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FRANCO BATTIATO CANTANTE

«Quienes no aman no deben oír mi música»

El músico italiano, que acaba de presentar nuevo disco 'Il vuoto', ha enamorado a las vanguardias musicales y al gran público con su ecléctico estilo

SOLANGE VÁZQUEZ

Domingo, 7 de octubre 2007, 02:36

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«No, no tengo una personalidad contradictoria». El cantante italiano Franco Battiato se sorprende de que alguien pueda albergar esta sospecha. Abre mucho los ojos y se muestra perplejo, como si la idea fuese una ocurrencia peregrina. Da igual que se le recuerde que ha saltado de la horterada más pura -cantando en verbenas, entonando con entrega Cucurrucú paloma y compitiendo en Eurovisión, por ejemplo- a la vanguardia más excéntrica, en incursiones que le han valido ardorosas alabanzas de visionarios de la música contemporánea como Stockhausen. Tampoco le parece exótico haber militado en el Partido Radical para después entregarse al misticismo sufí. Ni considera chocante compaginar su vida de ermitaño en una idílica villa siciliana con conciertos multitudinarios, unas de las pocas concesiones que hace a las masas, concepto que parece aborrecer. La semana pasada, el cantante hizo un alto en su monacal existencia -de hecho, con sus gafas de pasta y sus camisas abrochadas hasta el último botón, parece un figurín de moda vaticana- para presentar en España su último disco Il vuoto (El vacío).

-Cuando otros artistas sacan disco, está claro que buscan el éxito. Pero, ¿qué le mueve a usted, que tanto ha despotricado contra el triunfo?

-La música que hago mira a la organización del ser. Quienes no aman no deben escuchar mi música.

-¿Qué lugar ocupa la fama en su vida?

-He vendido muchos discos con un tipo de música que no era comercial. En mi repertorio hay canciones como Yo quiero verte danzar, Centro de gravedad o La era del jabalí blanco que tienen un ritmo y una melodía muy fácil, pero también he hecho discos difíciles que han vendido mucho, mucho.

-¿Y por qué da esos bandazos?

-Me gusta cambiar.

-¿Y descolocar?

-Me parece increíble que la gente quiera siempre lo mismo, que busque autoconfirmarse. Un público tiene el deber de probar cosas nuevas. No es que pretenda descolocar a nadie, no es esa mi intención, pero detesto los lugares comunes.

-¿A usted le gusta que le desconcierten?

-A mí no me desconcierta nada. Soy abierto, las cosas pueden gustarme o no, pero no tengo prejuicios.

-Si hubiese querido, ¿habría podido mantener aquel boom de los 80? ¿Dejó de triunfar adrede?

-No lo sé... El éxito no es una cosa importante para mí. Sí lo fue cuando yo era joven: entonces trabajaba para conseguirlo, pero ahora sólo quiero hacer lo que me gusta, porque ese boom también estuvo a punto de destrozarme. Ahora me siguen los que me aman.

-¿Cómo se puede llegar a superventas con letras filosóficas y también ir a un festival tan hortera como Eurovisión? ¿No se sintió fuera de lugar?

-Completamente. Para mí era como una broma, como una vacación. -¿Volvería, aunque fuera para repetir la broma?

-Con una vez basta, once in a lifetime, ja, ja, ja.

-¿Se siente esencialmente contradictorio?

-¿Noooooo! Siempre he seguido la misma vía...

-Permítame que discrepe.

-Bueno, bueno, puede ser. ¿Pero siempre he avanzado en la misma dirección, aunque haya sido con curvas!

-¿La música pop desperdicia la ocasión de lanzar mensajes más profundos?

-Escucho siempre música clásica, es mi vida, sólo entro en contacto con la música pop en los taxis o viendo la televisión.

-Usted se ha definido alguna vez como «proletario de espíritu». ¿El dinero no le vuelve a uno amnésico sobre sus orígenes?

-Puede ocurrir, pero no es mi caso, por fortuna.

-¿Qué opinaba su familia, a la que supongo siciliana y tradicional, cuando empezó en la música?

-Mi padre estaba en contra, quería que estudiase, pero yo tengo una personalidad muy fuerte y no era posible condicionarme. Mi madre, en cambio, estaba de mi parte, creía en mis posibilidades. Eso sí, todo cambia cuando uno triunfa: entonces, de repente, todo el mundo está de acuerdo con lo que haces.

-¿La élite cultural sigue siendo terreno de gente con dinero?

-No se puede generalizar. En la escuela, en realidad, no se aprende nada, mi cultura la he adquirido fuera, de mayor, comprando libros que me gustaban, como una necesidad interior. Hace unos 20 años me encontré con mi maestra de Primaria y me dijo que, en una redacción de Lengua, me limité a escribir: «¿Quién soy yo?».

-¿Ya lo ha descubierto?

-Ja, ja, ja, ¿Lo sigo intentando!

-¿Qué música se escuchaba en su casa?

-Mi familia, como le digo, era obrera y oía música popular italiana, sobre todo napolitana. A mí me gustaba todo aquello, la vida sencilla, las canciones muy básicas.

-¿La sociedad ha perdido esa inocencia?

-Yo creo que las cosas son más difíciles hoy. Todo el mundo se ha vuelto infantil, superficial, con sus teléfonos móviles... Hay algo primitivo en esta época que vivimos.

-Usted participó en política...

-¿Cuándo? ¿No me acuerdo, je, je...!

-Sí, sí, lo hizo: ¿qué recuerdo le ha dejado aquella experiencia?

-Marco Panella (líder histórico del Partido Radical) era una persona que conocía y me animó, pero aún me pregunto por qué lo hice. Fue una experiencia totalmente inútil.

-Italia parece sumida estos días en un periodo de reflexión sobre la moralidad de la clase política con el Vaffanculo Day (Día de vete a tomar por culo), una iniciativa que dedica esa lindeza a los políticos. Y también está el libro La casta, que revela sus desmanes. ¿Cómo está viviendo usted esta 'rebelión'?

-Es un momento difícil. Los italianos son individualistas y ya es hora de que se pongan a hacer política pensando en la colectividad.

-¿A quién diría usted vaffanculo?

-A toda la derecha italiana, sin ninguna excepción.

-¿Italia es peculiar?

-En todo el mundo pasa lo mismo. Italia es una copia pequeña del sistema americano. Las mentiras de Colin Powell o de Condoleeza Rice son grandes como el universo.

-En La casta los políticos aparecen como una nueva Mafia. ¿Le parece a usted así?

-Sí. Nosotros pagamos los impuestos, los políticos toman el dinero de ahí y se comportan como reyes. Es increíble, se creen los patrones del pueblo.

-¿Usted ha tenido algún problema con la Mafia, por cierto? Aunque, claro, imagino que tampoco me lo diría.

-No, no, jamás. De veras.

-Unamuno dijo una vez que le dolía España y usted ha cantado Povera patria (Pobre patria). ¿A usted le duele su país?

-Sí, me duele la adhesión de muchos italianos a las mentiras de los políticos. ¿Cómo pueden no darse cuenta?

-¿Por eso se ha creado su refugio junto al Etna?

-No exactamente. Aunque la sociedad fuese maravillosa, yo preferiría el silencio y la paz de mi casa.

-¿Pero si está al lado de un volcán!

-Sí, uno se acostumbra a verlo todos los días. No le tengo miedo, aunque hoy he escuchado unos ruidos...

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