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FELICES. Juan Pedro Baños y Gregoria Ruiz se abrazan en un parque de Barcelona. / ANTONIO MORENO / EL MUNDO
Un enfermo murciano en lista de espera recibirá un riñón de una mujer que escuchó su historia a través de la radio
REGIÓN MURCIA

Un enfermo murciano en lista de espera recibirá un riñón de una mujer que escuchó su historia a través de la radio

Es la primera vez en España que una persona viva sin parentesco con el paciente dona este órgano vital

D. VIDAL

Martes, 8 de abril 2008, 15:53

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A pesar de su enfermedad, se puede decir que Juan Pedro Baños es un hombre afortunado. Un cambio de billete a última hora le salvó en el 2003 de montar en el tren que sufrió un accidente en Chinchilla y en el que murieron 19 personas. Juan Pedro iba a viajar ese día hacia Murcia con un amigo que, como él, llevaba muchos años esperando un trasplante de riñón. Al día siguiente, este murciano de 44 años llamó a su compañero para compartir la suerte de haber evitado tan trágico final. Pero su amigo había fallecido, ese mismo día, como consecuencia de su enfermedad. Sólo unos días después, Juan Pedro encontró a su ángel de la guarda. Con nombre y apellidos. Un ángel que decidió poner fin al sufrimiento de este murciano, aquejado de una insuficiencia renal crónica desde los dos años.

Juan Pedro Baños llamó al programa La Gramola, de Onda Regional, para contar la triste historia de su colega y, de paso, la suya propia. Lanzó a las ondas el sufrimiento de las personas cuya máxima esperanza es la de encontrar un trasplante compatible. A varios kilómetros de distancia, al otro lado de las ondas, estaba ese ángel. Gregoria Ruiz, fiel gramolera, se preguntó al instante si su riñón le serviría a Juan Pedro. Como un impulso irrefrenable. Como un gesto de generosidad que difícilmente se puede encontrar en estos días.

Cuando Gregoria, de 60 años y residente en Alicante, le hizo tan altruista ofrecimiento, Juan Pedro no se lo podía creer. Hasta que el empeño personal de la donante caló hondo en el segundo de a bordo de la Asociación para la Lucha de Enfermedades del Riñón (Alcer). Y empezó a creérselo. Y empezaron las pruebas.

Para que un trasplante de riñón se pueda llevar a cabo es necesaria una compatibilidad que muchas veces no se da ni entre familiares. Por eso, los médicos han estado desde entonces realizando pruebas a Juan Pedro y Gregoria. Pruebas que han derivado en una sorpresa general. Juan Pedro y su particular ángel de la guarda tienen más compatibilidad que entre dos hermanos. Ahora, los facultativos que han realizado estos estudios están seguros de que la operación se puede realizar con éxito. Gregoria está convencida de que no hay ningún peligro y su fe es ahora, si cabe, más fuerte que hace unos años. Hoy están los dos en Barcelona. A pocas horas de que Gregoria Ruiz regale un pedazo de su vida para que otra persona deje de sufrir. Será mañana, en el hospital Clinic de la ciudad condal, y después de haber pasado hasta por un juez -trámite necesario cuando el trasplante es entre personas vivas-, que dio el visto bueno a la intervención.

«Ilusión y responsabilidad»

Juan Pedro Baños, antes de entrar a la que probablemente fue su última sesión de diálisis, aseguró ayer a La Verdad que, en estas horas previas, siente sobre todo «mucha responsabilidad por que todo salga bien. Y también mucha ilusión después de tantos años esperando. Ilusión también porque la generosidad de Gregoria sirva de ejemplo a la gente». Juan Pedro lamenta que «cuando se certifica una muerte de un paciente nunca se especifica que estaba aguardando ese trasplante», y las causas del fallecimiento que constan en tan lúgubre acta «siempre son otras, pero derivadas de esa larga y penosa espera».

«¿Que qué es Gregoria para mí?», repite Juan Pedro. «Más que un miembro de la familia. Más que una lotería. O mejor dicho. Una lotería, sí, pero de valores humanos, de generosidad y de amor».

Gregoria, por su parte, no deja entrever sus nervios. Ríe, sonríe y se comporta como siempre. Asegura que tras la operación podrá seguir haciendo una vida normal y, cuando se le pregunta el por qué de este gesto, su respuesta vuelve a definir cómo es esta madre de familia: «Quiero que esto sirva de ejemplo y dé ánimo a las personas que estén pensando lo mismo que yo pensé aquel día. Es una verdadera pena que la gente tenga que morir esperando un órgano. Me llenó de pena la historia de Juan Pedro, y creí que yo podía hacer algo». Ese algo se convertirá hoy en uno de los gestos de solidaridad más bellos y altruistas de cuantos se dan en nuestra geografía. Suerte para los dos.

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