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LUNES DE MÚSICA

Las zarzuelas de hace tres siglos

ANTONIO DÍAZ BAUTISTA

Lunes, 28 de abril 2008, 02:58

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El hallazgo de un delicioso compacto, grabado por la gran soprano María Bayo, nos da la ocasión para insistir sobre lo equivocados que estamos al creer que la zarzuela se desarrolla exclusivamente entre los siglos XIX y XX, cuando su panorama es, sin embargo, muchísimo más amplio en el tiempo y, también, en variedad estilística.

Los devotos zarzueleros se sorprenderían al escuchar las creaciones de este género producidas en los siglos XVII y XVIII, puesto que no reconocerían en ellas ningún rasgo que las aproximase a las zarzuelas que acostumbran a escuchar. Sin embargo, a causa de esa excepcional capacidad que tenemos los españoles para abominar de nuestro pasado, toda la importante producción zarzuelística del Barroco y el Clasicismo cayó en el más completo olvido, hasta que, muy recientemente, algunos esforzados pioneros han comenzado a sacarla a la luz.

Para los melómanos ha sido una gratísima sorpresa, porque ni siquiera sospechábamos de la existencia de tales tesoros musicales, de los que tan sólo había noticias en las obras de los eruditos. Los descubrimientos que van apareciendo son, realmente, encantadores y podemos suponer que aún quedarán muchísimos más en los polvorientos legajos de los archivos y que otros se habrán perdido para siempre. La labor que deben realizar ahora los agentes culturales es conseguir que estas fulgurantes partituras lleguen al gran público, aunque, dada la ola de zafiedad que nos anega, es de temer que tal logro tarde bastante en alcanzarse.

El origen

Es bien conocido el origen de la zarzuela y de su denominación: las primeras comedias con música y texto en español se representaban, en el siglo XVII, en un pequeño palacete situado en un lugar próximo al Pardo llamado La Zarzuela, justo donde hoy se encuentra la residencia real. Una característica de estas obras, conservada hasta nuestros días, es que, al igual que en el Singspiel alemán, se alternaban partes habladas y cantadas, a diferencia de la ópera italiana, en donde el tránsito entre las arias se rellenaba con recitativos secos, es decir, cantados con acompañamiento de clave.

Sin embargo, la distinción entre zarzuela y ópera no fue, en este tiempo, absolutamente nítida y algunas de las obras presentaban también recitativos cantados.

En cuanto al estilo, la influencia operística en estas zarzuelas del tiempo de los Austrias y los primeros Borbones es muy marcada; no hay en ellas el fuerte ingrediente folclorista que domina las de la época más reciente. En este disco creería uno estar escuchando arias de los grandes, subrayo lo de grandes, compositores de ópera italiana del siglo XVIII, aunque, si se presta atención, aflora, en algún pasaje y muy veladamente, cierto perfume de la música popular de la época, bastante lejana de la actual.

El ejemplo más claro en este registro es una preciosa seguidilla, dieciochesca de Martín y Soler. Por lo que toca a la temática, también la diferencia con la zarzuela moderna es muy notable. En lugar de chulaponas, majos y campesinos que cantan jotas, los argumentos relatan temas mitológicos o de la Historia Antigua, aunque ya, en Martín y Soler precisamente, apuntan los motivos costumbristas, que acabaron triunfando en la segunda mitad del XVIII con las tonadillas escénicas.

En realidad, el título del compacto no es muy exacto, porque de los autores recogidos tan sólo el aragonés José Melchor de Nebra puede inscribirse en el estilo Barroco, mientras que los otros (Martín y Soler, Rodríguez Hita y Boccherini) están ya plenamente insertos en el Clasicismo. Una vez más, nos admira la inmensa calidad musical del pergolesiano Nebra, que, en la voz extraordinaria de María Bayo, luce un lánguido, refinado y sensual despliegue de sentimientos.

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