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Matteo Renzi, a su llegada a Bruselas para la cumbre de jefes de Gobierno, el 16 de julio
El afán reformista de Renzi aterriza en Europa

El afán reformista de Renzi aterriza en Europa

Los planes de cambio del primer ministro italiano chocan con los primeros obstáculos

Miguel Salvatierra

Domingo, 20 de julio 2014, 07:42

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Matteo Renzi es el hombre de moda en Europa. Por su novedad, por su ímpetu, por su juventud y por el aire fresco que, al menos en sus formas y palabras, ha supuesto su irrupción en la escena política italiana y europea. Las urnas se han mostrado muy favorables al recién llegado. Pese a un primer tropiezo en sus inicios por hacerse con el liderazgo del Partido Democrático (centroizquierda), su carrera ha sido meteórica y brillante. . Su última marca: un 40,8% de los votos para el centroizquierda italiano en las pasadas elecciones europeas. El lunar de la polémica puñalada por la espalda a su compañero de Partido, Enrico Letta, parece casi olvidado

Alcalde de Florencia desde 2009, ya dejó desde clara desde el principio su instinto de cambio. Desde moverse en bicicleta hasta privatizar el servicio de transporte para que fuera eficiente o permitir que los museos estén abiertos hasta medianoche. Durante su gestión también impulsó, por primera vez en Italia, un plan estructural para reactivar áreas infrautilizadas y una campaña para reducir el número de muertes en las carreteras.

Una vez en el Gobierno, Renzi se autoimpuso un drástico programa de una gran reforma por mes. Algunas han sido fáciles y muy bien recibidas como subastar los lujosos jaguar o maserati de los ministros o fijar un techo a los sueldos de los dirigentes públicos. Sin embargo, los cambios de mayor calado, como la reforma de la ley electoral destinada a asegurar la estabilidad política y acabar con las listas cerradas o la introducción de un nuevo Senado, más pequeño para reducir la inestabilidad política y ahorrar, no acaban de concretarse. Los intereses corporativos y los privilegios heredados están mostrando una resistencia más dura de lo previsto por el jefe de gobierno. También hay dudas en su propio partido y la oposición, con un Berlusconi emboscado, mantiene sus reservas. Pese a todo, Renzi confía en que la nueva ley electoral será aprobada antes de que acabe el año y la reforma del Senado, en 2015. También están en su punto de mira una rebaja de impuestos y una reforma de las administraciones públicas y del sistema judicial.

Para Europa, Renzi no es menos ambicioso. En su discurso del pasado día dos ante el Parlamento de Estrasburgo, frente a la vieja retórica comunitaria de deuda, recuperación, empleo o prosperidad, esgrimió una idea para dejar atrás la crisis: Volver a encontrar el alma de Europa, el sentido que tiene estar juntos. Frente a las preguntas sobre su ideología o filiación económica fue rotundo: Soy distinto. No tengo nada que ver con los políticos que os han fallado hasta ahora.

En un terreno más concreto, el jefe de Gobierno italiano, al frente de la presidencia de turno europea, ha planteado una mayor flexibilidad en el rigorismo económico que aliente la incipiente recuperación económica, sobre todo en los países del sur. También en este terreno, Renzi ha comprobado la dureza de los obstáculos, en este caso de Alemania y del Bundesbank. En esta lucha no estará solo y hay una absoluta necesidad de impulsar medidas que reduzcan los 26 millones de parados.

El entusiasmo y las esperanzas que suscita el jefe de Gobierno italiano recuerdan, en una dimensión europea, a los que provocó en su día Barak Obama. Por el bien de Italia y de Europa, esperemos que al final de su mandato el bagaje de logros sea más brillante que el que se vislumbra del mandatario estadounidense.

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