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I. OCHOA DE OLANO
Viernes, 8 de junio 2018, 07:58
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El tango miente. Lejos, muy lejos de ser nada, veinte años pueden resultar un viaje sin retorno cuando parece que uno se ha tragado a Santa Claus e intenta disimularlo dejándose una barba navideña y poniendo una sonrisa bonachona. Eso es exactamente lo que parece haberle sucedido a Russel Crowe. Dos décadas después de que se desvistiera para 'Gladiator' y asombrara al mundo con su anatomía escultórica, el neozelandés ha regresado al anfiteatro Flavio con un aspecto antagónico. Hasta tal punto que si Ridley Scott se planteara hacer hoy una segunda parte de la película no le quedaría otra que dejarle el papel de utillero.
Sin armadura -la ha tenido que vender recientemente para hacer frente a los gastos derivados de su multimillonario divorcio- y más Máximo -así se llamaba el bizarro general hispano al que interpretó- que nunca. Así es como Crowe se ha presentado en el Coliseo para asistir a un espectáculo benéfico sobre 'Gladiator', organizado por la compañía sinfónica Orchestra Italiana del Cinema, CineConcerts, el compositor Hans Zimmer -responsable de la banda sonora del largometraje, que fue nominada al Oscar- y Lisa Gerrard, intérprete vocal de la cinta. Los trescientos privilegiados que presenciaron el doble show no daban crédito.
Si las generosas hechuras que luce ahora Crowe son exigencia de un nuevo guion, es por ahora un misterio. El intérprete, de 54 años, no ha querido comentar su aspecto físico. De tratarse de un imperativo laboral, no sería la primera vez que da un susto a la báscula. Para enfrentarse a su trabajo en 'Dos buenos tipos' engordó 30 kilos en medio año, hasta situarse en los 120. Poco después logró perder 24.
A ojo de buen cubero, son los que le faltan a Johnny Depp. El aspecto enfermizo y demacrado con el que ha desembarcado en Rusia y Dublín, las primeras escalas de su gira europea con la banda musical Vampiros de Hollywood, han hecho saltar las alarmas entre sus fans. Desde el entorno del capitán Jack Sparrow se han apresurado a despejar dudas sobre su salud. «Está bien y sano», han asegurado.
Lo primero podría ser mucho decir. El actor de Kentucky, que arrastra un largo idilio con las drogas y el alcohol, no hace más que acumular motivos para hacerse acreedor de ese 'look' de pirata escaldado. A las deudas derivadas de su despilfarro financiero se une un rosario de batallas legales contra antiguos asesores y guardaespaldas, y el fallecimiento de su madre, hace un año. Por entonces, Depp trataba de recuperarse de su devastador divorcio de la actriz Amber Heard, que terminó de embarrar su reputación. Un vídeo filtrado por el portal de noticias TMZ dejó en evidencia el carácter violento del intérprete, tal y como su pareja había denunciado. Sobre el escenario y bajo mínimos, el sábado cumplirá los 55.
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