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«Si fuera un tío, me metía ahí a llevar los tronos»
LA SEMANA SANTA TRANSFORMA LA CIUDAD LOS APÓSTOLES BRILLAN EN EL MARTES SANTO

«Si fuera un tío, me metía ahí a llevar los tronos»

J. A. G.

Miércoles, 19 de marzo 2008, 01:57

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Si lo más popular que hay en Cartagena no son las procesiones... que cualquiera salga a la calle y lo vea. Y lo escuche. «Te lo juro. ¿Si fuera un tío, me metía ahí a llevar los tronos! Me metía ahí y les decía que me dejaran llevar como fuera al San Juan. Es que me quedo con unas ganas...», le confesaba una mujer a una amiga mientras el apóstol del águila cruzaba la Serreta engalanado en su trono por claveles blancos y amarillos.

La devoción por la Semana Santa no está reñida en la ciudad con otra de sus señas de identidad. Al menos de sus costumbres más arraigadas: acercarse a alguna confitería y merendar una empanadilla. Y eso era lo que hicieron al atardecer muchos cartageneros, no sin antes guardar colas, largas colas, en confiterías como las de Cavite, en la calle Santa Florentina, o San Vicente, en la confluencia de la plaza del Sevillano y las calles de San Vicente y San Fernando. «¿Qué hambre tenía, chacho!», le decía entre bocado y bocado una novia a su novio.

Algunos pensaban ya en la cena para la que habían quedado con unos familiares, aunque dejaban bien claro que antes le rezarían a la Virgen de la Caridad aprovechando el paso del cortejo camino de la iglesia de Santa María de Gracia.

«¿Vamos, nena, cierra, que empiesa la prosesión!», le suplicaba el marido a su esposa en una de las tiendas de San Fernando donde el contraste del fervor cofrade lo ofrecía un grupo de chavales más preocupados por tunear su coche («Te vas a quedar flipao con las pegatinas que le voy a poner al BMW») y un magrebí que cambiaba, despreocupado, de canal con un mando a distancia tras las cortinas de una peluquería de la Serreta.

Pero eran mayoría los que vivían con entusiasmo la tarde-noche del Martes Santo. «¿Has visto qué bonico el gallo? ¿Te gusta?», le preguntaba un abuelo a su nieto. «Pero, ¿pica con el pico?», replicaba éste. «No, es muy bueno»...

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