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VALIENTE. José Tomás, concentrado, antes de salir al ruedo de la plaza jienense Linares. / AFP
El secreto José Tomás
Cultura

El secreto José Tomás

El diestro, que esta tarde actúa de nuevo en Las Ventas, hace crecer el mito con su toreo silencioso y valiente

BARQUERITO

Domingo, 15 de junio 2008, 03:32

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La fama de persona inaccesible conforma la sustancia del perfil de José Tomás. Como si fuera un ser huraño o misántropo. Ni lo uno ni lo otro. Fue y sigue siendo irrenunciable la voluntad de mantener su vida privada al margen de las leyes del mercado mediático. Salvo excepciones muy calculadas. Es manifiesto que no le gustan ni los periódicos ni las cámaras ni los micrófonos. No es de ahora. Pero es ahora cuando elige a capricho y rigurosamente fotógrafos, radios y demás testigos.

Los más generosos documentos gráficos sobre su vida y andanzas durante los últimos doce meses se encuentran en una publicación trimestral francesa: Terres Taurines. La edita y dirige André Viard, matador de toros ya retirado en la Francia taurina del Oeste. Viard ha escrito de José Tomás bellísimas palabras. No huecas, no banales, no tópicas. «José Tomás, el mero nombre es sinónimo de autenticidad», ha puntualizado Viard en un editorial. A propósito de la corrida de Madrid del 5 de junio, insólitos, y en España inéditos, documentos sobre las dos últimas etapas mexicanas del torero han aparecido casi en secreto en Terres Taurines. Ahora, con motivo de su segunda corrida de la temporada en Las Ventas, esta tarde, este perfil recorre lo que de mítico y mistérico rodea su figura.

Todavía en su primera época, José Tomás delegó atenciones y obligaciones en una jefa de prensa, Olga Adeva. Su pantalla de protección: como unas gafas de sol, de aparente transparencia, joven, de su misma edad. Cronista taurina de la agencia France Press en Madrid, colaboradora de publicaciones taurinas varias y del precario equipo de prensa del que dispusieron los hermanos Lozano durante sus trece años de empresarios de Madrid, encargada de la edición de libros y textos taurinos de la editorial Espasa. Olga Adeva cumplió sin protagonismo y con impecable cordialidad su papel de cómplice y ángel de la guarda.

Además de hacer de él un ser casi invisible y mudo, Olga cumplió dos misiones mayores. Una a la contra: filtrar y cribar periodistas taurinos, desanimar y aburrir a los curiosos sin indisponerlos, preservar a José Tomás en una burbuja inmune a las habladurías; y otra de positivo fondo y mayor alcance: ir abriendo al torero un hueco cada vez mayor en la épica escrita. Sin dejarlo asomar ni ponerlo en la diana; blindado e invulnerable.

No había duda de que José Tomás estaba destinado a ser torero con literatura. No fue ni sencillo ni complicado darle carga literaria al mero deseo de José Tomás de vivir al margen del ruido. Allanó el camino la fama gratuita de raro que José Tomás se crió. Permanentemente reunido consigo mismo. Entre 1999 y 2002 esa política en apariencia inocua trajo consigo el germen del mito. Icono protegido por un cerco de distancia. Intocable, visible sólo en parte. Cuando hubo que mover hilos para la reaparición de 2007, aquella red protectora resultó buen campo de cultivo.

Las dotes persuasoras de Olga Adeva lograron que esa voluntad de evaporarse o desaparecer no fuera tomada por despecho ni desdén. Sino interpretada como el descanso del guerrero. La línea paralela de su concepto del toreo, o de su manera de sentirlo y hacerlo.

LOS PASOS Y EL SILENCIO

Dos son las características con que desde un principio vino a dibujarse el estilo de José Tomás: sus silencios y su forma de posarse. Muy pocos habrán toreado con menos ayuda de la voz que él. La voz es un recurso técnico para torear, y hay incluso toros que necesitan la alegría de la llamada como un reclamo. Pero la voz es también el rompedero de la angustia que inevitablemente acompaña al torero durante una faena. Por la voz se va el miedo, se libera o sale. De manera que, cuanto más silencioso es un torero, en más se tiene su valor.

La otra dimensión es, en paralelo, la del ruido de los pasos. Los pasos con que se llega a la cara del toro o se sale de ella. Los que ahí se pierden o se ganan, y que definen una de las reglas de pureza del toreo moderno: la ligazón. José Tomás ha sido de siempre torero bien posado. De muy suaves pisadas y de poco moverse o nada. Por eso se ha hablado a menudo de su tancredismo.

La apuesta de José Tomás ha sido por el toreo de perfil y a pies juntos, modo que estaba casi arrumbado cuando apareció en el gran teatro del toreo español. No en México, cuya tauromaquia de pies juntos resultó decisiva para el ideal técnico y estético de José Tomás en sus años de formación. De perfil y a pies juntos, y la adición de dos notas que encarecen y enriquecen el modelo: la quietud y el ajuste en los embroques. ¿La tauromaquia de Manolete? Muy semejante. Con otro toro, otro público, otra manera de ser el espectáculo, otra época. Y otra figura de muy distinto porte.

Relevantes y esdrújulos en el ámbito de una plaza de toros y delante de un toro, el silencio y el reposo fueron seña de José Tomás. Una cosa y otra se tradujeron con muchas palabras: que el torero era como una aparición. Y otras hipérboles más pedestres: torero de otra galaxia, o marciano.

SU HOMBRE DE CONFIANZA

Los banderilleros y picadores que

han desfilado por su cuadrilla coinciden en que José Tomás es la sencillez misma. Los dos lidiadores de la primera época, Luciano Núñez y Miguel Sánchez Cubero, han sido toreros muy buenos: largos y competentes. Cubero, todavía en activo, se comporta en el ruedo como hombre de confianza. Ser el decano de la cuadrilla le confiere autoridad con el resto de la tropa. Porque, además de gran profesional, es persona exquisita. Es el hermano menor del difunto Yiyo. Una cuadrilla tan profesional y rigurosa aportó a José Tomás gran equilibrio.

Mozo de espadas es uno de los tres hermanos varones de José Tomás. En los tumultos ha ejercido de guardaespaldas. Ayuda de mozo de espadas, un íntimo de la familia. De Galapagar de toda la vida. Se apoda Kiki. Después de la retirada de 2002 este Kiki anduvo metido en negocios taurinos. Dicen que la presencia más elocuente o de más peso dentro de ese entorno es la del padre de José Tomás. Tiene fama de vigilar cuanto concierne a las finanzas. No es portavoz del torero. Se deja encontrar y le gusta salir. En el círculo de José Tomás no está prohibido hablar; como si lo estuviera.

El torero más generosamente alabado, loado, cantado, respetado y encumbrado por la mediática del toro ha sido, durante la última década, José Tomás. El que más. Con abismal diferencia. A José Tomás se le ha identificado en lenguaje de calle con todas las divinas palabras. La autenticidad, según André Viard. Y la verdad, la pureza, el enigma, la espiritualidad, lo solemne, el hechizo, la rebeldía de conciencia, lo insondable, lo inefable, lo etéreo, lo eterno, la magia...

La connotación religiosa es fortísima. En la frontera entre lo religioso y lo sectario; la novedad del asunto. El grado de devoción se ha situado en tal nivel que la menor crítica sobre José Tomás ha llegado a considerarse insultante. Una especie de religión única, anatematizadora, excluyente, capaz de crear herejes por la simple necesidad de destruirlos. Uno de los síntomas del credo es la virulencia con que se increpa a los músicos de banda que pretenden acompañar una faena para celebrarla: profanación o irreverencia.

LA ERÓTICA DEL DINERO

Los años de residencia y retiro en Estepona pusieron a José Tomás en contacto con la persona que, según vox populi, ideó la estrategia de la reaparición y la tasó en dinero. Luis Chica, un ingeniero industrial ya jubilado, gran aficionado. Dobla en edad a José Tomás. A la inteligencia de Chica se atribuye el paso a paso de las fechas y el órdago de las cifras que José Tomás cobra. Más dinero que nadie nunca jamás. ¿90 millones por dos tardes en Madrid? En la corte de seguidores de José Tomás hay un factor menor pero nada desdeñable: el de la erótica del dinero que se mueve en torno a él. No será por dinero.

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