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DESOLADA. Jammie Thomas abandona los juzgados tras escuchar la sentencia. / AP
El archivo expiatorio
GENTE

El archivo expiatorio

Una treintañera estadounidense, madre soltera, tendrá que pagar más de 157.000 euros por compartir su música en Internet

MERCEDES GALLEGO

Sábado, 6 de octubre 2007, 02:53

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«Cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar». La sabiduría popular de este refrán se reflejaba ayer en el intenso tráfico de mensajes por Internet de usuarios preocupados en busca de fórmulas para escapar al escaneo de la industria musical, que persigue por la red a quienes suben y bajan música sin pagar.

Un crimen tan inocente acaba de arruinar la vida de Jammie Thomas, una joven nativa americana de 30 años que ha sido condenada a pagar la astronómica cantidad de 222.000 dólares -más de 157.000 euros- por 24 canciones de Aerosmith, Guns'n'Roses, Jupiter y Green Day, entre otras bandas de rock.

Su caso, el primero de EE UU y el más duramente castigado del mundo, es especialmente trágico por tratarse de una madre soltera de dos hijos.

«Estaba llorando, totalmente devastada», describía ayer su abogado, Brian Toder. «Ésta es una chica que vive de nómina en nómina, y de pronto van a quitarle la cuarta parte de su paga para el resto de su vida». Thomas, que se fue de los juzgados entre lágrimas sin hablar con la prensa, tendrá que pagar también los costes judiciales de la industria musical, por lo que su deuda puede sobrepasar el medio millón de dólares.

El jurado de 12 personas, entre las que se encontraba un músico aficionado, tardó sólo dos días de juicio y cinco horas de deliberaciones en fijar 9.250 dólares de multa por cada una de las 24 canciones pirateadas, y no es lo peor. Según la ley de derechos de autor, podían haberla penalizado con hasta 30.000 dólares por canción, e incluso 150.000 si lo hizo deliberadamente, como concluyeron. En Europa la pena más alta que se ha impuesto fue de 13.000 euros en Dinamarca, aunque la media es de 2.000. Las cinco compañías demandantes -Sony BMG, Capitol Records, Warner Brothers Records, Interscope Records y UM Recording- consideran que ellas son las verdaderas víctimas. «Las descargas ilegales han destruido la industria musical en los últimos años», alegan.

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