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LARGA CAMINATA. El concejal de Turismo, Javier Herrero (c), con técnicos municipales en Cabo de Palos. / MANOLO GARCÍA / AGM
Por la laguna hasta el faro
CARTAGENA

Por la laguna hasta el faro

'La Verdad' acompaña a técnicos municipales durante cinco horas por una excursión a Cabo de Palos desde El Carmolí a través del Mar Menor

PEDRO CONESA

Sábado, 16 de agosto 2008, 02:41

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El hombre siempre ha tratado de conocer el medio en el que vive, dominar los elementos naturales y utilizar en su provecho el territorio, extrayendo sus recursos. En ocasiones, lo extraordinario está tan cerca que no es fácil valorarlo y muy pocos pueden decir lo maravilloso que es un amanecer en el Mar Menor mientras vuelan libremente las aves de la Marina del Carmolí.

Aprovechando las mejoras que el Ayuntamiento de Cartagena va a realizar en el Sendero GR92, un itinerario que recorre todo el municipio costero de Cartagena a lo largo de cien kilómetros. La Verdad dedicará a partir de hoy una serie de cinco reportajes a mostrar los atractivos del sendero, que se identifican porque están señalizados con dos trazos de pintura blanca y roja.

Un redactor y un fotógrafo de La Verdad acompañan al concejal de Turismo, Javier Herrero, y técnicos del Servicio de Senderos para mostrar las riquezas pasisajíticas del litoral cartagenero. La primera etapa es El Carmolí-Cabo de Palos. Por delante 25 kilómetros y más de cinco horas de caminata.

El inicio de la excursión se sitúa en el Camping Cartagonova, en la frontera del término municipal de Cartagena y Los Alcázares. Son las siete y media de la mañana y en las mochilas no faltan la crema solar, una gorra, una camiseta de repuesto y otra térmica que facilite la transpiración. Y por supuesto, agua.

La senda arranca en la rambla de El Albujón y a pocos metros se mete de lleno en el entorno de la Marina de El Carmolí, Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA), Lugar de Importancia Comunitaria (LIC). Los pasos se suceden entre la azucena de mar y el cuernecillo de mar. Pronto se vislumbra Los Urrutias y los arenales de Lo Poyo. Decenas de excursionistas, unos en bicicleta y otros corriendo, realizan ese tramo a diario para hacer deporte. El ecosistema y la escasez de ladrillo acompañan a Los Nietos.

Mucho calor

La parte más complicada del recorrido comienza a las diez de la mañana. Los rayos del sol ya calientan y la falta de brisa hace complicada la aventura. Es el momento de tomar algo. El lugar elegido es La Pescadería de Los Nietos, donde un almuerzo da fuerzas hasta terminar el trayecto.

Una vez superada la parte más delicada del recorrido comienza ahora un caminar por el paseo marítimo de Los Nietos que termina en la Lengua de la Vaca, un espacio virgen donde todavía no han aparecido las urbanizaciones. Hay que atravesar una rambla para llegar hasta Islas Menores. Es ahí donde la brisa se levanta y la temperatura baja unos grados.

Después le sigue Mar de Cristal. A partir de ahí la senda conduce entre matas y plantas aromáticas hasta Villas Caravaning, donde hay que observar con atención los restos arqueólogicos que se mantienen en perfecto estado.

Sigue el camino en dirección Playa Honda, Playa Paraíso. Al fondo se perciben las Salinas de Marchamalo, otro paisaje protegido donde el calor ya es más que acuciante. En ese punto ya han pasado casi cuatro horas.

Es el momento de una pequeña parada para observar la riqueza vegetal que esta rodeada de edificios que amenazan su supervivencia. Entre esta variedad verde destaca la combinación entre saladares, albardinales y juncales. Si hay suerte, entre la fauna se puede encontrar la presencia del fartet, pez endémico del litoral.

Ya se alumbra Cabo de Palos en el horizonte. Tras un paso por la Gran Vía de La Manga, a sólo unos pasos de Las Amoladeras, se llega a Cabo de Palos. Las piernas se resienten y la silueta del faro resulta acogedora después de una caminata a pleno sol. Han pasado cinco horas y veintitrés minutos.

Ahora toca descansar y disfrutar de los productos de la tierra. La gastronomía de Cabo de Palos ofrece una de las mejores cocinas del sureste español. No hay muchos lugares donde degustar un caldero como en el resturante de La Tana, en el paseo marítimo. Se puede cocinar con distintas clases de pescadoco, arroz y ñoras.

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