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Mark Rutte atiende a los medios de comunicación tras depositar su voto.
El europeísmo holandés derrota al suflé Wilders

El europeísmo holandés derrota al suflé Wilders

El primer ministro, el liberal Mark Rutte, corta las alas al populismo y con 33 escaños se impone al candidato ultra, que sube 5 pero se quedaría a 13 de la victoria que algunas encuestas le daban

ADOLFO LORENTE

Miércoles, 15 de marzo 2017, 07:00

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Las encuestas del martes advertían de que Geert Wilders, como suele suceder en cada elección, volvía a convertirse en un suflé. Y así fue. Rutte 1-Wilders 0. Aunque la lectura bien podía ser Holanda 1-Wilders 0; e incluso Europa 1-Wilders 0. Era mucho lo que estaba en juego y la UE, aunque tocada, salió viva de la prueba de fuego que suponían las elecciones en uno de sus seis países fundadores.

Con más del 93% escrutado, la victoria de los liberales del VVD del actual primer ministro, Mark Rutte, ha sido incontestable al sumar 33 escaños de los 150 escaños en juego (21,3%), 8 menos que en 2012. Wilders, por su parte, sería segundo con 20 (13,1%), cuatro más que en 2012 pero 4 menos que en 2010, cuando el nombre de Wilders no daba tanto miedo en Europa. Ya en un escalón inferior, con 19 escaños, se sitían los conservadores (CDA) y los demócratas del D66 (centro izquierda). Ganó Europa.

Las sensaciones eran extrañas. La polvareda diplomática levantada por Turquía no presagiaba nada bueno. No bastaba con prohibir el voto electrónico para evitar la mano negra de Rusia. Ahora, había que gestionar la enésima pasada de frenada de Recep Tayyip Erdogan, que llamó a los suyos a no votar ni a Wilders, lógicamente, ni a Rutte. Así que no era de extrañar que la incertidumbre marcase una jornada electoral que dejó la mayor participación en 31 años. Fue del 82%, siete puntos más que en 2012. Casi 12 millones de holandeses estaban llamados a las urnas y muchos no fallaron. En grandes ciudades como Amsterdam o La Haya incluso tuvieron que imprimirse más papeletas.

Los Países Bajos se jugaban algo más que elegir a un primer ministro para los próximos cinco años. Como venía advirtiendo Rutte, eran los cuartos de final de la batalla que Europa está emprendiendo contra el populismo y Europa, vestida con la camiseta orange, salió viva de su enésimo envite. El mejor ejemplo es cómo los grandes líderes salieron en tromba en Twitter para felicitarse por los resultados. Los Gobiernos alemán y francés, la Comisión, el Parlamento Europeo Y ojo, lo hicieron tras conocerse sólo el primer sondeo a pie de urna, nada de esperar a resultados oficiales. Es lo que se llama desahogarse en 140 caracteres.

Del 'Nexit' al 'Frexit

Sin embargo, no hay cabida para la complacencia ya que la madre de todas las finales se disputará en Francia en mayo, donde Marine Le Pen sí tiene posibilidades reales de gobernar, a diferencia de su hermano gemelo Wilders. Y si gana Le Pen, la Unión Europea ya puede ir encargando su esquela.

Fueron muchas las dosis de dramatismo depositadas sobre los hombros holandeses desde Bruselas y el resto de capitales comunitarias. Todo había quedado reducido a un órdago entre el populismo y Europa, una visión quizá demasiado simplista ya que el Nexit (Netherlands+exit) no deja de ser un recurso literario para adornar las crónicas del Brexit.

Muchos partidos tradicionales holandeses mantienen desacuerdos con el funcionamiento de la UE, pero eso no quiere decir que estén contra el proyecto comunitario. Lo critican, sí, pero quieren trabajar desde dentro para cambiarlo. No como Wilders, que aspira a hacerse con el poder para llegar al Consejo Europeo y dinamitarlo desde dentro impulsando la salida de la Eurozona y el cierre de fronteras. «Holanda, para los holandeses», resume el folio que recoge todo su programa electoral.

Pero no, esta vez tampoco ganó, aunque él considere «un éxito» el segundo puesto. «Electores del PVV, ¡gracias! ¡Hemos ganado escaños. Rutte no se ha librado todavía de mí!», se felicitó mientras advertía de que "la primavera patriótica no termina aquí". Aunque hubiera vencido, jamás iba a gobernar porque todos los grandes partidos habían anunciado que establecerían un cordón sanitario en torno a su figura por considerarlo un «racista». Además, si las encuestas más optimistas se hubieran cumplido, habría obtenido en torno a 25 escaños, una cifra insignificante para formar gobierno, ya que hacen falta 76 (el Parlamento tiene 150 asientos).

Fracaso socialdemócrata

Lo que suele ocurrir en España no es una excepción y anoche, en Holanda, todos los partidos habían ganado. Siempre encuentran la lectura adecuada para insuflar ánimos a la tropa. Hubo excepciones como los socialdemócratas del PvdA, que en 2012 lograron 38 escaños y pudieron formar coalición con los liberales de Rutte. Ahora, han caído hasta los 9. Y eso que tienen ministros tan relevantes como Jeroen Dijsselbloem, el todavía presidente del Eurogrupo, que ahora está en la cuerda floja.

En positivo, la otra gran sorpresa de la noche fueron Los Verdes (GroeLinks), que obtendrían en torno a 14 escaños, lo que de confirmarse multiplicaría por cuatro su presencia parlamentaria. Y si lo han hecho ha sido, entre otros méritos, por su nuevo líder, un joven de 30 años llamado Jesse Klaver, que ya es conocido en su país como el Justin Trudeau europeo por su parecido, tanto en las formas como en el físico, con el carismático primer ministro de Canadá. Ha obtenido victorias tan importantes como la de Amsterdam.

Confirmada la derrota de Wilders, toca saber cuál será la coalición de gobierno con al menos cuatro partidos. Pero esto, con lo que se jugaba Europa, ya casi es lo de menos.

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