismo día, cierto individuo se acercó a la portería de la casa madrileña del diestro Ordoñez y entregó un paquete. En su interior, la mujer del torero descubrió, según manifestó más tarde a la prensa, «el billetero de Ernesto, al que telegrafié a Torremolinos. Ni que decir tiene que dentro del sobre no había nada más». Se refería a las 9.000 del ala que jamás aparecieron. La policía concluyó entonces que el autor del golpe debía ser un madrileño que se había desplazado a Murcia para celebrar su particular feria.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios